En las últimas semanas, ha cobrado notoriedad una serie de publicaciones en redes sociales bajo el hashtag #HealingBreastImplantIllnes, o por su nombre en castellano (aunque menos frecuente en redes sociales) “enfermedad de los implantes mamarios”. Es tan explícito y largo el nombre, porque aún no hay una forma consensuada de denominar a las diferentes afecciones que sufren algunas mujeres luego de colocarse prótesis mamarias, de las cuales no fueron informadas adecuadamente previo a la cirugía, y que la comunidad médica parece querer minimizar.
El sitio de divulgación científica Scielo, lo define como “BII” (Breast implant illnes) y asegura que “se ha popularizado principalmente en redes sociales por pacientes y personal de salud como conjunto de síntomas, signos inespecíficos y enfermedades sistémicas que la paciente asocia a sus implantes mamarios de silicona. No hay evidencia científica para definirla como enfermedad reconocida”.
Las víctimas aseguran que no se reconoce médicamente como enfermedad ante el temor de una lluvia de demandas. En la mayoría de los casos lo que ocurre -según refieren los abogados especializados y las mujeres afectadas- es que el proceso de “explantación mamaria” es tan caro (mucho más que la colocación) y supone el uso de tantos recursos no solo monetarios sino también emocionales, físicos, sexuales, psíquicos, familiares y laborales, que la mayoría de las mujeres que eligen sacarse las prótesis (y pueden hacerlo) resignan la posibilidad de litigar judicialmente después, ya que se encuentran agotadas en muchos sentidos.
En Mendoza, una breve encuesta realizada en redes sociales arrojó preocupantes datos, sobre todo vinculados a la mirada masculina relacionada con la salud y las prótesis mamarias. En general, el 69% de las personas encuestadas dijo no tener prótesis ni pensar en colocarlas, el 57% dijo que no tenían información acerca de los posibles efectos negativos para la salud y el 67% aseguró que desconoce movimientos de mujeres que se las estén explantando.
Lo llamativo fue que en la misma encuesta, ante la consulta “Si te dijeran que las prótesis podrían afectar tu piel, pulmones, articulaciones, músculos y órganos en general” el 19% aseguró que de todos modos las dejaría puestas; y en la pregunta “Te preocupa que una cuestión estética pueda afectar tu salud o la de tu pareja” el 28% respondió “No”.
El aumento de senos con implantes es el procedimiento quirúrgico estético más popular. En 2018, se realizaron unas 313.000 cirugías estéticas sólo en Estados Unidos, un incremento del cuatro por ciento con respecto a la cifra de 2017. La reconstrucción de mamas después de un tratamiento oncológico representa otras 100.000 intervenciones en el mismo país.
El tema en redes sociales
Miles de mujeres comenzaron a nombrar un conjunto de síntomas que emergieron tras la cirugía de implantación. Los testimonios y consejos los vuelcan en grupos en Facebook e Instagram donde circulan mensajes de apoyo y consuelo. Healing Breast Implants Illnes fue el primero —creado en 2013 por Nicole Daruda— y es el más numeroso con 124 mil participantes. “Enfermedad de los implantes mamarios Latinoamérica” lo creó Angie Monasterio, inspirada en Nicole, para brindar información y apoyo a mujeres hispanohablantes.
En Instagram, el perfil @breast_implant_illness tiene casi 80 mil seguidores con testimonios reales de mujeres que muestran orgullosas sus explantaciones, luego de años de padecer diferentes problemas de salud a causa de las prótesis.
Prótesis mamarias y salud
Muchas mujeres comenzaron a notar diferentes manifestaciones físicas luego de colocarse los implantes: desde caída del pelo, fatiga y dolor muscular, hasta cáncer de mama, aunque en general la evidencia médica desestima la vinculación entre la colocación de implantes por cuestiones estéticas (aumento de tamaño) y lo que las mujeres manifiestan como malestares posteriores.
Algunas de las enfermedades referidas son: trastornos gástricos, sudoración nocturna, infecciones urinarias crónicas, erupciones de la piel, intolerancia a ciertas comidas, dolores de cabeza, cintura y cadera crónicos; enfermedades autoinmunes; fatiga crónica, pérdida de memoria; dolor y debilidad muscular, caída de cabello; envejecimiento prematuro, visión borrosa; vértigo y náuseas, entre una larga lista de padecimientos.
Cáncer de mama
Aquí hay que diferenciar dos cuestiones. Por un lado, existe evidencia científica de que los implantes impiden la detección temprana del cáncer de mama. Por otro lado, se ha vinculado a ciertos implantes con el desarrollo de un tipo de cáncer poco frecuente, por lo tanto, no se toma como regla general y los médicos consideran que no es necesario informar al respecto, ya que la probabilidad de contraer ese tipo de cáncer es 1 en 300 mil.
