Vivian transitó su infancia y adolescencia entre Estados Unidos y Francia junto a su madre. A los 25 años se instala individualmente en Nueva York y luego se muda a Chicago. Trabajó casi toda su vida como niñera y siendo ella niña, vivió una temporada junto a la fotógrafa Jeanne J. Bertrand.
Mucho se ha intentado reconstruir sobre la vida de esta artista anónima. Su obra, póstuma, consta de 120 mil negativos de los cuales 36 mil son autorretratos. Se cree que fue una persona solitaria y que creó gran parte de su archivo fotográfico en las calles de las ciudades donde más tiempo vivió.
Lo cierto es que en 2007, John Maloof, un coleccionista y amante de la historia de Chicago, accede a parte de su obra en una subasta. El material estaba allí porque en los últimos años de su vida, Vivian no pagaba la renta de los lugares donde vivó y entonces se fueron quedando con sus pertenencias. Las fotografías fueron compartidas en internet y su trascendencia fue tal que hoy es una fotógrafa conocida mundialmente y gran referente de su época.
La fotografía de Vivian Maier
Su trabajo tiene claras cualidades de una artista en lo técnico y en lo conceptual. En sus imágenes se pueden observar como elementos compositivos la regla de los tercios, la proporción áurea, las decisiones acerca de la preponderancia de la luz y la cantidad de objetos y sujetos fotografiados. También la intención con la que deseaba dar a conocer un momento o una historia.
Gran parte de su obra fue desarrollada con una cámara Rolleiflex, cámara que tenía el visor en la parte superior y se colocaba a la altura de la cintura para disparar. Esto le permitía tomar fotografías espontáneas, poco invasivas y de una belleza peculiar sobre la vida cotidiana. Una importante cantidad de las mismas fueron tomadas durante los paseos diarios que daba con los niños que cuidaba. La niñez y la calle son temática y escenario recurrentes en sus creaciones.
Cuando Vivian cambia de película blanco y negro a película color se puede observar cómo en sus fotografías hay más objetos que sujetos fotografiados; cómo comienza a transitar un proceso experimental diferente, con un mensaje más abstracto. De cualquier manera, no es algo ajeno a su obra integral en la que siempre hay experimentación jugando con el significado del tiempo, la presencia de la luz, los valores y las formas.
Además de ser una precursora de la fotografía de calle su trabajo está compuesto por casi un treinta por ciento de autorretratos, marcando precedentes en lo que hoy conocemos como “selfie” y siendo protagonista de sus capturas de un modo singular.
Se sabe que en varias de las casas donde vivió siendo niñera, tenía un espacio extra a disposición que utilizaba como cuarto oscuro para revelar. También que varios carretes fueron revelados después de su muerte porque, por tiempo o recursos económicos, no había tenido la oportunidad de hacerlo.
Vivian Maier es artífice de una obra de arte especialmente auténtica. Una intelectual que se relacionó con el mundo y compartió su mirada a través de la fotografía; inmortalizando momentos particulares desde la “invisibilidad”, pero con gran identidad personal y creativa.