Eso no es teatro, tampoco es cine o una propuesta audiovisual. Pero ante el cierre de las salas y centros culturales, los actores, actrices y dramaturgos se vieron en el limbo de pensar su trabajo desde el plano de la virtualidad.
Hoy el encuentro cara a cara, la experiencia del aquí y ahora en el teatro vivo no es posible y se vislumbran largos meses para que vuelva a suceder. Y en el mientras tanto, el streaming y el encuentro a través de las plataformas virtuales se convirtió en el espacio para que los artistas propongan esa teatralidad que antes la vivíamos en una sala.
Las primeras propuestas llegaron de la mano de elencos y artistas del teatro porteño, que con la plataforma Teatrix vieron una salida laboral. Hace unas semanas el batacazo lo dio Martín Bossi con su unipersonal online “Clandestino”, con el que vendió más de 25 mil entradas en tres funciones.
Pero el colectivo de artistas de la escena mendocina independiente no se quedó afuera de la tendencia y apostó por este formato diferente, que les permite continuar en actividad.
Mayor audiencia menos rentabilidad
Después de dos meses con el telón cerrado en Mendoza surgió la plataforma Teatro en La Nube, con el fin de publicar el registro de producciones mendocinas, una fuente laboral para los artistas y una alternativa de calidad para que la gente vea teatro local.
A casi cuatro meses de su desembarco el resultado es alentador. “La plataforma está funcionando desde su lanzamiento de una forma constante y siempre hay un flujo de gente que entra, otra que se suscribe y el que compra una entrada. En total hemos tenido unas tres mil quinientas visitas a la página, de ese total dos mil personas han sido recurrentes. Y unas cuatrocientas se han suscripto y solo han comprado entradas la mitad, o sea unas doscientas personas. Lo cual no es poco para nosotros, porque si hacemos una extrapolación de lo que ya era el teatro independiente en la sala, donde tal vez en una sala de 30 personas había veinte. Creo que es positivo el número y esperamos crecer en la compra de ticket, porque es lo que repercute en el ingreso del artista o elenco”, comenta Francisco Giordano uno de los creadores del sitio y actor del elenco Gótico Teatro.
Si tenemos en cuenta la capacidad de las salas independientes que ronda entre treinta y setenta butacas, en las funciones muchos elencos no lograban agotar entradas, lo que daba cuenta de una debilidad de los consumos culturales en la provincia. Y esa perspectiva con la audiencia virtual se multiplicó. Es el caso del ciclo Latidos que durante los fines de semana de agosto encendió la cartelera de La Casa Violeta.
“En el caso de las funciones que se hicieron vía streaming superaron las 120 personas en todos los casos. Y para nosotros que tenemos una capacidad en la sala de cincuenta personas ha sido muy beneficioso. Por otro lado, se amplió el público y el vínculo fue diferente, porque participaron personas de España, Estados Unidos, Perú, Chile, Ecuador, Bolivia disfrutando a la par lo que sucedía y pasaron alrededor de mil personas con todas las actividades que se propusieron. Eso es mucho para nosotros y más en estos tiempos. Y estamos encontrando el teatro que es diferente, pero se da esa teatralidad, se mantiene la adrenalina de entrar en escena y la respuesta del público cuando se abren los micrófonos emociona”, cuenta Andrea Simón actriz y gestora Cultural de la sala de Godoy Cruz.
Un aspecto positivo que arroja el streaming es la aparición de nuevas audiencias. No solo porque da la posibilidad de expandir la frontera provincial, sino que hay un público curioso que no asistía a las salas y ahora se vuelca a ver teatro a través de la pantalla.
“Un dato que se desprende de las encuestas posteriores que enviamos a quienes se suscriben y compran una entrada, es que a la gente le gusta la propuesta y lo sorprendente es que el público es nuevo, porque el 90% no pertenecen al círculo íntimo de los artistas, algo que pasaba habitualmente en las salas. Además algunas personas han tomado el hábito de comprar cada fin de semana su entrada”, detalla Giorgano sobre las audiencias de la plataforma Teatro en la Nube.
