“Me gusta todo lo que se genera alrededor de la Fiesta. Esa cosa mendocina de ir con la familia o amigues a estar en el centro”, reflexiona el artista plástico mendocino Maurici* Poblete sobre la Vendimia, y la remata así: “Lo demás, me da ‘cringe’ " (vergüenza ajena).
Es directa, incisiva y no le tiene miedo a decir lo que piensa. Por eso, y mucho más, es que la Chola -su álter ego- se ha convertido en una de las artistas contemporáneas más renombradas del país. Acuarelas que unen el universo precolombino con lo queer, esculturas de pan, fotomontajes y performances que resignifican la papa y el ajo, cosechas ancestrales exportadas después a todo el mundo y apropiadas por el capitalismo.
La Chola vive un ascenso rutilante desde que dejó Mendoza para irse a vivir a Buenos Aires, en 2018. Y este año comenzó proyectándose incluso más allá, puesto que se ha destacado en la última feria ARCO de Madrid, donde tuvo un cara a cara nada menos que con la reina Letizia de Borbón. El evento, que se realizó entre el 23 al 27 de febrero, es la meca del arte contemporáneo en habla hispana y congregó a 185 galerías de 30 países.
Argentina solo participó con tres galerías: Piedras, HACHE y PASTO, cuyo director César Abelenda eligió a la mendocina como única propuesta del espacio. En su visita por la sección latinoamericana, llamó fuertemente la atención de la reina, quien se acercó a ella y quiso saber de su obra. ¿La razón? Ella pone su etnicidad en primer plano, hablando al mismo tiempo del género, el cuerpo y la identidad.
Explica su porfolio: “Su trabajo aborda los dilemas de su herencia mestiza, focalizando en la figura de ‘̈La Chola’̈, una identidad cultural en la que se vuelven visibles las tensiones inherentes a los pueblos originarios, donde conviven la explotación laboral, la marginación social pero también su exotización estética y su explotación comercial. De este modo, el arte de Poblete proyecta, entre la denuncia política y el uso crítico de los estereotipos, un sofisticado imaginario queer capaz de poner en crisis ciertos paradigmas culturales y las taxonomías de género”.
- ¿Cómo te autopercibís, Chola, y cómo querés que nos refiramos a vos en la nota?
-Soy antes que todo Marrón (N. del R.: indígenas o mestizos), no binario, quizás trans. Preferiría no etiquetarme, porque voy cambiando todo el tiempo. Prefiero que me traten en femenino o neutro.
- Tu participación en la feria ARCO de Madrid fue una de las más comentadas, ¿qué obra expusiste y qué te dejó esta experiencia?
- Participé en Arco con un solo project, con la Galería Pasto. Expuse una fotografía que formó parte de la reciente muestra individual “Tenedor de Hereje”. Dos acuarelas de 200x153 cm que forman parte de la serie “Virgenes cholas” (”La Virgen del cerro “y “la Virgen no binaria”) . Dos pinturas y cuatro máscaras de pan. La experiencia de viajar a España para visibilizar mi trabajo ha sido increíble y también un acto político. Nos fue bien en cuanto a las ventas pero me quedo con la experiencia de conocer a curadores y otros agentes de la cultura.
- Fuiste uno de los artistas que más llamaron la atención de la reina Letizia y pudiste hablar con ella, ¿cómo fue el encuentro?
-La casa real eligió nuestro stand dentro de la sección Latinoamericana “Nunca lo mismo”, comisariada por Manuela Moscoso y Mariano Mayer. El día previo a la visita de los reyes nos dieron el protocolo de cómo deberíamos recibirlos y comunicarnos con ellos. Por el tema de la guerra, el Rey se ausentó pero nos visitó Letizia. No hice reverencia y ni bien nos miramos ella me dice: “¿Tú eres Chola?”. Y respondí: “Nos reencontramos 530 años después”. Luego le hice una visita guiada, ella estaba muy interesada y me preguntó con qué pronombre me sentía más cómoda. Hablé de racialización, de identidad, de la conquista, lo precolombino, el género, etcétera. Estuvo muy receptiva, tiene una mirada punzante. Fue como hacer una performance.
- La herencia colonialista es algo muy discutido actualmente en Europa, al punto que algunos museos restituyen piezas saqueadas. ¿Cómo te posicionás frente a este tema?
-Está claro que es el saqueo y el genocidio más grande de la historia. Desearía que nos devuelvan lo nuestro, pero es algo simbólico. Nuestros pueblos originarios fueron exterminados. ¿Cómo nos devuelven esa parte de la historia?
- Si bien lo colonial fue uno de los primeros temas en tu trabajo (recuerdo a la Chola naciendo como una Venus europea en un fotomontaje), no se agota ahí, y es un personaje que habla sobre todo de su cultura ancestral, como el pan y las papas, además de quebrar los paradigmas de género. ¿Cuándo y cómo fue el nacimiento de la Chola como tu álter ego?
- Empecé a trabajar con mi cuerpo a partir de la serie “Nascita si Chola”, donde cuestionaba el estereotipo de belleza, lo hegemónico. Fue una forma de homenajear a las mujeres de mi familia. También pensaba qué otras identidades-géneros podían habitar un cuerpo.
- ¿Cuándo te fuiste a Buenos Aires y cómo es hoy tu relación con Mendoza?
- Me fui a Buenos Aires en el 2017-2018 a hacer el programa de artistas de la Universidad Torcuato Di Tella. Y desde ahí no volví. Tengo una red de amigues-flia increíble. El contexto ha hecho que mi obra pueda crecer y la idea de ser artista se volvió real. Mendoza tiene una cantidad y calidad de artistas increíble, pero las políticas culturales, si es que las hay, son pésimas. Hay muchos colegas que se quedan ahí generando y armando una escena. Sí existe la escena mendocina y es muy distinta a las otras. No existe esa cosa centralizada. Es más orgánica y expansiva. Sigo teniendo la misma relación con les amigues que tenía ahí, aunque algunos se vinieron a Buenos Aires. Pero siempre vuelvo, sobre todo por mi familia, las acequias, la tortita, el cerro...