Puede que a muchos de nosotros, seamos fanáticos o no, nos interese conocer más sobre la vida de Natalia Oreiro, desde su vida en Montevideo, pasando por la publicidad de tampones que tanto dio que hablar en los últimos días, pasando por las novelas que nos conquistaron, las películas, sus discos, hasta su vida hoy, con un matrimonio feliz junto a Ricardo Mollo. Puede que todo esto resulte interesante, claro, pero no es suficiente motivo para engancharse viendo algo en la marea de contenidos de Netflix.
En cambio: ¿a quién no le interesaría saber por qué Natalia Oreiro causa locura en Siberia? ¿Quién no quisiera saber cómo es hacer una gira en la gélida geografía rusa? ¿Quién no quiere escuchar el testimonio de esas mujeres que se volvieron fan de una “Muñeca Brava” siendo niñas y ahora, pasando los 30 años, conservan el amor intacto en las venas? Eso también es parte de “Nasha Natasha”, un documental que fue rodado en 2014, estrenado en 2016 y recién llegó a la gran N del streaming hace unos días. Y no importan las variables temporales: el fenómeno sigue igual que ayer en los países de la ex-Unión Soviética, en Israel, Filipinas y tantos lugares más.
Martín Sastre, el director, logra un retrato cabal de persona y personaje, de biografía y mitología, de interioridad y fenómeno social. El hecho de que sin dudas sea un documental promocional no quita valor a todo lo que revela, e incluso a sus elecciones estéticas, como los momentos de Oreiro en silencio y soledad en el vasto paisaje ruso.
Claro que también hay entrevistas a famosos, como Mollo y Facundo Arana, y la inevitable imagen de cómo es su relación con el pequeño Merlín Atahualpa. Pero insistimos: lo revelador son los testimonios de esas mujeres lejanas a las que Natasha (como la conocen allá) les cambió literalmente la vida.