En la semana que cumple 80 años, Nacha Guevara tuvo que vivir una situación incómoda y hasta humillante: dar explicaciones públicas sobre su estado de salud. Algo totalmente insólito para ella, quien a esta altura ya es un sinónimo para todos de eterna belleza y juventud. En cambio, a raíz de un desafortunado chiste de Lola Latorre, quien se refirió a unos supuestos temblores que tendría ella siendo jurado del Cantando 2020, sus días se transformaron en un tormento psicológico: ¿quién no estaría afectado al tener que argumentar que no está enfermo?
Nacha, la que nació bajo el nombre de Clotilde Acosta en Mar del Plata un día como hoy, pero hace ochenta años, es una verdadera institución de nuestra cultura y todo un motivo de veneración.
Es que probablemente ningún artista vivo argentino acumule tantas tablas, tantos espectáculos, tantos teatros y tanta multidisciplina como ella: desde haber hecho escandalizar a los oídos de la censura con “Anastasia querida” (1969, cuando se estaba formando en el Instituto di Tella), pasando por sus electrizantes Evas Perón (en el musical de Alberto Favero y en la célebre canción de Andrew Lloyd Weber), hasta ser la acongojante Muerte de “El lado oscuro del corazón” (1992, Eliseo Subiela) y sus otras infinitas caras. Pues Nacha es inabarcable.
En nuestro diario, los primeros registros que tenemos de su actividad se remontan a 1966, cuando interpretaba obras de Artaud y de Sade en el Di Tella. La primera entrevista, sin embargo, la tenemos el 21 de abril de 1970: es decir, hace poco más de 50 años. Desde ese entonces hasta hoy, Nacha vivió una y mil vidas.
Esa vez, enfundada en un enterizo negro que entallaba su larga figura y combinaba con una larga bufanda, más un cabello corto (“a lo Twiggy”, deslizaba el periodista), lanzaba definiciones como esta: “No le tengo miedo al ridículo. De lo contrario no haría lo que hago, ya que muchos sostienen que estoy justo en el borde”, bromeaba.
En ese entonces, se negó a revelarle al periodista de Los Andes su nombre de pila (“porque es muy feo”) y hasta su verdadero apellido, “porque no va bien con el nombre”, pensaba.
Ya estaba condensada en esa joven Nacha de 30 años sus devociones y las cosas por las que seguiría haciendo arte: confesaba amar a Chaplin (viendo sus café-concerts no es difícil detectar cierto parecido en los movimientos), indignarse por los artistas plagiadores, entristecerse “por las contradicciones que hay en la sociedad” y hasta animarse a un sueño: cantar alguna vez en el estadio River Plate, algo que cumplió finalmente en 1999, cuando cerró un acto proselitista de Eduardo Duhalde cantando “No llores por mí, Argentina”.
Las claves de su juventud
Pero Nacha es mucho más que talento inagotable: para la gente, también es un símbolo del tiempo que no pasa. Cuestionada muchas veces sobre cuál es su secreto para verse tan joven, ha respondido a lo largo de los años cosas como éstas:
“Medito hace muchos años y esa practica tiene notables beneficios sobre el cuerpo y la piel, que están estudiados y probados. La meditación es como una transformación: cuando cuerpo, alma y emociones empiezan a estar en equilibrio, se produce una armonía interior que después se manifiesta hacia fuera. ¿Cómo? Con una mayor oxigenación, una mayor coherencia entre los dos hemisferios cerebrales y una mejor relación con el mundo de tus deseos, por ejemplo. No olvidemos que la piel es el órgano más grande del cuerpo y que contiene todas las terminales nerviosas. Así que cuando una persona medita y ordena su sistema nervioso, la consecuencia inmediata es que la piel mejore”, dijo en 2012 a la revista “Hola”.
Nacha es vegetariana desde hace al menos 50 años. En 2018, en “El diario de Mariana” reveló detalladamente cómo era su alimentación un día cualquiera: “En el desayuno tomo lassi, una mezcla de yogur, agua y frutas, al que se le pone jengibre o cardamomo, que es una bebida muy poderosa. Como pan, dos tostadas por lo menos, con ghee, lo que las abuelas llamaban mantequilla clarificada, y le pongo agave que a mí me gusta más que la miel y es un endulzante de un cactus”, explicó.
