Llueve sobre mojado en la vitivinicultura. A las pocas operaciones que se registran en el mercado de traslado, con un precio igual o inferior al registrado en 2013, ahora los plazos de pago se estiran o se reprograman; como consecuencia, el vino vendido hoy, en muchos casos recién se terminará de cancelar con la cosecha entrante en marzo, abril o mayo.
Tradicionalmente, los plazos de pago para el vino elaborado durante la nueva cosecha se acordaban en seis meses o menos.
También están los que sellan un acuerdo sobre la fecha de liberación del vino, en doce pagos mensuales ajustables de acuerdo a su cotización, como es el caso del cooperativismo.
Sin embargo, quienes están por fuera de esta situación han visto que el vino que elaboraron por cuenta de terceros no se vende y que además de bajos precios, les ofrecen plazos de pago superiores al promedio.
“Acá tenés dos situaciones, por un lado al productor le han estirado los plazos de pago y por otro a los que vendieron la uva y acordaron con el bodeguero una forma de pago y precio, ven que una vez que van a facturar no cumplen con lo pactado, sino que además les ajustan el precio de la uva de acuerdo al precio del vino en el mercado de traslado”, dice Daniel Rodríguez de la Federación de Viñateros de Mendoza.
Para Rodríguez esta es una situación que se repite cada vez que hay una crisis. “Las bodegas ajustan por el productor y de la peor manera.
Desgraciadamente, esta es una práctica normal, pero no debería ser así. De hecho, hemos planteado en la Nación que hay que hacer algo, que no se pueden permitir estos abusos y que hay que detenerlos”.
El dirigente gremial sostuvo que ya tienen conocimiento de ventas que se han efectuado a seis meses de la siguiente manera: arrancan con el primer pago en octubre, luego noviembre y diciembre.
En tanto en enero y febrero no pagan y continúan el pago en marzo, abril y mayo. Gabriela Lizana, titular de Productores Autoconvocados aseguró que existen situaciones de abusos frente a la falta de demanda del mercado.
“No sólo te reprograman pagos, o estiran los plazos, sino que el pago del IVA, en vez de pagarlo junto con la primera cuota lo dividen en la cantidad de meses en los que te proponen cobrar tu vino. Por lo tanto, es el productor quien paga el costo fiscal de esto. Esta situación se la hemos planteado directamente al Gobernador, quien aseguró que van a tomar cartas en el asunto”, dijo Lizana.
La representante del Este mendocino entiende que la situación es muy grave y que el productor no tiene dónde vender su vino, razón por la cual no puede seguir adelante.
“Muchos que vendieron uva en marzo acordaron un precio y el comienzo del pago a partir de julio, pero varias bodegas de la zona lo que están haciendo es desconocer el trato hecho con el productor y no sólo que le han bajado los precios, sino que les han dicho que los cheques con su pago recién estarán disponibles para octubre o noviembre. Es la uva vendida en marzo de 2014 de la que estamos hablando. La situación no da para más”, dijo Lizana.
Precios bajos
Con stocks vínicos que presionan a la baja los valores, el Gobierno de Mendoza coquetea con la idea de emitir un bono, por el cual se “secaría” el mercado y con ello ayudaría a mejorar los precios hoy pagados. Lo llama TIVI, sin embargo, al cierre de esta edición todavía no existía anuncio oficial al respecto.
Datos de la Bolsa de Comercio de Mendoza indican que el precio para los tintos genéricos durante la primera semana de agosto se ubicó en $ 2,59 contado y $ 3,00 financiado. En tanto, para el blanco escurrido, $ 2,31 de contado y $ 2,74 financiado.
Para Sergio Di Mari, de la específica de Bodegas de la Cámara de Comercio de San Rafael, este año los plazos de pago son más largos.
“De acuerdo a la situación que atravesamos, cuando son pocas las operaciones, los plazos de pago son más largos que los habituales en la vitivinicultura”.
No obstante, Di Mari sostuvo que los plazos de pago para los proveedores de insumos secos, que tuvieron una fuerte retracción en enero tras la devaluación, ahora se han normalizado y se puede comprar entre 30 y 60 días.
La situación de quietud por la que atraviesa el mercado de traslado también se ve en el Merproar, que hace un mes que no tiene operaciones.
