Como parte de una generación de artistas que trazaron un camino en el rock nacional, pero sin dejar de coquetear con el tango y el folclore, Miguel Cantilo mantiene el espíritu de músico y poeta intacto.
El fundador del popular dúo Pedro y Pablo junto a Jorge Durietz, con el que casualmente el año pasado celebraron cinco décadas de existencia. Autor de canciones que le permitieron alcanzar popularidad y que, con naturalidad, también se fueron resignificando con el tiempo: “La Marcha de la Bronca”, “La gente del futuro” o “Yo vivo en una ciudad” siguen dando testimonio de estos tiempos a través de la música.
Y, por mera casualidad de las circunstancias, Cantilo es el primer músico “foráneo” en pisar Mendoza en pandemia. Además, lleva meses sin subirse a un escenario. En el concierto de esta noche en la Cantina de Andes Talleres en Godoy Cruz será secundado por la banda de rock mendocina López Fiat, de Marcelo López y Roberto Fiat.
“Para mí es el primer show en vivo que hago desde la cuarentena. Aun habiendo estado en España, solo actué por streaming. Es muy importante la colaboración de la gente que promueve este tipo de evento, por la responsabilidad que tienen de convocar, al artista y al público. Es un mérito compartido la posibilidad de que vuelva la música en vivo”, comenta al teléfono antes de su viaje a nuestra provincia.
Sin quedarse en las viejas glorias, Miguel Cantilo siempre tiene una nueva canción para compartir. En 2019 lanzó el disco “Día de sol” y prepara un nuevo trabajo discográfico, lo que le permite la permanencia y mostrarse como uno de los músicos más prolíficos de su generación.
-¿Es importante para vos el hacer y permanecer?
-Hoy la manera de conectarnos con la gente es publicando periódicamente música, canciones y en lo posible sosteniéndola con las actuaciones. Pero publicar un disco es una afirmación de que uno está en actividad y tiene algo que decirle a la gente. No siempre es fácil, porque hoy las reglas del juego son diferentes, pero al mismo tiempo esas reglas proporcionan ventajas. Yo hago mis discos en el estudio que tengo con mis hijos, un sello propio, y hay una mecánica que funciona hace una década. Y no dependo de empresas, productores que pongan trabas para lo que hago. Así se produce la continuidad que antes estaba regulada por la industria. Ahora tenemos una cierta autonomía y nos permite publicar lo que nos mantiene vivos, que es el componer.
-¿Considerás que tu estilo de composición es testimonial?
-Es un estilo que cultivo hace tanto tiempo que surge espontáneamente. Y tiene que ver con lo que nos pasa, nos rodea. Por eso es muy testimonial si se quiere, desde lo íntimo y afectivo. Son exposiciones de la visión de lo que me rodea. Y tratar de que eso sea agradable para la gente, que sea estético y no contribuya a la mediocridad reinante. Yo no escribo canciones sobre lo que ocurre a diario, como la violencia. Trato de evitar esos contenidos. Pero sí testimoniar los hechos de corrupción, de ciertas situaciones de la sociedad, abordadas con sarcasmo, de forma que no se traduzca en un drama más.
No es exactamente un entretenimiento mi canción, pero trata de ser digerible, algo agradable que no contribuya al mal vivir.
-Justamente en tu último disco planteás el tema de la ecología, el cuidado de la tierra, algo poco usual en la lírica de los músicos de tu generación.
-En el terreno de la música me gusta abordar esos temas, que quizás en otras ramas de las artes están más presentes. En la canción no hay muchos que expongan esas temáticas, y algunos pueden asociarlo a que antes se protestaba contra los militares, la injusticia social y ahora se protesta contra la contaminación del medioambiente. Pero no es una protesta, sino un testimonio y una puesta en valor de lo que acuñamos en nuestra juventud, cuando éramos hippies y ya comenzamos a notar que había una destrucción del medioambiente. Y en mi generación nacía una conciencia de protección planetaria que ahora es una ciencia. Yo me veo obligado a que parte de esos temas estén en mis canciones. A veces de manera combativa, como el caso de la lucha contra la megaminería en la Patagonia. Y son temas que merecen un lugar, porque sino pasan inadvertidos como una protesta más.
-¿Te preocupó en algún momento tener popularidad y fama con el público?
-No, yo no me considero un artista demasiado popular. Creo que hay canciones que se han hecho populares, pero que la gente ni siquiera las identifica conmigo. No me considero entre comillas “famoso”, porque como dijo Bob Dylan, la fama es un trabajo aparte que hay que mantener y cuidar. Nunca cultivé demasiado la popularidad, pero agradezco que muchas canciones me proporcionaron que me conozcan las mayorías. Pero eso no me inquieta mantener. Sí sé que soy un artista popular en mi oficio, pero la masificación nunca la busqué, ni la encontré. Aunque estoy dentro de la órbita de la música popular, en generar un arte que no sea elitista y sectario.
