Vilma Rúpolo: “La Vendimia tiene que hacerse y reflejar lo que está pasando”

La reconocida directora y bailarina cuenta cómo pasó su aislamiento y cómo ve el futuro, aun incierto, de las artes escénicas locales. Para ella la Vendimia 2021 tiene que hacerse sí o sí y hay que empezar a pensar en ella. Adelanta cómo se reconvertirá el festival Nuevas Tendencias.

Vilma Rúpolo: “La Vendimia tiene que hacerse y reflejar lo que está pasando”
Entrevista a Vilma Rúpolo. La actriz, fue directora de varias vendimias y es la coordinadora y creadora del Festival de Danza Nuevas Tendencias. También integra el Concejo directivo del Espacio de la Memoria, ex D2. Los Andes

A Vilma Rúpolo la recuerdan por su optimismo. Cuando el año pasado se juntó con otras 300 presas políticas de la última dictadura, se acordaban muy bien de la mendocina que, para hacer feliz a sus compañeras de celda en la cárcel de Devoto, les bailaba. Con su arte derramaba un consuelo en medio del horror circundante.

Y aunque esa situación era más cruenta, esta reconocida bailarina, directora y gestora reconoce por teléfono a Los Andes que “esto también es un horror”, refiriéndose a la pandemia de coronavirus.

¿Cómo pasó estos días difíciles esta directora de recordadas Vendimias? “Encerrada y cumpliendo con todo, pero siempre con los sueños vivos”, apunta, reafirmando el lado luminoso de su carácter.

Es que Vilma aprovechó el tiempo para muchas cosas. Entre ellas, por ejemplo, para ponerse al tanto con el cine, sobre todo Latinoamericano: “‘Zama', qué maravilla”, exclama, y dedicarle unas horas también a Federico Fellini, quien la enamoró hace décadas cuando “Ocho y medio” le enseñó que todo arte debía tener un sustrato vital. Una poética que hizo propia.

Pero hay más, porque Vilma no se ha quedado quieta puertas adentro. Los lunes, por ejemplo, le da clases a unos 35 alumnos de la Facultad de Artes y Diseño de la UNCuyo: en su casa se para, muestra las posiciones del ballet clásico y se filma. “Porque siempre hay que moverse, hay que moverse”, repite convencida ella, que también tiene la costumbre de hacer yoga con tutoriales de YouTube.

Pero aunque los intereses políticos estén hoy en otra parte, Vilma sigue firme militando justas causas como una carrera de danza en la Universidad y una Ley Federal de Danzas, viejas deudas del Estado con este sector. Además, su trabajo se ha enfocado también en buscar formas de reinventarse, “porque hay que reinventarse”, dice muy convencida, refiriéndose a los cambios que el distanciamiento social le impondrán a la próxima edición del Festival de Danza Nuevas Tendencias. Porque sí, Vilma confirma que se hace.

Un aniversario distinto

Este año se cumplen 25 años del festival de danza contemporánea más importante de Mendoza. Para la ocasión, Vilma Rúpolo -la directora y creadora - junto a su equipo ya había empezado a diseñar la grilla desde hace un año y medio. Iban a asistir Gustavo Lesgart, el bailarín Alejandro Cervera, que iba a montar un espectáculo y dar un curso, “y habíamos invitado a un grupo re groso de España, pero ya les escribimos que otra vez será”, lamenta Vilma.

“Teníamos armado algo súper caro, además, porque como nos habíamos inscrito en el subsidio de Iberescena lo habíamos planeado a lo grande... pero ahora tenemos otro formato, que tiene mucho de digital”, cuenta. Y aunque el cambio ha sido total -dramático, diríamos- no se escucha para nada descorazonada.

De hecho, con mucha felicidad es que adelanta su intención de llevar la danza a la calle, ya que lo más probable es que las salas permanezcan cerradas. Y también la solidaridad estará en primer plano, porque este año el premio se donará a un merendero. “Nosotros, en el mundo de la danza, nos dimos cuenta que si hay un peso tiene que ser para ser solidario”, reflexiona.

-¿Qué se les ha ocurrido?

-La idea es abordar las plazas de Mendoza, pero en simultaneo, y que la gente vaya a la más cercana. Y para que no se acumule tanta gente, hacerlo en dos horarios. Y por ahí con algún músico en vivo. Ya teníamos esa experiencia porque teníamos intervenciones urbanas en el festival. También vamos a organizar cursos, videodanza, y todo de esa forma virtual.