En cuanto a la detección temprana de células cancerígenas en las mamas, una publicación en el Journal of Women’s Health sostiene que los implantes son radio-opacos y presentan un obstáculo en la mamografía. Aunque se realice la Técnica de Eukland —comprimir la prótesis contra la pared torácica para mejorar la visión— entre un 20 y 80 por ciento del tejido mamario no es visible. La doctora Sandhya Pruthi sostiene que también oscurecen la imagen tomada, y recomienda ir a una clínica donde haya radiólogos que tengan experiencia en la realización de mamografías en mujeres implantadas.
La institución argentina especializada Diagnóstico Rojas explica, aseguró en una entrevista a la revista digital Feminicidas, que “Luego de una mamografía, el grado de certeza en relación con la ausencia de lesiones mamarias ronda el 92 % en pacientes sin prótesis, y el 60 % en el grupo con implantes”. Otro impedimento que pueden traer las siliconas es la imposibilidad de realizarla por “contractura capsular” y por lo tanto el dolor que genera. Es la complicación más frecuente: la inflamación del tejido cicatrizante que el cuerpo forma alrededor del implante, una compresión que genera diferentes grados de dureza en la mama.
En cuanto al tipo de cáncer que se puede desarrollar luego de la colocación de los implantes, se trata del linfoma, un cáncer del sistema linfático por degeneración celular en los linfocitos T, fundamentales en la defensa inmunológica frente a agentes externos. Esta es la primera gran diferencia con el cáncer de mama (a menudo se los confunde) que se origina en las células de las glándulas mamarias.
En el caso de algunas mujeres que lo padecen y se produjo como consecuencia de la implantación de siliconas, los primeros síntomas fueron caída del cabello, descamación de las uñas y dolores en el pecho. Los análisis de sangre apuntaban a hipotiroidismo, pero al tiempo cambiaban a hipertiroidismo.
Al principio se la consideró una enfermedad muy rara, pero cada vez se diagnostica con más frecuencia. La incidencia mundial es difícil de evaluar porque el número total de pacientes no se conoce con exactitud. El instituto de Cirugía Estética de Australia estimaba en 2018 su incidencia en una de cada 300 mil pacientes portadoras de implantes. Pero publicaciones más recientes estiman la posibilidad de una en 30 mil.
El caso de las prótesis PIP
Desde hace años, algunas voces aisladas se han ido alzando a lo ancho del planeta, siendo el caso de los implantes franceses Poly Implant Prothèse (PIP) el que cobró mayor notoriedad, luego de que saliera a la luz que una partida había sido adulterada y significaban un serio riesgo para la salud de las mujeres que se los habían colocado. Sin embargo hoy, más de 10 años después de aquella información, el porcentaje de mujeres que demandaron a la compañía es muy inferior a lo esperado.
En marzo de 2010, se supo que la empresa utilizaba un gel de silicona industrial, no homologado para uso médico, en vez del gel Nusil autorizado que declaraba emplear. Se estima que medio millón de prótesis fraudulentas PIP fueron fabricadas y vendidas en el mundo entre 2001 y 2010, valiéndose de los ineficaces controles por parte de la empresa certificadora TÜV Rheinland. En la Argentina, alrededor de 15 mil mujeres recibieron estas prótesis mamarias, que se comercializaron entre 2007 y 2010, hasta que ANMAT prohibió su comercialización. Sin embargo, solo 800 mujeres argentinas fueron indemnizadas, es decir, apenas el 5,3% de las afectadas.
Síntomas no sistemáticos
El New York Times publicó en 2019 una nota en la que analiza una gran cantidad de síntomas que las mujeres manifiestan luego de colocarse los implantes, y que cesan cuando deciden extirparlos. “Estudios más recientes han dado a conocer índices más elevados de enfermedades autoinmunes en mujeres con implantes mamarios” asegura la publicación.
Diana Zuckerman, presidenta del Centro Nacional de Investigación en Salud en Washington, explica en esa publicación que miles de mujeres con implantes han informado que desarrollaron enfermedades debilitantes, como fuertes dolores musculares y articulares, debilidad, dificultades cognitivas y cansancio.
Algunas de las dolencias son variaciones de la enfermedad del tejido conectivo, las cuales incluyen lupus, artritis reumatoide y otras afecciones autoinmunes graves, sin embargo “la mayoría de los estudios sobre implantes mamarios fueron realizados por fabricantes o asociaciones de cirugía plástica y que no dieron seguimiento a los resultados a largo plazo o perdieron tantas participantes en la etapa de seguimiento que los resultados no fueron significativos”, asegura. Los estudios se enfocaron en enfermedades bien definidas, explicó Zuckerman, por lo que ignoraron síntomas debilitantes a los que no se les podía asignar un diagnóstico específico, y la mayoría eran síntomas muy tenues como para identificar una enfermedad poco común.