El poder de la palabra. El ser humano es sujeto de palabra. El trasfondo que ellas acarrean. Muchas veces, la mente, o en realidad nuestra conciencia, no toma dimensión de lo que por la boca expulsa.
“El paciente dice más y menos de lo que cree”, dijo Gabriel Rolón en una entrevista, demostrando cuál es el foco principal al que apunta Palabras Cruzadas.
Este libro recorre diferentes temas a lo largo de seis casos clínicos que llegaron al diván de Rolón. Edades diversas, sexos diferentes, familias y orígenes variados. Las diferencias son claras, pero las similitudes también.
El inconsciente se pone en juego cuando el paciente se sienta de frente al analista, sin poder escapar de sus conflictos internos. Sobre la mesa se juegan las cartas, y es deber del especialista poder recoger las piezas que cada una de ellas deja en evidencia.
Rolón nos hace ver, a lo largo de estos casos, que el psicoanálisis es una especie de rompecabezas. Cada palabra, cada expresión, cada gesto es una señal que ayudará a armar ese collage final, donde el paciente encontrará la verdad, y con suerte, la paz.
“Al analista no le interesa el lenguaje como elemento de comunicación. Le importa el lenguaje como ese punto en que falla. Momentos en los que el paciente habla y no sabe lo que dice. Más que el lenguaje, nos interesa el basurero del lenguaje”, expone en Palabras Cruzadas.
La sexualidad, el deseo, la culpa, la paternidad, el duelo… Cada uno de estos seis casos expone diferentes temáticas a la hora de analizarlo. Pero más allá de las diferencias, la similitud está marcada principalmente por el poder y la resignificación de las palabras.
Del dolor a la verdad
El nombre del libro es Palabras Cruzadas: Del dolor a la verdad. En una entrevista, Rolón dice que éste “es el camino del análisis”. Y en ello se resume todo un camino que el paciente emprende a la hora de entrar en este vínculo que crea con el analista.
Lo interesante de este libro es cómo el especialista va recorriendo las historias de sus pacientes con delicadeza, sin apuros, con las preguntas justas y siempre dándole el espacio al analizado a poder sacar sus propias conclusiones de aquello que lo angustia, que le duele, pero que no conoce de dónde se origina.
A lo largo de estos seis casos, encontraremos cómo aquellas palabras soltadas al azar terminan desencadenando en hechos que marcaron un antes y un después, por más insignificantes que resulten para el paciente.
“Los analistas no somos dadores de respuestas, somos generadores de preguntas”, dice Rolón, y en esta obra lo demuestra. El lector será testigo de cómo preguntar lo justo en el momento exacto, puede ser el desencadenante para encontrar aquel sentimiento oculto que nos acongoja.
Por otra parte, esta edición definitiva, como decidió nombrarlo su autor, invita a la revisión del paso del tiempo. Cómo algunos de sus casos hoy tienen otra relevancia, otra solución u otra interpretación; y cómo algunos aún continúan establecidos en el debate, en la mirada discriminatoria.
El aborto y el abuso sexual se ponen en juego en el caso de Mora, la violencia de género en Luciana, la diversidad sexual en Rocío y Víctor. Temas que hace más de una década atrás eran abordados completamente diferente a la realidad que hoy vivimos.
Hoy, en pleno 2022, releemos estas historias y entendemos lo que había detrás de aquellos casos hace tanto tiempo. El miedo a contar, el miedo a mostrar. La situación hoy es otra, pero echar un vistazo al pasado es una práctica que nos invita a reflexionar, a entender y a empatizar.
Uno a uno, los casos
Uno de los focos más interesantes del libro, además de lo que venimos hablando acerca de la reflexión y el poder de las palabras, es la variedad de temáticas que el psicoanalista ha decidido abordar en los casos seleccionados.
Cada uno de ellos, además de hacernos ver el trasfondo detrás de cada uno de los casos e ir armando la historia de a piezas, aborda una temática central que deriva de situaciones pasadas.
Hablamos de que cada uno tiene sus propias diferencias. Y es lógico, son personas distintas, con historias diversas y situaciones completamente diferentes unas de otras.
Sin embargo, la palabra es lo que las une a todas. Cada uno de los seis pacientes irá develando “sin querer” datos completamente necesarios para establecer aquel rompecabezas.
En el caso de Norma, el primero de ellos, un detalle insignificante como una fotografía que nadie tomaría, termina por detectar aquello que tanto la aterra: el abandono.
Por el lado de Luciana, comenzar la sesión con frases como “nadie me quiere”, “soy mala” y “abandoné a mi mamá”, son los disparadores que terminan uniendo las piezas para entender que la culpa es el sentimiento principal de ella. Y que la violencia se convierte en una consecuencia de ello.
El duelo llega de la mano de Rodolfo. Aunque no el duelo de la muerte física, sino el duelo de todo aquello que tuvo que abandonar por las circunstancias de la vida. Y aunque el paciente no las haya interpretado como tal, el analista nos va demostrando que aquellas pequeñas decisiones de relego van tejiendo una red que lo encerrará sin salida.
La adolescencia es, como los psicólogos aseguran, la etapa más importante de la vida de una persona. En ella se forma la personalidad, el sujeto comienza a adoptar reglas del bien y el mal. Y en ese caso, Rocío comienza con el pie izquierdo.
La sexualidad se pone en juego en este cuarto caso, al igual que la pérdida y el duelo. Una cabeza y una psiquis en desarrollo que se ve afectada por la culpa, el señalamiento y la orientación sexual que la adolescente refleja, a través del enojo y la frustración, en el otro.
Llega la historia de Víctor, una de las más complejas e interesantes de este recorrido. Un hombre rodeado de mujeres sin placer, un padre culposo de una doble vida, una sexualidad que no logra encontrar su refugio lejos del miedo y el repudio.
El caso de Víctor nos encierra entre la espada y la pared, a nosotros como lectores y a él como paciente. Con pequeños pasos, Rolón lleva a su paciente a entender que la sexualidad es personal y se vive como uno lo desea. Eso no quita ser buen padre, buen amigo o buen amante.
Finalmente, el caso agregado de esta nueva edición aborda la sexualidad, el trauma, la soledad y el abuso. Mora es una mujer que su vida, sus deseos, su felicidad se han visto “interrumpidos” por diferentes situaciones.
Rolón es el encargado de llevarla en un camino donde la aceptación de lo que es, de lo que fue y lo que nunca podrá ser es necesaria. La liberación es su gran premio por una vida de ceder y sufrir a causa de las acciones de otros.
Con este último caso, el escritor y psicoanalista intenta cerrar un ciclo de historias que nos van guiando por el camino de la liberación y a entender que la palabra, como lo dice a lo largo de todo el libro, puede ser la herramienta indicada para sanar.
“El psicoanálisis no es una terapia como las demás… Busca que alguien sea una persona que no hubiera sido nunca si no se hubiese analizado”, dice Rolón en la última página de su libro.