Martín Hadis: “No llegué a Borges, nunca me fui de él”

El investigador, cuyos libros causan pasión entre los amantes del escritor, habla de su último trabajo, dedicado a Leonor Acevedo. El inicio de su “borgianomanía”, su método y sus proyectos futuros, en esta entrevista.

El autor junto a su último libro publicado. Foto: gentileza de Martín Hadis.
El autor junto a su último libro publicado. Foto: gentileza de Martín Hadis.

Descifrar la misteriosa lápida de Borges en Ginebra. Reconstruir el árbol genealógico de Borges y encontrar ancestros con similitudes increíbles a él. Rescatar sus míticas clases de literatura inglesa en la UBA. Publicar las conferencias que Borges dio en inglés en Estados Unidos y asumir la curiosa tarea de traducir al español a uno de los grandes escritores de la lengua castellana. Tareas inéditas, y muchas veces transformadoras de la obra borgiana.

Los libros de Martín Hadis son una rareza dentro de la amplísima literatura sobre Jorge Luis Borges (1899-1986), que abunda en biografías, memorias sobre él, libros de entrevistas y análisis de su obra. A tal novedad en sus enfoques corresponde, sin dudas, el éxito de ventas que han tenido desde que en 2000 se publicara “Borges profesor” (2000). SiguieronLiteratos y excéntricos, “Siete guerreros nortumbrios”, “Borges. El misterio esencial” y, publicado en los últimos meses, “Memorias de Leonor Acevedo de Borges”, un libro que recopila los recuerdos de la madre del escritor, desperdigados en distintas fuentes inéditas.

Hadis es un investigador “sui generis”, con intereses tan diversos como prestigioso es su linaje académico: licenciado en sistemas, con un master en el MIT, estudió literaturas germánicas medievales en Harvard, antropología en la Universidad de North Texas, es docente en la Universidad Di Tella y la Universidad de Belgrano, entre otras.

Pero pese a dedicarse a la tecnología y la informática, “siempre estudié lingüística y literatura en paralelo”, destaca detrás del teléfono quien conoce en profundidad, por ejemplo, el anglosajón. Desarrollarse profesionalmente en ese campo “me permite una libertad de elegir los temas de los libros. Si un libro tarda diez años tarda diez años con todo rigor. No estoy pensando en cuándo sale o cuántos ejemplares vendo”, confiesa.

Hadis estudió en el MIT y Harvard. Foto: gentileza de Martín Hadis.
Hadis estudió en el MIT y Harvard. Foto: gentileza de Martín Hadis.

- ¿Pero cómo describirías tu trabajo en torno a Borges? Me parece muy particular.

- Sí, por dos motivos. Primero, porque soy interdisciplinario. Quizás debido a eso veo cosas que no son tan obvias o puedo detectar estructuras o configuraciones que no son evidentes. A veces uso la lingüística, la antropología, algo de informática al mismo tiempo, un poco de religiones comparadas mezclado después con mitologías... Tengo muchas perspectivas diferentes. Y todas esas cosas las estudié muy en serio, además. Ninguna es un hobby. Cualquier disciplina o idioma que agarre son cosas que mantengo a lo largo de décadas. Después, sí, soy muy curioso.

- Esa rigurosidad se nota en la extensión y detalle de tus investigaciones.

- El otro día leía a un antropólogo, Clifford Geertz, y me llamó la atención algo que decía: que para entender lo macro hay que entender lo micro. De repente, una frase, un gesto, una situación mínima te puede describir algo mucho más vasto. Siempre estoy atento a cualquier detalle mínimo que sale de lo esperado. Además, me gusta cuando algo no se entiende. Es lo mejor que me puede pasar (ríe). Justamente, para entender qué está pasando tenés que afilar distintas perspectivas y tratar las cosas desde muchos ángulos.

- Lo que me parece interesante son los enfoques. Porque uno puede investigar muchas cosas, pero de ahí a encontrar enfoques que interesen a la gente y además sean transformadoras a la hora de leer a Borges...

- Sí, tenés razón. Yo voy al núcleo de las cosas. Nunca me dejo llevar por las apariencias. No hago ninguna suposición, digamos. Y no me cierro a nada ni doy nada por cierto ni por falso. Me gusta hacer preguntas centrales. Por eso quizás estas investigaciones dan nuevas interpretaciones sobre su obra. El libro de los antepasados, por ejemplo, realmente redefine a Borges.

Lectura, método y proyectos

¿Pero cómo llegó Borges a su vida? “Si tuvieras que averiguar por un desplazamiento, en realidad deberías preguntarme por qué no me fui de él. Él siempre estuvo”, reconoce el autor.

En efecto, a Hadis le gusta decir que (como el escritor de “El Aleph”) él también se crió en una “vasta biblioteca de libros ingleses”. Un ámbito intelectual en el que estaba su abuela, Ana Rosa de Genijovich (profesora de inglés y de literatura inglesa en la UBA, quien escribió libros centrales de didáctica de ese idioma), y su amiga Ana María Barrenechea, una de las más grandes lingüísticas y críticas literaria de nuestra historia. “Ella inauguró los estudios académicos de Borges”, remarca.

Hadis es un apasionado de la obra borgiana, pero también de otros autores como Tolkien. Foto: gentileza de Martín Hadis
Hadis es un apasionado de la obra borgiana, pero también de otros autores como Tolkien. Foto: gentileza de Martín Hadis

-¿Pero a qué edad empezaste a leerlo?

