Los maquillajes de rostro vienen en una infinidad de formatos: polvo, crema, gel, stick, entre otras. Sin embargo, no siempre se sabe muy bien cuál elegir a la hora de comprar uno nuevo. Es crucial aprender qué efecto da cada tipo de fórmula y cómo usarlas de manera estratégica para lograr el acabado deseado.
El rubor es uno de los maquillajes de rostro más usados junto con el bronzer. Este producto en tonos rosados, anaranjados y rojizos, genera un aspecto de sun kissed o “besado por el sol” ya que se coloca justo en las mejillas donde solemos quemarnos en verano.
No obstante, no todos los rubores dejan el mismo acabado en la piel: algunos la dejan muy luminosa, mientras que otros, más opaca. Por eso, a continuación te contamos las diferencias principales entre el blush en crema y en polvo para que pueda usarlos a tu favor.
Rubor en polvo
Este es el rubor clásico y original. El polvo suele venir compacto en una pequeña paleta y se aplica necesariamente con una brocha. Deja un acabado semi mate (dependiendo de si el producto tra brillos o no) y sella muy bien los productos que se pusieron anteriormente debajo; ya sea rubor en crema, base o corrector. Pero la gran desventaja que tiene es que hay que retocarlo durante el día porque se corre fácilmente.
Rubor en crema
Se puso muy en tendencia con la llegada del clean girl look y ahora es el elegido de los que prefieren un maquillaje natural y luminoso. Deja un acabado glowy que le sienta muy bien a la piel porque ilumina justo la zona del pómulo sin dejarlo oleoso.
Lo bueno: si no tenés ni conseguís un rubor en formato crema podés reemplazarlo con un labial de algún color que te guste. Lo malo: tanto los labiales como los rubores en crema o gel suelen ser muy pigmentados; por lo que te recomendamos ir aplicando de a poco y esfumando con los dedos y/o una brocha.