Zen para distraídos, un libro necesario para hacer pequeñas mejoras en nuestra vida

Monja Coen es budista, escritora y conductora de un programa de radio que dio origen a este libro con la idea de acercar el Zen de forma simple y divertida para aplicarlo en la vida cotidiana

Zen para distraídos, un libro necesario para hacer pequeñas mejoras en nuestra vida

La vida cotidiana nos tiene tan distraídos y alejados de nosotros mismos, tan absortos en nuestros trabajos, los problemas diarios, la situación económica del país y la pandemia que difícilmente nos tomemos unos minutos al día para conectarnos en nuestro propio bienestar. Por eso “Zen para distraídos”, de Editorial Planeta, es fundamental para comenzar a ver nuestro mundo interior y lo que nos rodea con nuevos ojos.

Monja Coen es una monja budista brasileña, que tiene un programa de radio. Pensar en esto es suficiente para tirar abajo todos los preconceptos acerca de la espiritualidad y la vida monástica, sea del credo que sea.

Ese programa fue el que dio origen a Zen para distraídos, en el que se rescatan charlas con los oyentes, consejos de Monja Coen acerca de cómo atravesar momentos difíciles y sobre todo, es una suerte de manual muy ágil y didáctico para aplicar pequeños conceptos del budismo sin cambiar nuestro estilo de vida, pero logrando cambios significativos en la calidad de nuestro día a día.

Con este libro se puede aprender técnicas de meditación, comprender el concepto de karma, entender el Nirvana, darle significado a la existencia, simplificar la idea del amor, practicar el desapego, ser más práctico, filtrar la información y tomar mejores decisiones. Y es muchísimo más simple de lo que parece.

Acerca de la autora:

Nació en San Pablo, Brasil, en 1947. Durante sus años de juventud ejerció el periodismo. Es la fundadora de la Comunidad Budista Zen Zendo Brasil, creada en 2001 en San Pablo. Oriunda de una familia católica, tomó los votos monásticos budistas en 1983. Residió durante ocho años en el Monasterio de Mujeres de Nagoya, Japón. Allí se graduó para dar clases de budismo a monjes y laicos. Bajo la dirección de Shundô Aoyama Dôchô Rôshi, su maestra de formación, fue la primera monja principal del monasterio. Además es autora de Ponto de virada, O que aprendi com o silêncio, 108 contos e parábolas orientais, A sabedoria da transformação y Aprenda a viver o agora.

Pero además es una mujer desbordante de energía, buen humor y ganas de cambiar el mundo.

¿Cohen es un hombre de nacimiento?

No es un nombre budista. El nombre de mi profesora es Co-en, en donde Co significa “suelo único” y -en significa círculo. Entonces Coen es un hombre que viene de un poema muy antiguo de la China que significa “La mente como la Luna”, que es un círculo completo en sí misma, que nada falta.

¿Existe esa tradición de que el maestro o el profesor les dé un nuevo nombre?

Sí, es como cuando pensamos en la iglesia católica cuando uno se torna religiosa cambia el nombre y el cambio de nombre está dado por el profesor, el maestro con el que hemos crecido juntos.

¿Usted era periodista antes de ser monja?

Sí, trabajé para el Estado de San Pablo, que es un gran diario vespertino aquí en Brasil. Era una experiencia muy intensa porque tenía que hablar con muchas personas: con los ricos, los pobres, los poderosos, los que nada tienen, y yo tenía sólo 19 años de edad. Así que estaba muy impactada con las diferencias sociales. Teníamos un gobierno militar en el ’68 en Brasil y había manifestaciones en la calle. Mis jefes no querían que yo fuera la calle porque era muy chica, y una compañera periodista, que era abogada, me decía “tiene que ir, tiene que saber lo que pasa en la calle” Así que yo iba y era muy intenso porque había personas muertas y dentro de mí me quedé pensando “será que no hay otro camino para las modificaciones sociales, políticas y económicas? Tiene que haber otro otro que no sea por la violencia de las armas. Podemos hacer transformaciones”. Así que comencé a preocuparme en ese momento que trabajaba como periodista, buscando otra forma que no fuera la guerrilla y violencia, y así fue que termine encontrando el zen budismo.

