La obesidad es una enfermedad compleja en la cual la problemática sobrepasa al sólo aumento de la masa grasa. Sí, por definición esta enfermedad se caracteriza por un aumento del tejido adiposo (masa grasa); pero el primer error está en pensar que este es sólo una reserva de grasa, ya que el tejido adiposo es un verdadero órgano endocrino que regula, a través de diferentes hormonas, el hambre, la saciedad, la ansiedad, el gasto energético, el metabolismo de la glucosa, de las grasas, y mucho más.
Así, en el caso de la obesidad, la masa grasa no solo aumenta sino que se inflama de manera crónica; lo cual lleva a una mala regulación de estos mecanismos; y por ende, a potenciar y generar dificultades para el descenso de peso además de múltiples complicaciones metabólicas (diabetes, hipertensión, elevación del colesterol, hígado graso entre otras).
Sin embargo, a pesar de ser una enfermedad que tiene tratamiento probado, eficiente, con indicaciones avaladas científicamente, el 98% de los pacientes no lo reciben. Ya sea por desconocimiento, por la creencia de que la obesidad es sólo “un problema de voluntad” o algo tan simple como “comer menos y moverse más”.
¿En qué consisten los tratamientos?
Primero que nada, no es magia. Es un complemento a los cambios de hábitos. En su mayoría apuntan a disminuir el hambre, a manejar el picoteo, el hambre emocional y la hiperorexia, mejoran el catabolismo y hacen más efectivo el gasto energético. La indicación formal es: paciente con obesidad (IMC>30 kg/m2) o con sobrepeso (con IMC > 27) + enfermedades asociadas (HTA, Diabetes, Dislipidemia, Hígado Graso, etc).
Tenemos varios fármacos que han demostrado lograr un correcto y saludable descenso de peso y posterior mantenimiento, y por este motivo han sido aprobados por la FDA (EEUU) y la EMA (Europa) para su uso en obesidad. Sin embargo no todos están aprobados aún por ANMAT y por ende disponibles en Argentina (aunque están en vías de aprobación).
Entre estos encontramos:
-Orlistat: aprobado en Argentina, es un inhibidor de la absorción de grasas lo cual genera muchos efectos adversos y es usado con muy poca frecuencia ya que no impacta en la conducta alimentaria.
- Orlistatona-Bupropión: aprobado en Argentina, es un medicamento que actúa estimulando los centros neurológicos de la saciedad disminuyendo principalmente el hambre emocional, la ansiedad por comer y el picoteo. Disponible como comprimidos via oral.
- Fentermina-Topiramato: no disponible en Argentina, estimula el gasto energético y genera saciedad.
- Liraglutide: aprobado en Argentina, es un fármaco análogo de la hormona GLP-1 (hormona producida por el intestino que se ha visto disminuida en pacientes con obesidad). Inicialmente utilizado en diabetes, demostró excelente resultado en el tratamiento de pacientes con obesidad. Genera estímulo de los centros de saciedad y retarda el vaciado gástrico generando mayor saciedad, a la vez que regula la secreción de insulina, el metabolismo de la glucosa y de lípidos. Ha demostrado además disminuir el riesgo de diabetes, apneas del sueño, y muerte cardiovascular. Su formulación es subcutánea y de uso diario.
- Semaglutide: similar a Liraglutide pero de uso semanal. En Argentina se encuentra aprobado para su uso en diabetes pero no en obesidad por el momento
-Tirzepatide: es un nuevo fármaco disponible en EEUU y Europa pero no en Argentina. Tiene una acción similar a Liraglutide y Semaglutide pero con mayores índices de descenso de peso similares a los demostrado en procedimientos quirúrgicos bariátricos. Es un tratamiento muy prometedor a la espera de su aprobación por ANMAT.
¿Por qué son necesarios los tratamientos para la obesidad?
La obesidad es una enfermedad en la que se alteran los mecanismos de hambre y saciedad, se afecta el gasto energético, se altera el manejo de las emociones, la sensibilidad a la insulina, la capacidad de hacer actividad física, el set point del peso, la microbiota intestinal, la regulación hormonal y muchos otros factores.
Cuando nos encontramos perdiendo peso, es habitual tener momentos iniciales de pérdida y otros donde uno se siente estancado, como en una meseta. Esto ocurre porque, al bajar de peso nuestro cuerpo activa mecanismos hormonales y neurológicos destinados a evitarlo, y si es posible, a recuperar aquello perdido.
La masa grasa es considerada por nuestro cuerpo como un reservorio de energía por lo que tiende a conservarla. Además, en obesidad existe una inflamación de esta masa grasa lo que genera ciertos cambios que potencian dicha situación, como la disminución de GLP-1, una hormona que entre sus funciones tiene la regulación del apetito.
Así, nuestro cerebro disparará mecanismos que afectarán nuestra capacidad de gastar energía, alterarán nuestros mecanismos de saciedad, aumentarán el hambre y la búsqueda de alimentos calóricos. A esta situación le llamamos inicialmente meseta y luego reganancia; y se acompaña habitualmente de confusión, frustración y desánimo.
Es por esto que surge la necesidad de iniciar tratamientos que, sumados a un buen hábito de alimentación y ejercicio y acompañados por un equipo de salud, lograran ayudarnos a superar esa barrera de adaptación y evitar esa meseta.
Barreras para la implementación de fármacos anti-obesidad
Si bien contamos con opciones farmacológicas para tratar la obesidad, esta la creencia que el paciente obeso “debe poder sólo”, o que los fármacos son “la salida fácil” o “la salida rápida” generando una barrera para su implementación.
He aquí las principales barrera para el uso de tratamientos médicos para esta enfermedad:
- Hay escasos médicos capacitados para su uso.
- Existe mucho estigma y prejuicio hacia las personas con obesidad.
- Esta la creencia de que la obesidad es sólo falta de voluntad.
- Y la creencia de que los fármacos deberían curar la obesidad.
- Se entiende a la obesidad como una enfermedad, pero se busca tratarla “naturalmente”.
- Escuchamos muchas historias del uso indebido de fármacos no autorizados con los consecuentes efectos adversos.
- La obesidad es la enfermedad crónica más prevalente sin especialidad.
- Las autoridades aún no dan a la obesidad el lugar que se debe lo cual dificulta el acceso a los fármacos.
- Se reconoce a la obesidad como enfermedad crónica pero se buscan soluciones rápidas, temporarias y por tiempo limitado.
En conclusión, entender a la obesidad como una enfermedad nos acerca a aceptar que podemos buscar ayuda en el equipo de salud y que contamos con herramientas para realizar un correcto tratamiento, siempre guiado por profesionales que lo adapten e individualicen a cada paciente en particular.
Mi nombre es Santiago Gómez Centurión, médico clínico en sobrepeso y obesidad (MP 11319) y co-fundador de FOCUS Nutrición. Si querés saber más sobre salud y nutrición, seguinos en @focusnutricion y @santiago.gomez.centurion.