-¿Por qué la decisión de vivir entre España y Argentina tras el exilio?
-Hay dos motivos, que son la fuente laboral y los afectos. En mi caso yo encontré afectos en una pareja posterior a mi vida familiar, cuando crié a mis hijos en Argentina, tengo una relación afectiva en España. Y el factor laboral también predomina, porque en España puedo componer más que acá. En Argentina me dedico más a los conciertos y en España me limito a trabajar en composición y actuar cada tanto, para un público latino y con argentinos. Las dos cosas me llevan a estar en los dos lugares. Y la regulación de cuánto me quedo en un lado u otro va variando con los años.
España ha sido mi segunda patria desde que tuve que escapar de los militares y allá pude echar raíces. Aunque la mayor parte de mis afectos están en la Argentina.
-¿Hay alguna canción que escribiste para otros y que se transformó en un hit?
-Me pasó con Valeria Lynch. Compusimos con Marcelo San Juan un tema que fue un hit en su momento que se llamaba “Energía para querer y poder” y es un tema que canto a veces. Después hay versiones que también han resultado. Y me gusta la coautoría, no siempre componer solo, sino compartir con otros la tarea y eso me ha dado satisfacciones y trabajos bastante difundidos. Ahora, por ejemplo, estoy trabajando en un álbum que es solo letra y música mía. Pero hace dos años publiqué “Día de sol”, con música de Mariano Díaz y letras mías.
También tuve muchas colaboraciones con el músico mendocino Eduardo Ciccioli, quien se radicó en España. Y cuando llegué ahí nos hicimos amigos, e hicimos varios trabajos y shows juntos. Para mí la coautoría es una parte apasionante de la tarea.
-¿Viste el documental “Rompan todo” sobre el rock en Latinoamérica?
-La verdad no tengo la costumbre de ver contenidos en Netflix, así que no lo vi. Y las opiniones que recabé no me han estimulado a verlo.
-¿Te quedás con tu libro “¡Qué circo!” del rock nacional?
-(Ríe) Para nada. Me quedo con la variedad de fuentes que hay del rock nacional y espero que siga habiendo. Y me quedo en la lectura más que en lo audiovisual. Porque hoy día, lo audiovisual está teñido de lo comercial, por eso prefiero los libros, revistas, biografías que son más apetitosas.
-Es cierto que el rock de toda Latinoamérica es vasto...
-Tal vez este documental sirva para incitar a otros documentalistas a emularlo, a hacer algo mejor o enfocarse en el rock argentino. Reconozco que hacer un documental sobre el rock latinoamericano es muy extenso, pero creo que para el rock argentino hay mucho para enfocar en lo local. Y creo que cada país debe tener esa deuda, porque los movimientos de rock han sido muy ricos. Y vale la pena que esto abra un desafío.
-¿Cómo ves la realidad argentina en lo social y político?
-Creo que lo que nos ocurre como país es lo que sucede en otros países también: la polarización. Vivimos en una sociedad excesivamente polarizada políticamente y eso es un mecanismo que se repite, tanto en Latinoamérica como Europa. Y se busca que las sociedades estén divididas y que haya dos facciones que se enfrenten ideológicamente y económicamente. A lo que más estoy abocado en este momento es a tratar de superar ese concepto, de superar esa tendencia, razonar y debatir con altura, aún con gente con la que piensa diferente. Buscar ese nivel de comprensión mínimo con gente que está en la vereda opuesta... Es imprescindible ponerse de acuerdo, porque somos parte de una misma sociedad. Hay un exceso de disenso y falta de consenso en temas fundamentales, como lo es ahora la pandemia. Tenemos que tener una actitud consecuente, aunque pensemos políticamente diferente. Y no caer en el mecanismo de oposición, que se repite en otras sociedades, como una característica de nuestra época.
-Más allá de esta polarización, ¿crees que hay una crisis moral e individual?
-Más que moral la crisis es espiritual. Estamos viviendo en una sociedad materialista, en la que el dinero y el mercado mandan, y los valores espirituales están degradados, olvidados. Creo que ese es el principal foco en el que hay que poner la intención. Cuando me refiero a lo espiritual es una actitud que tiene que ver con la cultura, la creación, una postura diferente en la vida que cada uno pueda encarar. Pero es fundamental enfrentar este materialismo exacerbado que domina el planeta. Por ahí viene la cosa: más que lo moral, hay que recuperar los valores individuales, pero la gran revolución para el planeta es espiritual. Que nos haga cambiar de punto de vista y pasar a una dimensión superior en el entendimiento entre seres humanos.
La Ficha
Miguel Cantilo en Mendoza.
Abren la noche: López Fiat.
Día y hora: hoy, a las 21.30.
Lugar: Cantina Andes Talleres (Belgrano 1591 - Godoy Cruz). Se desarrollará al aire libre. Acudir con las recomendaciones del protocolo (por ejemplo, uso de mascarilla).
Entrada: $600.
Reservas: 261 5612867 – 261 6797516.