- Es difícil saberlo, porque Anita (otros dirían “la doctora Berrenechea”) me daba a leer a Borges desde chico. Que yo recuerde, tener un libro suyo en mi mano fue como a las 14. Pero ella me hablaba siempre de él, como también me hablaba de Cortázar. Me gustaba la ficción. Me leí toda la biblioteca de mi abuela, y eso iba desde el “Martín Fierro” a Shakespeare. Alcancé a verlo, de hecho, una sola vez, cuando dio una charla en mi colegio primario. Pero yo era muy chico, no creo haber entendido a quién tenía delante.

- ¿Cuál fue tu primera investigación y cómo es tu método?

- “Borges profesor”. Pero cuando ya la estaba haciendo, en 1996, empezaban a aparecer los primeros informes sobre la lápida de él y había cosas que no me cerraban de las traducciones que se estaban haciendo. Publiqué un artículo de eso pero solo eran tres páginas, no el libro que después fue. Se publicó en una revista que se llamaba Idiomanía. Eso después fue creciendo con los años. Porque no es que yo me pongo como meta hacer un libro. Yo empiezo a investigar, a juntar ideas, a conectar cosas, por ahí escribo diez páginas pero después las dejo, escribo después más páginas sin saber cómo se relacionan. De a poco se van armando los libros y cuando me quiero dar cuenta ya están hechos. Porque a veces también dependen de hallazgos que uno va encontrando, que conectan con otras cosas y permiten nuevos puntos de vista. Cuando hacés este tipo de investigaciones es como las novelas de misterio de Agatha Christie, en el sentido de que uno no decide cuándo descubre algo importante: el hallazgo se da.

- El hecho de no tener plazos ni nada le impone otro ritmo.

- Normalmente, yo estoy haciendo seis o siete investigaciones en paralelo. Y de distintos autores, como Oesterheld o Tolkien. Ahora estoy trabajando en temas de creación de mitología también, que abarca a Borges y a Tolkien. Estas investigaciones se aceleran cuando el libro ya tiene masa crítica y hay que unir las cosas y cerrarlo, viendo si hace falta algún capítulo más, que esté prolijo, que tenga un buen índice, escribir el prólogo, etcétera. Ahí, en general me puede llevar un año cerrarlo. El de Leonor Acevedo, por ejemplo, yo lo empecé a hacer hace diez años, pero durante seis yo no supe si iba a terminar siendo un libro. Eso se va dando con el tiempo. También traduje el “Beowulf” al castellano y se editará con una selección de grabados, pero mucho más no puedo adelantar.

Las memorias de Leonor Acevedo

Uno de los últimos descubrimientos de Hadis, que perfectamente podrían redefinir las lecturas de su obra, es el que se refiere a la importancia de Leonor Acevedo en la construcción del imaginario borgiano. Sobre todo el que tiene que ver con el viejo Buenos Aires criollo, en el que él sitúa algunos de sus relatos más famosos. Una ciudad que él evoca con cierta nostalgia y a la que, paradójicamente, no llegó a conocer en profundidad, porque su transformación se dio cuando él era muy chico.

"Memorias de Leonor Acevedo de Borges", editado por Claridad.
"Memorias de Leonor Acevedo de Borges", editado por Claridad.

Como él situaba muchos de sus cuentos en ese Buenos Aires que él no había vivido, pero que la madre sí, él le pedía a ella que describiera los lugares. Ella tenía una memoria muy vívida, extremadamente lúcida en la observación y el recuerdo. Entonces, él escribía y ella era la “escenógrafa”, por decirlo de alguna manera, quien le describía esos lugares de forma detallada”, explica Hadis.

El libro, publicado por Claridad en octubre, está compuesto por “una recopilación con varias fuentes”. Cuenta Hadis: “La principal son los textos que redactó Alicia Jurado a partir de conversaciones con Leonor Acevedo, cuando ella tenía 94 años y estaba postrada sin poder moverse. Cuando Borges publica sus primeras obras completas en 1974 se las dedica a su madre. Dice que en esas obras están hablando los dos. Ella le dio la materia prima, el material oral, y después Borges la transformó con un talento enorme y la volvió literatura. No era un copista, no estoy diciendo eso. Del lado inglés del padre él hereda una tradición libresca ( explicada en profundidad en “Literatos y excéntricos”) y, del lado de la madre, hereda la memoria. La estructura se la dio su padre y la madre le dio el material (no libresco)”.

Explica: “Alicia Jurado era muy amiga de Borges, desde fines de la década del ‘50, lo iba a visitar a la casa y después se hizo amigo de la mam. Las dos tenían el mismo origen de familias patricias de la Argentina, eran mujeres inteligentes y con mucho carácter. Cuando Leonor queda postrada, a Alicia se le ocurre ir a visitarla todos los días antes de que Borges llegue de la Biblioteca Nacional, con el objetivo de charlar con ella y entretenerla. Se le ocurrió que le iba a hacer bien ir a visitarla para charlar sobre su vida y recordar tiempos más felices, algo que ella misma dice y yo cito en el prólogo del libro. Entonces, se dan conversaciones absolutamente espontáneas porque no están guiadas. Ella toma los datos rigurosamente y después los redacta, los pasa en limpio, en su casa. Esa es la mayoría del corpus. Después, hay un porcentaje menor que viene de cartas autobiográficas que Leonor Acevedo le envió en 1958 a una familiar suya que vivía en Uruguay”.

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