Estimular la lectura infantil

En muchas ocasiones, el primer contacto de los niños con los libros se produce al comienzo de la edad escolar. Las ferias del libro infantil, como la que se realizó en la Nave Cultural, estimulan el interés por la lectura en niños y jóvenes, una materia

Estimular la lectura infantil

La reciente edición de la Feria del Libro Infantil, que organizó la Municipalidad de Capital, resultó atrayente por su incumbencia en la búsqueda de los incentivos para que los niños y adolescentes se plieguen al placer de la lectura.

Tal como estaba programado, la propuesta destinada a los más chicos convocó a libreros de la ciudad que, divididos en stands, acercaron sus propuestas a los padres que recorrieron el predio junto a sus hijos con el objetivo de compartir momentos amenos durante el reciente descanso escolar.

Es uno de los muchos esfuerzos que se realizan en diversos ámbitos para estimular el hábito de leer en sí mismo.

Se admite, en general, que los jóvenes y niños no leen porque en algunas familias resulta más cómodo que miren dibujitos por la televisión mientras que los mayores hacen otras cosas, en vez de ayudarles a leer.

Hay que sumar a esta circunstancia que hoy las computadoras u ordenadores, la play station y los teléfonos celulares, con sus mensajes de texto como sms o whatsapp, que deforman el lenguaje, dejan más distante el placer del relato de los textos, ya sean cuentos, historias y narraciones orales. Lamentablemente, los adolescentes, si no tienen el hábito de la lectura o un estímulo a acercarse a ella, encuentran más a tono con sus gustos sentarse frente al televisor o enfrascarse en el ordenador a jugar o chatear con los amigos.

Por eso, y aunque no se termine de solucionar el problema, la escuela pública desalienta la utilización de los modernos soportes electrónicos, salvo que su empleo esté relacionado a fines didácticos y de aprendizaje.

La escuela, entonces, es un eslabón básico para que los infantes y adolescentes accedan al hábito de leer y, por eso, aunque son prioritarios los contenidos de las materiales, la lectura no debería quedar relegada. Recordamos en este aspecto un comentario muy pertinente de la docente en lingüística de la Universidad Nacional de Cuyo, Liliana Cubo, quien confió tiempo atrás a Los Andes lo siguiente:

“No hay vueltas ni matices: a leer se aprende leyendo. Recuerdo cuando era profesora en la (escuela) secundaria. Con mis alumnos colgábamos un cartel en la puerta del aula: ‘No molestar, chicos leyendo’. Era una forma de valorar y respetar ese momento”.

Así como ponderamos los eventos del estilo de la reciente Feria del Libro Infantil, hay que poner en relieve también el servicio de promoción de la lectura de las bibliotecas públicas y populares, con la gran variedad de textos que poseen para chicos y la realización de talleres de lectura.

A los padres les compete asimismo involucrarse en el tema y ocupar algún momento del día para leer con sus hijos.

No hay duda, entonces, y como sostiene la Fundación Leer, organización sin fines de lucro creada en 1997, “leer a nuestros niños cotidianamente refuerza el contacto con los textos, fortalece vínculos y prepara el camino de un incipiente lector”. Pensamiento que completamos con una idea formulada por la embajadora  de Francia en México, Marysse Bossière, en la Feria Internacional del Libro Juvenil del país azteca en 2015, al sostener que “un niño que lee desde su más temprana edad será un adulto con mayor capacidad de retención, más maduro y más feliz, porque conservará por siempre la chispa luminosa y el espíritu de la infancia”.

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