El periodismo es una profesión muy escéptica, no cree en cosas como lo trascendente. ¿Cómo fue iniciarse en una profesión que está tan lejos de lo religioso?

Sí, pero el Budismo Zen trabaja de una manera totalmente diferente a las otras tradiciones espirituales. La palabra zen significa meditación, y eso significa conocerse a sí mismo. Entonces el proceso de conocerme a mí misma fue un descubrimiento increíble por todo lo que había pasado en mi vida. El periodismo apenas pasó en mi vida y no fue la esencia de mi vida, así que el trabajo de conocerse a sí mismo, trascenderse a sí mismo e ir más allá de sí mismo es la esencia del zen. No tenemos la creencia de un Dios, sino que es un Universo de causas y condiciones: es la ley de la causalidad y para mí eso tenía mucho sentido.

Yo vengo de una familia católica apostólica romana y con 14 años le dije a mi madre “no voy más a la iglesia porque eso no tiene sentido para mí”. Empecé a buscar en la filosofía, de manera incesante, ¿quién es este Dios, de quién están hablando? Me aparte del cristianismo y empecé esta búsqueda muy personal de lo sagrado y encontré en la literatura Zen y después en las prácticas, en la meditación, que lo sagrado está en todas partes, en todo lo que somos capaces de percibir que no está separado de la vida diaria. Se cree que la experiencia mística está separada de la realidad, pero la experiencia Mística más importante es vivir la vida con conciencia y respeto a todas las otras formas de vida.

¿Qué se logra con la meditación?

Lo que hace la meditación profunda es que accedemos a una parte que se llama Samadhi, que es un estado en el que no hay ni dentro ni fuera de nosotros, y nos sentimos unidos a la vida en el planeta Tierra, que todos somos hermanos y hermanas, que no hay dos seres iguales pero somos semejantes, tenemos las mismas características humanas. Y la mente es para nosotros lo más importante. El proceso meditativo del Zen es conocer la Vida y el todo, no sólo mi historia particular que no es importante, sino que a través de ella es que voy a llegar a la Gran Mente donde todo está adentro. Esa es nuestra capacidad humana, porque somos el Todo manifiesto.

En Occidente existe la idea de que el budismo es sinónimo de paz, pero los seres humanos tenemos emociones positivas y negativas ¿Cómo manejan ustedes ese momento en el que se ven desbordados por las emociones?

Las reconocemos, por ejemplo, con la rabia la respiración se transforma. Entonces empezamos a trabajar el cuerpo y la respiración consciente con mis pensamientos, porque esto me está pasando porque tuve un cambio tan grande de sentimientos. No es que voy a calmarlo, sino pensar cómo voy a hacer para que no se repita cambiando lo que debe ser cambiado, no para pelear.

¿Cuáles son las consultas que recibe con mayor frecuencia en su programa de radio?

Ese programa se llama “Momento Zen” y fue el que originó el libro está basado en las personas que escuchaban la radio. “¿Qué es el zen?, ¿Cómo vive en una monja?, ¿Cómo trabajar con la ansiedad?, ¿Cómo trabajar cuando fui engañada por mi marido?Perdí un hijo, estoy muy triste, estoy de luto, ¿cómo trabajo la tristeza?”.

Cuando presentamos el libro en la Editorial Planeta nos dijeron “pero esto es un manual de budismo, esto no lo va a leer nadie” sin embargo es un gran suceso en Brasil, de todos mis libros es el más vendido. Eso es porque escribo muchas cosas que no son tan budistas, escribo cuentos que tienen pensamientos budistas pero no son exactamente sobre las enseñanzas de Buda. Este sí es un libro de enseñanzas budistas pero de una forma más leve, más popular, menos académica. El título no fue idea mía sino de la editora “Zen para distraídos” es para todos nosotros, porque todos somos distraídos cuando no prestamos atención, cometemos errores y podemos herir a otras personas. Entonces la idea es tener atención plena, que es el propósito del zen. Somos la vida, somos lo que está aconteciendo y es nuestro deber hacer el bien para el mayor número de personas.