Para César Morchio, quien está a cargo de este mercado electrónico, sostuvo que “como se especula mucho en la industria y este es un mercado totalmente transparente, quizás muchos no están dispuestos a transparentar la situación de precios que se paga por el vino y los plazos de pago. Desde hace treinta días estamos sin operaciones, en el Merproar”.
En tanto, se está trabajando, según afirman varios referentes, en un acuerdo entre dos grandes empresas del medio para que una vez logrado un aumento en góndola del precio del tetra brik, parte de ese aumento se lleve al productor.
Un estudio de la Corporación Vitivinícola Argentina indica que mientras “históricamente la relación entre el precio del vino de traslado genérico y el precio del vino en envase multilaminado (tetra) significó en promedio un 28% del vino tetra, en la actualidad la proporción es la más baja de todo el período ubicándose en el 22%.
Esto implica que, teniendo en cuenta el precio actual del vino de traslado de $ 2,85 por litro, para que éste represente 28% del tetra (el promedio histórico) el valor del vino de traslado debería ubicarse en los $ 3,60”.
La inflación no para
En tanto, el poder adquisitivo de los productores, que ven en el vino su moneda de cambio, sigue perdiendo posición frente al alza de costos.
Así, según datos de la Asociación de Cooperativas Vitivinícolas, en julio de 2014 se necesitaron 63,06 litros de vino tinto o 65,29 de blanco para pagar un día de trabajo a un obrero común sin antigüedad, mientras que en el mismo mes de 2013 se requirió 55,56 o 61,93 litros, respectivamente.
En cuanto a los agroquímicos: en julio de 2014, fueron necesarios 2,21 litros de vino tinto o 2,29 de blanco para comprar 1 kilo de fertilizante (urea), mientras que en julio de 2013, se requirió de 1 o 1,12 litros, respectivamente. Por su parte en 2014, son necesarios 14,03 litros de vino tinto o 14,52 de blanco para comprar un litro de herbicida (glifosato), mientras que en julio de 2013 se requería de 7,69 o 8,57, respectivamente.
453% es la diferencia entre el precio pagado al productor y la góndola
Un estudio realizado por el EEA San Juan INTA, en el cual se toman los precios pagados al productor publicados por la Bolsa de Comercio de Mendoza, analiza cómo es la transmisión de precios tanto a corto como a largo plazo en la cadena vitivinícola.
“El análisis de los datos indica que la diferencia entre los valores de los precios del vino de traslado y del vino al consumidor en enero del año 1997 era 321 por ciento, mientras que al final de la serie, en diciembre del año 2013, esa diferencia era de 453 por ciento.
En gran parte del período analizado, la evolución de ambas series muestra cierto nivel de sincronización; sin embargo, a partir del año 2008 los precios al consumidor comienzan a despegarse, registrándose el valor máximo de esta serie en diciembre de 2013 y el valor máximo de precios de vinos de traslado en julio de 2010”, señala el reporte.
Según el estudio llevado adelante por Omar Miranda, director de EEA INTA San Juan, la diferencia en la evolución entre ambos precios se agudiza a partir de fines del año 2009.
Así, mientras que el precio real promedio anual entre los años 2010 y 2013 creció 15,5% a nivel minorista, el precio del vino de traslado disminuyó 8,9%.
“Si bien ya se dijo, estos precios están deflactados, los precios nominales o corrientes de ambos productos siguieron una tendencia creciente por efectos de la inflación; pero no deja de llamar la atención que, aun suponiendo un 0% de inflación en este período (deflactando), los dos precios siguieron caminos con distinta pendiente, aumentando el precio del vino en góndola y disminuyendo para el productor”, destaca el estudio.
Los resultados del reporte muestran que estas asimetrías en la transmisión de los precios a lo largo de la cadena comercial vitivinícola sostienen una tendencia creciente durante el período 1997-2013, lo que indica que los eslabones de la cadena que están más allá del eslabón primario tienen una posición dominante que les permite incrementar su margen comercial, tanto a expensas del productor (la tendencia se mantiene aun en años con disminución en la cosecha de uva) como del consumidor (el precio minorista creció en términos reales), incrementándose 132% la brecha entre las puntas del período considerado.
La concentración comercial en los eslabones últimos de la cadena o los diferentes costos de transacción que tienen los mismos podrían ser posibles explicaciones del comportamiento descripto, pero para afirmar algo en este sentido es necesario hacer un análisis profundo de la estructura empresarial involucrada y de los mecanismos de transmisión de precios”, finaliza el estudio.