¿Pero es rentable el streaming para los artistas? Hasta ahora la mayoría coincide que la experiencia online no se compara con las presentaciones en las salas y la ganancia queda muy por debajo de lo que estaban acostumbrados a percibir en cada presentación.
“En las vacaciones de invierno nos fue bien, vendimos ticket pero no se compara con una temporada habitual del teatro. Sería imposible vivir del streaming, porque los ingresos no costean los gastos que hay detrás y mucho menos son un salario digno como trabajadores de la cultura”, confiesa Romina Cano programadora del Teatro Selectro, uno de los espacios con mayor concurrencia en los últimos años que proponía una cartelera con espectáculos locales y foráneos.
En igual sintonía, el actor y clown Víctor Di Nasso quien realiza intervenciones en sus redes sociales y funciones virtuales con una contratación previa sostiene que es la única alternativa viable en un contexto complicado para el sector, pero la ganancia no se puede comparar. “Es muy diferente y está por debajo de lo que ganaba antes de la pandemia. Casi todos los fines de semana hacía una función, más las presentaciones privadas o los talleres, no se compara con una sola presentación por streaming o con la gorra virtual. Lo que sucede es que hoy lo poco es mucho por la situación de los artistas. Incluso las contrataciones que surgen de espacios estatales no están muy por debajo de lo que se facturaba en el pasado. Pese a que me sorprendió lo que recibí en la gorra virtual en vacaciones de invierno, es incomparable con la temporada del año pasado”.
Pese al esfuerzo y la apuesta del público, la carga impositiva sobre el valor de las entradas en las plataformas no desapareció y eso complica aún más una salida económica viable.
“Hay un dato que no es menor a tener en cuenta en el teatro por streaming. De cada entrada que se vende se sigue cobrando el porcentaje de Argentores, la retención de Ingresos Brutos, de IVA y la comisión de las tarjetas de crédito. Y eso achica el porcentaje de ganancia para los elencos”, aclaran desde Teatro en la Nube.
La virtualidad como complemento
Con sus fortalezas y debilidades, los espectáculos por streaming llegaron para quedarse. No buscan reemplazar la experiencia del show en vivo, pero es una alternativa que los propios artistas y gestores culturales sumarán a las actividades y proyectos.
“Creo que el streaming se va a quedar, y de a poco vamos a encontrarle la vuelta a los formatos y al vínculo con el público, construir audiencia digitales, pero una cosa no quita la otra. Es un adicional que quedará como algo anexo al teatro. Por el momento es una forma de estar presente, de contar historias, no llega a ser rentable pero vale la experiencia”, sostiene Romina Cano que entiende esta alternativa como algo novedoso y una construcción entre público y artistas, que necesita tiempo.
Sostener el sitio y apostar al crecimiento es el pilar de Teatro en la Nube. “Creemos que este espacio y esta forma tiene que mantenerse. Creo que es cuestión de tiempo en un momento complicado para todos. Lo positivo de todo es que ha servido para repensarnos, porque antes de la pandemia estábamos en un lugar cómodo y ahora estamos obligados a pensar lo nuevo y mejorar”.
Desde la virtualidad o en la vivencia en el espacio real, el teatro independiente siempre estuvo en la vereda de la resistencia y en tiempos de crisis sabe cómo resurgir de las cenizas.
“Creo que la gente reconoce que el trabajo llegue desde artistas y espacios independientes. Es un extra y por eso apoya este tipo de propuestas. Hay que reconocer el trabajo que se hace continuamente desde los lugares independientes y eso sostiene la cultura más allá de cualquier adversidad y apoyo institucional. El teatro independiente resurge en los momentos de crisis, eso es histórico y está pasando hoy”, concluye Andrea Simón sobre la apuesta de la escena independiente mendocina para seguir en cartelera.