En los últimos tres meses, la oferta ganadera ha aumentado para ubicarse en los niveles más altos en 10 años. Ese volumen alcanza y sobra para una demanda doméstica limitada, por la inflación y la caída de los ingresos de la población, y para una demanda externa limitada por el número de plantas habilitadas para China, mercado éste que ya absorbe 20 por ciento de la producción nacional de carne.
Está saliendo en forma estacional mucha hacienda del feedlot –en especial novillitos– y también muchos novillos; la oferta de vacas, aunque reducida por razones estacionales, es fluida y sigue siendo suficiente para las necesidades de la exportación.
No está a la vista –hasta fin de enero o febrero– una restricción importante de la oferta que fuerce subas de importancia en los precios de la hacienda.
El clima empieza a preocupar, porque los campos en el final del invierno, a causa de las heladas y de la seca generalizada, se han deteriorado mucho, y los vientres han comenzado a perder estado. La situación actual, tanto en materia de estado corporal de las vacas como de la receptividad de los campos de cría dista, en gran parte del país, de la que se tenía a la misma altura del año pasado, y que determinó índices de preñez superiores a los históricos.
En los últimos 12 meses, mientras que la inflación acumulada ha sido del 55 por ciento, el precio del novillito en Liniers ha crecido 39 por ciento y el ternero de invernada (180-200 kilo) lo ha hecho 48 por ciento. Un índice de insumos ganaderos que en el último año se incrementó un 35 por ciento, mientras que el tipo de cambio subió 42 por ciento.
El dólar en el último año se muestra creciendo por debajo de la inflación: 42 por ciento. Pero debe recordarse que en los 12 meses previos (septiembre 2017/septiembre 2018) el tipo de cambio había subido un 124 por ciento.
En este aquelarre de precios de la hacienda, del dólar y de los insumos, aparece claramente perdedor el valor del ternero de invernada, que en cuatro años (septiembre 2015/septiembre 2019) ha subido sólo un 190 por ciento, contra 310 por ciento que lo insumos, un 289 por ciento del IPC y un 515 por ciento del dólar.
El precio actual del ternero de invernada se ubica 13,5 por ciento por debajo del promedio histórico 2005-2018, habiéndose registrado el valor máximo de la serie (a moneda de hoy) en marzo de 2011, con 148 pesos por kilo, y un mínimo de 53,8 pesos por kilo en diciembre de 2008, en plena liquidación ganadera.
En cuanto al valor real del novillito (350 a 390 kilos) en Liniers, hoy se encuentra 11,8 por ciento por debajo del promedio 2005-2018, registrando su valor máximo, también a moneda de hoy, de 110 pesos por kilo en marzo de 2011 y un valor mínimo de 49 pesos por kilo en noviembre de 2008.
El precio real de la hacienda podría mejorar en los próximos meses, si se recuperan los salarios públicos y privados, los planes sociales, las jubilaciones y las asignaciones. Esto es porque el consumo doméstico sigue representando 75 por ciento de la demanda total, pero cualquier mejora nominal estaría condenada a neutralizarse en términos reales si no se combate seriamente la inflación. Cada salto inflacionario, cada suba abrupta del dólar hace retroceder el valor relativo del gordo y de la invernada. Una caída de la cual después le cuesta mucho recuperarse. La combinación de alta inflación y alta tasa de interés, es letal para el mercado de hacienda.
Fuente: AgroVoz