El Maestro Luis Quesada es una parte esencial de la cultura mendocina: no solo porque su obra llenó de prestigio nacional e internacional la plástica de nuestra provincia, sino porque logró que conviviéramos con el arte. Caminando por las calles no tardaríamos en encontrarnos con sus huellas: puertas talladas en domicilios particulares, excelsos murales en espacios públicos y otros en comercios, como los círculos multicolores de la heladería Dante Soppelsa. Es Quesada en nuestra cotidianidad.
Rastreando en los amplios archivos de este diario centenario pudimos encontrar retazos de esa larga relación del artista con este medio. Las primeras alusiones al artista se remontan a los primeros años de los ‘50, aun antes de que formara el Club del Grabado. A lo largo de las décadas, cada nueva exposición (tanto en Mendoza como en otras provincias, como Buenos Aires) mereció notas y reseñas. Incluso, los lectores memoriosos recordarán que, allá por finales de los ‘70, en el subsuelo de nuestro histórico edificio (donde había una amplia recepción al público) se exhibían grabados del Maestro.
En entrevistas con Los Andes
“Los tópicos de mi obra se presentan casi sin que tenga que buscarlos. A veces se diferencian en su aspecto anterior, pero en el fondo son casi la misma cosa. Suelo decir que un hombre, cuando tiene suerte - y no creo que sea mi caso-, tiene en su vida una idea. Yo no sé si he tenido alguna vez una idea, pero he trabajado en la suposición de que la poseo”. Con Patricia Slukich, 18-12-2003.
“Podría decirse que [mis obras] son las cosas que uno va viendo a medida que transita el camino de la existencia y que quedan como si fueran exteriorizaciones de ese camino. En ese sentido hay una unidad en esta obra con la anterior que se da a través del trabajo en el tiempo. También una diferencia: a medida que uno desarrolla la marcha por ese camino que le toca hacer, va viendo cosas nuevas”. Con Patricia Slukich, 18-12-2003
“Hacer arte es una decisión del ánimo. Yo he trabajado de todas las maneras que me han sido posibles. No puedo decir que haya preferido una u otra. Lo que ha pasado es que al trabajar he ido cambiando las maneras de utilizar materiales”. Con Ariel Búmbalo, 11-02-2006.
“No es que yo haya tenido muchas ideas con las formas. Aunque parezca que uno hace cosas diferentes siempre estás haciendo lo mismo en arte”. Con Ariel Búmbalo, 11-02-2006.
“Empecé a hacer esculturas en 1992, antes había hecho grabado y pintura, que eran medios que me permitían llegar con más facilidad. La escultura siempre es más difícil porque hay que conseguir quien te admita poner cosas en un ámbito. No es fácil encontrar un sitio para poner una cosa que, en apariencia, solo sirva para entorpecer el paso de la gente”, con Ariel Búmbalo, 11-02-2006
Los Andes escribió sobre él
“Como buscador incansable de calidades estéticas que es, el artista logró sustraerse del milenario arte de las ‘estampas’ por una vocación hacia las formas y ductilidad de otros materiales. Así, en su carrera, hay paréntesis de pintura, de escultura, de manualidades, cada cual en su período previo de gestación y condicionados esencialmente no por estados de ánimo, sino por necesidades de expresión. El lenguaje de la madera, los movimientos del bronce, la personalidad del óleo, las filigranas en plata o la fidelidad del grabado han configurado una trayectoria plena de realizaciones que nos aproxima al plástico vinculado con el arte de hacer”. 05/08/73
“El grabado. Sus posibilidades le permiten acercar el arte a las gentes, por inclusión de una tecnología específica. Como medio y no como expresión, resulta diferente de la pintura. Quesada insiste en el grabado por el agrado de producirlo y porque en su aspecto formal da más de lo que el artista espera. Si abordáramos su temática podríamos afirmar que, ausente de determinismos, la configura en cada caso el material empleado. El realismo es también el gran ausente. La idea se ocupa de llenar el vacío”. 05/08/73
“La pintura. Luis Quesada aborda esta técnica para tomar de ella lo que al grabado le es imposible ofrecer. Aunque no los considere demasiado diferentes, admite que la pintura le permite mayor amplitud desde el punto de vista instrumental y representa más al artista, pues en el caso del grabado, se diluye un tanto, constreñido como está a una tecnología”. 05/08/73
“Aquí no veréis nada de lo que es usual en el viejo arte del grabado. La plancha de acero burilada, la piedra con sus costosas incisiones, la madera adscripta a la paciencia monjil de la gubia: ninguna de estas técnicas ha bastado para esta encendida imaginación, que ha recurrido a otros materiales y a otras maneras de conducirse frente a ellos, calando, superponiendo, pegando, goteando, chorreando, estableciendo correspondencia y réplicas, trabajando con los positivos y negativos del corte, ejecutando, entintados parciales, sumando colores para huir de ciertos esparcimientos radicales y sectarios y transitar por gamas de una finura de terciario helenístico”. Luis Ricardo Casnati sobre sus grabados. 1-06-77
“Con más ligereza que sentido común y con mucho de malevolencia y nada de razón, se dice que la obra de Quesada es decorativa, repetitiva, realizada con sentido de producción (...) Hay dos pilares que sostienen su actividad: la búsqueda permanente de un lenguaje personal y una concepción estética que incluye como ingrediente esencial la belleza. Una larga trayectoria, de sus comienzos a la fecha, nos muestra a un artista que, sin intención de hacer literatura, porque la frase puede parecerlo, piensa con las manos y éstas son ágiles, inteligentes y laboriosas. Si Quesada produce en cantidad y obsequia y disemina sus trabajos se debe, por una parte, a que ama intensamente su quehacer, y por la otra a su temperamento”. Andrés Cáceres sobre su obra. 15-06-77