“En el almuerzo casi siempre como arroz basmati, que es más fácil de digerir, con arvejas o alcauciles, voy variando. Y, a veces, agrego una milanesa de soja, una tarta de verdura o una sopa… Pero no todo junto: voy alternando”, prosiguió.
¿La merienda? “Jugos de vegetales, uno que me gusta mucho es ananá con remolacha, que es muy poderosa así que no hay que ponerle mucha. Y también el de ananá y perejil, que tiene mucha vitamina C”, explicó Nacha. Finalmente, la artista confesó que para la cena su cuerpo le pide carbohidratos, a los que se considera “adicta”, pero aclaró: “Todo depende de cómo se los combine”. ¿Su debilidad? Se sabe, la pizza.
Obviamente, Nacha complementa su cuidado personal con suplementos de Calcio, Vitamina C y Complejo B. Por otra parte, tiene una estricta rutina de cremas y nunca se va a dormir sin sacarse el maquillaje. Toma mucha agua. Y sigue un tratamiento de células madres.
Por supuesto que su esbeltez también la logró con algunas cirugías mínimas (la nariz, las lolas, el mentón), pero lo que inspira Nacha a la gente es sobre todo lozanía: salud en el cuerpo y en el espíritu.
Cuando cumplió 78 años, confesó a Teleshow que la edad, más que una acumulación de calendarios, es un estado del espíritu: “Hay una excesiva preocupación por el paso del tiempo. Y, al fin y al cabo, ¿quién dice cuántos años tiene uno? Hay otra manera de medir la vida que no es ni por los días, ni por los meses, ni por los años…Los animales no se preocupan por eso, ni por si están más viejos o más jóvenes. Viven el día, aprovechan lo que la naturaleza les da y están contentos. Hay que aprender mucho de ellos”.
En definitiva, el secreto parece ser uno solo, y no es tan misterioso: tratar de ser feliz.
Sobre sus “temblores”
Las palabras de Lola Latorre generaron, más que risas, mucha preocupación en el medio, especialmente de los seguidores de Nacha, que se lanzaron en las redes a preguntar sobre cómo está de salud.
El descargo oficial lo dio a través de un video que subió a su Instagram. Muy serenamente, explicó: “Y para que se queden tranquilos todos, estoy bien de salud. Cuando hago esto (dijo moviendo la cabeza) es consciente, es voluntario. Porque si no, me pasaría siempre y no podría dejar de hacerlo. En general me ocurre cuando estoy por decidir algo, cuando no sé qué hacer. Por ejemplo, antes de hacer un video que no tengo todavía muy claro adónde quiero ir, o quiero ser concisa, completa y decirlo todo y tengo tiempo limitado, me ocurre”.
De inmediato, la artista hizo referencia a su rol en el Cantando, confundiendo el nombre del ciclo con el del certamen de baile del que también fue jurado. “Cuando estoy en el Bailando (sic) y también me ocurre es que miro ciertas cosas, algunas tan feas…Y trato de descifrar cómo puedo encarar y cómo puedo hablarle al otro sin ofenderlo, sin descalificarlo... Es como cuando tengo un pequeño dilema que me pasa eso. Pero no se preocupen”, aclaró.
Finalmente, Nacha hizo una reflexión al respecto y se conmovió hasta quedar al borde de las lágrimas. “Si tuviera una enfermedad no sé qué haría, la verdad que no sé qué haría. Yo decidiría en el momento qué hacer con eso. Porque eso le pertenece a cada uno. Y cada uno tiene el derecho de hacer con eso lo que le plazca y lo que le parezca mejor. Así que quédense tranquilos, palmeritas mías (así llama a sus seguidores). Flexibles, flexibles, flexibles, flexibles... Y a veces algún ventarroncito nos hace...Pero estamos agarradas a la tierra. Gracias por todo, gracias por acompañarme, gracias por los saludos, gracias por estar ahí, gracias por el cariño, por la confianza. Son una linda compañía, muchas gracias. No me voy a emocionar, no voy a llorar, pero es una linda emoción créanme”, concluyó.
Días atrás, en el Cantando se había referido a esta fecha, sorprendiendo con la siguiente declaración: “No quiero vivir mucho tiempo, yo quiero vivir bien. E irme cuando sea correcto, irme a tiempo. (...) No hay nada mejor que irse a tiempo. Por uno y por los que lo rodean a uno. Hay que saber irse. Y para eso hay que prepararlo”, dijo reflexiva.