Verónica Cangemi volvió a la actividad post pandemia con una agenda repleta, aunque en ciertas áreas de su vida continuó trabajando de manera virtual. Por un lado, a mediados de octubre se produjo su regreso al Teatro Colón, con una obra que había quedado sin presentar desde marzo del 2020, junto al argentino Rubén Dubrowsky y la Orquesta Estable dirigida por César Bustamante y al pianista Fernando Pérez, con un programa dedicado por completo a Mozart. Previamente, completó recitales y conciertos en Milán, Viena y New York.
Por otro lado, las actividades del Ópera Studio, dependiente de la UNCuyo, y el Programa de Canto de la Universidad de Congreso, -los cuales dirige- se mantuvieron vigentes desde aulas virtuales, con una currícula internacional, que la mantuvo atenta a las clases y las necesidades de los estudiantes.
En los próximos días estará en Bogotá, Colombia, previo a las presentaciones en Buenos Aires previstas para mediados de diciembre, para participar del Festival Internacional de Música Clásica, que convoca a las mejores orquestas, coros, ensambles, solistas y cantantes, convirtiendo a la capital colombiana en un punto relevante de la música antigua y posicionando este evento como uno de los más reconocidos de Latinoamérica.
Como si toda esta actividad fuera poca, también grabó un disco con su actual pareja, el empresario y músico Gustavo Grobocopatel. Se trata de “Canción cuyana”, que lanzará en noviembre Radio Nacional Clásica. “Por ahora no puedo contar mucho, hasta que sea el lanzamiento”, explica la cantante, pero adelantó: “Hicimos una producción que resalta la obra de grandes maestros de la música y la poesía cuyana, como Hilario Cuadros, Félix Dardo Paloma, Tito Francia y Tejada Gomez entre otros”.
Hija de la cantante y pedagoga Fenicia Cangemi, Verónica tuvo una formación atípica para un intérprete de ópera. Desde los 4 años (y alentada por su madre, que insistía en la importancia del aprendizaje de técnicas de respiración) estudió flauta con Lars Nilsson, legendario músico integrante del grupo Markama y docente sueco radicado en Mendoza en los años ‘60.
Desde niña tocó el violoncello, instrumento con el que se desempeñó por más de 20 años hasta que la vocación por el canto terminó por manifestarse.
Dos concursos nacionales le dieron impulso, hasta que el tenor Aldo Baldin la aceptó en su cátedra en Karlsruhe, Alemania; al abrirse una vacante en el cuerpo docente, Baldin invitó también a su madre, por lo que pudieron estar juntas.
En una entrevista realizada en octubre pasado con Los Andes, la soprano contó los motivos por los cuales se había mudado al vecino país: “Hace 3 años que pensamos en vivir en un lugar que tenga mejor calidad de vida, que sea sin contaminación, y esa fue la decisión. Gustavo tiene una casa hace 5 años acá, dónde tenemos una calidad de vida extraordinaria en medio de huertas del campo. La pandemia aceleró nuestro pensamiento. Siempre soñamos con estar acá pero era como muy lejano. Hoy por hoy con la tecnología uno puede trabajar desde su casa, entonces eso fue lo que aceleró el cambio. Nosotros nos vinimos en marzo cuando empezó la pandemia, por 10 días, y la verdad es que nos quedamos. Tomamos la decisión después de varios meses de estar en un lugar así, que es fantástico, y que se puede estar en contacto con el trabajo. Por supuesto que eso fue uno de los principales motivos: la manera de buscar una calidad de vida y sin dejar en mi caso mi trabajo”, subrayó.
En aquella oportunidad, Cangemi dio la noticia exclusiva a este medio, del disco que estaba por salir: “Te cuento algo que no se lo he dicho a nadie: Con Gustavo vamos a grabar un disco. Yo pedí grabarlo en Mendoza a partir del 12 de diciembre. Va a contener todo lo que es la música folklórica cuyana llevada a orquesta sinfónica y a música de cámara. El disco lo dirige Joaquín Guevara. Va a ser una propuesta para internacionalizar nuestra cultura, nuestro folklore cuyano. Esto no se lo había dicho a nadie todavía, por eso te digo que no me fui de Mendoza, solo me mudé por una calidad de vida”, destacó.
Hoy, a pocos días de ese lanzamiento, hablamos con Verónica Cangemi para conocer algunos detalles
¿Se puede adelantar algo del disco nuevo?
Lo hacemos desde un nuevo lenguaje más aproximado a la música de cámara. Nosotros creemos que los límites son más difusos. Trabajamos sobre armonías y arreglos vocales menos predecibles, provocadores, tratamos de explorar cosas nuevas. Hacemos 5 obras a dúo y luego algunas obras como solistas. Exploramos un sonido que viene de la ópera al folklore en mi caso y desde la música de cámara en el caso de Gustavo. Lo hacemos con respeto y compromiso pero lo hacemos desde donde venimos. Estamos dispuestos a correr los riesgos que vienen de los prejuicios. Esperamos con ansia que ya salga fines de noviembre.
¿Cómo fue tu presentación en el Teatro Colón?
En realidad yo tenía una ópera apenas empezó la pandemia. Nos íbamos a cantar a China con el Teatro Colón y también tenía una producción de Jerjes, de Händel. Esto era en marzo, así que tuvimos que suspender todo. Lo tuvimos que reprogramar para cuando se pudiera abrir el Teatro Colón con protocolo. Así que tuve el honor de poder hacer un recital de mi repertorio, que son como una playlist de las mejores arias que puede cantar una soprano en el mundo mozartiano.
Dicen que uno no es profeta en su tierra, pero yo tengo la suerte de venir de Europa una vez por año a cantar al Colon. Esta vez fue con un aforo del 30 por ciento. Justo al día siguiente se abrió más, pero al menos pude tener el público en vivo que eso ya fue un momento muy esperado para mí.
¿Qué temas integraron ese repertorio?
Fueron las óperas más conocidas de la trilogía mozartiana: Don Giovanni, Bodas de Fígaro y arias de concierto.
¿Cuáles son tus próximas presentaciones?
Ahora me voy a Colombia a cantar al Teatro Mayor, con una colega colombiana. Esto estuvo organizado desde Viena. Después vuelvo al Teatro Colón, con una ópera de Mozart que se llama “La finta giardiniera” y hago un rol protagónico también.
¿Venís a Mendoza?
Voy a visitar a mi familia y tengo la suerte de ver a mis hijos seguido porque los dos son artistas y viajamos mucho juntos. También voy a controlar el Ópera Studio que tengo en la UNCuyo, que ahora en noviembre va a hacer un concierto con orquesta y también a visitar a la Universidad de Congreso donde tengo un programa de canto. Esas son mis únicas razones, pero no para cantar.
¿Cómo se mantuvieron esas actividades durante la pandemia?
Fue maravilloso, no se paralizó nada, trabajamos como nunca. Fue el único Ópera Studio del país y de Latinoamérica al que se inscribieron personas de Cuba, Colombia, Venezuela porque nosotros fuimos los únicos que seguimos trabajando como si fuera presencial pero en un aula virtual. Mi objetivo era que nadie parara para estimular a los jóvenes y que no perdieran el camino. De hecho tuvimos felicitaciones de varios rectores de distintas universidades del país, porque se vinieron con nosotros y cantaban dos veces por semana con pianista y todo, como si estuvieran presencial.
¿Cómo es tu vida en Uruguay?
Estoy viviendo en Colonia, muy conectada con la naturaleza pero también con tiempo para estudiar, conectarme con distintos organismos, pero siempre con cierta tranquilidad.