Por ahora lo vemos así, a medida que podamos avanzar iremos incorporando más cosas. Se nos han ocurrido mil ideas, como por ejemplo un camión con pantalla gigante, pasar por ahí una obra y que adelante bailen una o dos personas y vayan a los barrios... estamos hablando con los municipios. Así estamos, en pleno proceso de pensar cosas.

-Están en un gran desafío.

-A mí eso me alegra, porque planear, proyectar, es algo que levanta un poco la negatividad en la que estamos viviendo. Las artes escénicas van a ser las últimas actividades que se van a poder desarrollar plenamente, porque nosotros vivimos de reunir a mucha gente para que vivan un hecho artístico en vivo. Es la clave de la Vendimia, los festivales... que se junte la gente en la calle y los teatros. Pero bueno, por el momento se podría llevar belleza a las plazas. Eso me parece hermoso.

La idea es trasladar el evento de octubre a noviembre, "porque nos garantiza el calorcito de ese mes", apunta Vilma. No se arriesga a pensar aún si la situación, para ese entonces, seguirá igual o estará más normalizada. "Soy muy respetuosa porque creo mucho en los cuidados que hay que tener, nos cuidamos entre todos", dice con firmeza.

Eso sí, no deja de ser un momento complejo y triste. "La situación de los actores y actrices es el único dolor que tengo, porque afortunadamente yo todavía trabajo en la universidad, pero muchos trabajan eventualmente en las salas", lamenta.

¿Una Vendimia distanciados?

-¿Te imaginás una Vendimia alejada de la gente?

-No, porque la Vendimia es una celebración antropológica. Es la celebración de la identidad de una comunidad, no es solo un show para turistas. Ya han dicho que la Fiesta Nacional del Sol en San Juan es muy probable que no se haga, pero acá aún no se dice nada de la Vendimia (N. del R.: la ministra de Turismo de San Juan, Claudia Grynszpan, admitió que hay posibilidades de que la FNS 2021 no se realice dado que los recursos económicos de su cartera fueron a parar a los fondos de Salud Pública).

Pienso que hay que empezar a pergeñarla, pero la gente tiene que tener participación porque es esencial. Nuestra fiesta tiene arraigo, es una fiesta de la comunidad. No solo porque es un trabajo importante para los artistas, sino porque tiene el bagaje de lo propio. Y habría que considerar también las vivencias que estamos teniendo, porque esas vivencias hay que representarlas. En esta fiesta lo que hacemos, indirecta o directamente, es reflejar el animo de la comunidad. Es más buena en la medida en que refleje lo que se está viviendo. Tiene una forma, sí, pero siempre se tiene que decir lo que está pasando.

Vilma Rúpolo recuerda por ejemplo la Fiesta Nacional de la Vendimia del 2002, cuando después de la debacle económica se tuvo que rediseñar y adaptar al Estadio Malvinas Argentinas, lo que redujo el costo de la producción. A la semana siguiente, la escasa cantidad de artistas contratados generó un reclamo singular al que llamaron “Vendimia Paralela”, bajo la dirección de Vilma Rúpolo y Walter Neira. Murgueros, bailarines y otros artistas actuaron gratuitamente en distintas partes.

Vilma Rúpolo en uno de los ensayos de la Vendimia de 2002 que dirigió.
Vilma Rúpolo en uno de los ensayos de la Vendimia de 2002 que dirigió.

Ese es el deseo de la bailarina: que esta vivencia traumática del Covid-19 se traduzca en arte y en sentimiento popular. "Creo que hay que llevar la tristeza a la esperanza. Todo pasa, todo tiene que pasar. Y si no pasa en la realidad externa, no tiene que decaer. La Vendimia somos todos nosotros", remarca.

Por el momento, piensa que hay que enfocarse en proyectos y actividades que motiven. “Vamos a llegar a buen puerto, eso es lo que pienso. Y tal vez no se dé tan bonito, porque se avanza y se retrocede. Es una realidad incierta, por eso hay que encontrar cosas claras, que permitan agarrarnos de ellas. Por eso admiro por ejemplo a los que, en plena cuarentena, siguieron, y siguen trabajando. Todos deberíamos tratar de apoyarnos en algo, crear en el medio del mar un palo”, reflexiona.

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