La vida es muy estresante y a la vez hay mucha gente buscando una respuesta metafísica y paz interior. ¿Cómo se equilibra la vida actual con la búsqueda espiritual?

Podemos tener algunos minutos por día de la respiración consciente, es muy simple: nos sentamos en una silla con los pies firmes en el suelo y mantenemos la columna vertebral erecta, los hombros un poquito para atrás y para abajo, que abre el diafragma. Entonces hacemos una respiración pasiva, no hacemos nada, la caja torácica se abre sola, el aire entra y después soltamos despacito por la boca. Hacemos esto dos o tres veces y nos situamos en el ahora, porque nuestra vida es ahora, no fue ayer y está en otro lado. Nos situamos en el instante. Podemos hacer es ejercicio muchas veces por día si estamos trabajando en la computadora y nos sentimos estresados podemos parar un instante breve. Está probado científicamente que la meditación cambia las conexiones neuronales y que las áreas del cerebro que crecen y se modifican físicamente si hacemos largos periodos de meditación.

¿Es difícil meditar?

No, lo difícil es la imaginación que tenemos acerca de la meditación. Creemos que no podemos pensar, ¿por qué no vas a poder pensar, si estás vivo? La mente viva piensa, pero observamos los pensamientos y los no pensamientos. observamos las memorias, los sentimientos y todo lo que ocurre en nosotros. Porque la mente es incesante y luminosa, esa es una expresión de Dalai Lama. Y no tenemos que aquietarla, se aquieta por sí misma.Tenemos muchos estímulos que nos dan ansiedad, depresión, tristeza, estamos angustiados.

¿Qué es la iluminación?

Es una palabra proveniente de Europa y que fue traducida probablemente durante el iluminismo, pero lo que significa “Iluminación” es despertar. Para Buda, la persona iluminada es aquel o aquella que despierta, que ve la realidad como es, que siente placer en la existencia porque sabemos que nada es fijo o permanente y que todo pasa. Entonces estamos cambiando todo el tiempo no solamente el cuerpo físico sino también la manera de pensar y de ver la realidad, pero si despertamos podemos ver lo que es así como es y ese es el propósito del despertar, y al mismo tiempo, cuando nos damos cuenta de que somos una de las formas de vida que depende de todas las otras formas de vida y que precisamos cuidarlas porque nuestra supervivencia depende de la supervivencia de las otras especies, si vamos a contaminar todas las aguas, las tierras, y el cielo, no vamos a sobrevivir. Estamos interligados a todos y esta es la iluminación: la sabiduría, junto con la compasión, que son los cimientos del budismo

Un consejo a una persona que quiere comenzar a hacer trabajo interior

Actualmente por la pandemia tenemos muchos programas online. Hay grupos en Argentina y en varios países de América del Sur. Le diría que busque, encuentre e inicie la meditación, pero despacito. No quiera sentarse por una hora sino que se siente por 5 minutos, se ponga en una posición que no se vaya a dormir y comience a percibir la respiración, después de hacer tres respiraciones sólo respire por nariz y entonces observé cómo está respirando, cómo entra el aire y sale y lo que piensas y lo que no piensa, lo que pasa por tu cabeza observándolo, sin seguir el pensamiento. Observar que nada fijo, que nuestra ansiedad tampoco es permanente. Hay momentos de tristeza y hay momentos de alegría y empiece a apreciar su vida como es. No es cambiar el mundo, sino su relación con el mundo y ser capaz de comprender mejor que somos humanos, que fallamos y que corregimos los errores, que podemos percibir lo que estamos pasando y nos podemos cambiar a nosotros mismos y entonces ahí iniciamos a cambiar todo a nuestro alrededor nuestro razonamiento y la sociedad. Entonces cada uno se convierte en un centro de equilibrio y puede ayudar a otros a encontrar su centro de equilibrio, y si todos lo encontramos, entonces el mundo será mucho mejor. Conocerse a sí mismo a conocer la vida es conocer el todo y actuar de forma decisiva para el bien de todos. Es casi nada pero transforma toda la realidad sin guerras y sin violencia, sin odios, sin hablar de los otros, pero con altruismo y con una cultura de paz y de justicia.

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