El boxeador mendocino Alejandro Lavorante tenía todo para convertirse en mito: transmitía épica, conquistaba con su belleza y sus buenos modales, tenía un sueño ambicioso en la mente y, cuando estaba en la cima, una lesión cerebral ocurrida en el ring lo frenó, lo dejó convaleciente en diversos hospitales y ocurrió la trágica y prematuramente de los mitos. Integró, ya en 1964, el famoso “Club de los 27” de ídolos caídos.
Solo era cuestión de tiempo para que su vida inspirara algún libro. Una deuda que salda, con su mirada periodística, el mendocino Rolando López, uno de los mejores cronistas de la provincia. “El boxeador que sonreía demasiado”, que sale a las librerías este mes, editado por Ediciones Culturales Mendoza, es una exhaustiva crónica novelada de este personaje, a quien llegaron a apodar en Estados Unidos “el lindo que pega duro”.
El lanzamiento oficial es el 20 de agosto, día a partir del cual estará disponible en la librería pública Gildo D’Accurzio (España 1260, Ciudad de Mendoza).
Alejandro Lavorante, de joven, dejó su país, recaló en Venezuela y finalmente llegó a Texas, donde comenzó a pelear de modo profesional por primera vez en su carrera. Tocando el estrellato en Los Ángeles, llamó la atención de la prensa californiana, de la argentina y de todos los que iban a verlo. Frank Sinatra olfateó la fascinación que podía lograr ese hombre de un metro y noventa y cuatro de alto, y hasta llegó a proponerle trabajar en una película.
Con Lavorante, Rolando -quien se define como un “cazador de personas ignotas con historias dignas de ser contadas”- tenía mucha materia, pero faltó precisamente material.
Delinear un retrato tan lejano fue todo un reto de investigación periodística. Rolando viene preparando el texto desde hace varios años. Para conseguir fuentes llegó a publicar en los clasificados de este diario en busca de personas que lo hubieran conocido. Navegó en internet, pagó por los archivos digitales de esos años de Los Angeles Times, se contactó con los familiares que viven aquí y Rosario, donde vive la mitad de la familia Lavorante. Muchas entrevistas en profundidad y mucho cotejo de material que, en algún punto, se volvió una obsesión.
"Pero no es un libro de boxeo -apunta el autor-, es una vida que está enmarcada, que tiene como telón de fondo esa práctica, pero no es para especialistas, ni van a encontrar términos específicos".
-¿Qué fue lo que te atrajo del personaje?
-Me llamó la atención la situación de arañar el sueño anhelado y no poder alcanzarlo. Ese es el leitmotiv filosófico del libro. Todo lo que uno puede hacer para llegar a algo y no se logra por distintos motivos. Lavorante nunca salió campeón, por lo que la historia termina rodeada de cierta nostalgia, porque no se llega tercero en el ranking mundial de pesos pesados sin haber dado todo de uno.
"Igual es una biografía bastante fundamentada. Salvo un par de cosas que no pude corroborar y fueron noveladas", aclara. "Y narra también una época: cómo el capitalismo ya empezaba a sacar los dientes y empezaba a usar y tirar a las personas".
Por eso define que la historia, muy conocida por los amantes del boxeo, tiene un desenlace triste, aunque en el trayecto puede haber situaciones cómicas.
-El boxeo fue llevado mucho a la literatura...
-El tema del boxeo es que es mucho más literario que cualquier otro deporte, porque se mezclan otras cosas. El ser humano común y corriente es un boxeador en sí mismo, que cada noche vuelve a su casa después de pelear en el ring. Es esa la analogía que quise trabajar en el libro.
Pero aunque los antecedentes nos conecten con famosos relatos argentinos, de Cortázar o Piglia, por nombrar algunos, él no se considera un gran consumidor de "boxeo literario". "Sí puedo sospechar que la relación literaria se da más que con otros deportes por la situación de masividad y por tener en sí hay mucha lírica, mucha épica".
El autor
Rolando López es periodista y escritor, trabajó en diarios y revistas, especialmente en temas vinculados a Policiales, sección en la que se destacó en diario Los Andes durante años. Ganó ocho premios en concursos de crónica periodística que están compilados en "8 Premiadas", uno de sus libros. Se dedica al periodismo freelance y a escribir biografías a pedido, en calidad de escritor-fantasma.
“El boxeador que sonreía demasiado” es su séptimo libro, después de títulos como “Partes diarios” (Diógenes, 2000), “Entrevista con el bandido” (Diógenes, 2006), “Diario de un padre separado de su hija” (Cuatro Vientos, 2009), “Textos de periodismo para no morir en el bostezo” (Diógenes, 2011), “Canelo, el perro que esperó a su dueño durante 12 años” (Diógenes, 2015) y “Ocho premiadas” (Ed. Bruma, 2019).