A pocos días de que los hijos de Ricardo Fort cumplan la mayoría de edad, Eduardo Martínez se quitó la vida. El hombre era personal trainer y expareja del empresario chocolatero y su persona de mayor confianza por lo que lo nombró tutor de Marta y Felipe Fort, de quienes se hizo cargo desde la muerte del mediático.
A pocas hora de la muerte de Ricardo Fort, el 25 de noviembre de 2013, Gustavo Martínez anunció que es él quien se quedó a cargo de los mellizos, ya que fue nombrado tutor legal de quienes entonces eran unos niños.
Esta madrugada murió al caer del piso 21 del departamento ubicado sobre la calle Sucre al 1900, en el barrio porteño de Belgrano. Su abogado, César Carozza, confirmó ante los medios que se trató de un suicidio.
El papel principal de Gustavo Martínez en la vida de Martita y Felipe Fort
Gustavo era la persona que se encargaba de todo: los acompañaba a todos lados, vivía con ellos, viajaba con ellos, los llevaba al colegio y a cada una de sus actividades.
En el momento en el que se hizo responsable de los chicos, ellos tenían 9 años e incluso fue quien se encargó de darles la noticia de que había muerto su padre. Por lo que desde ese momento y hasta su muerte, fue la figura “paterna” de Felipe y Martita.
“El poder se hizo en 2010, donde dice que soy el tutor legal de los chicos hasta que cumplan 18 años”, agregó por ese entonces y se mostró conmovido al hablar de su ex pareja.
“Quiero que lo recuerden como un buen tipo, con sus defectos y errores. Entiendan que fue una persona generosa, siempre quiso ser artista, estaba orgulloso de lo que hacía. A mí me llenó de felicidad, me hizo tener una familia hermosa y con él compartí los mejores años de mi vida”.
Ricardo y Gustavo se pusieron de novios cuando el empresario tenía 30 años y allí comenzaron un plan de familia, el que incluía hijos. Pero luego de seis años de estar en pareja, rompieron y Fort siguió con la idea de ser padre.
Pese a que ya no estaban juntos, siempre contó con el apoyo de Gustavo. Por lo que meses antes de morir, Ricardo realizó un poder a través del cual dejaba establecido que si algo le sucedía, su amigo quedaba a cargo de la tutela de los chicos, que en ese entonces tenían solo nueve años.