El actor argentino César Bordón, que interpreta al representante y suerte de figura paterna de Luis Miguel en la serie de Netflix, aseguró que en la segunda temporada (que se presentó el pasado 18 de abril) “queda en claro que con el éxito los entornos de un ídolo se vuelven más miserables”.
“En el fracaso todos somos cooperativos pero en el éxito empiezan a aparecer personajes con actitudes ruines”, aseguró a Télam Bordón, quien actuó también en “Relatos salvajes” y “Un gallo para esculapio II”.
Después del suceso inesperado de la serie en 2018, esta segunda temporada de ocho capítulos organizados en dos líneas temporales muestra a Luis Miguel (Diego Boneta) intentando equilibrar, sin éxito, la fama internacional con su vida personal, el cuidado de sus hermanos tras la muerte de su padre, la enfermedad de Hugo López y la búsqueda desesperada de su madre desaparecida en 1986.
Allí, orbitando al “Sol de México” en la cima de su popularidad, entre otros personajes, aparecen Patricio Robles (interpretado por mexicano Pablo Cruz Guerrero) que se incorpora a la oficina de Hugo con intereses propios; Michelle (en la piel de la argentina Macarena Achaga) hija del ídolo a quien no ve desde hace más de una década, y Mauricio Ambrosi (que personifica el español Fernando Guallar), inspirado en una figura importante en la vida del artista, amigo y director de Aries Productions, empresa que Luis Miguel creó tras la muerte de López.
-¿Cómo definirían esta segunda temporada de la serie?
-Bordón: Hay relaciones más profundas, el eslogan es bien gráfico: “Cuanto más brilla el sol, más oscuras son las sombras”. En la primera temporada era un niño y aquí se ve a un adulto que tiene el peso de la responsabilidad de hacerse cargo de su carrera, su familia y sus vínculos.
-Pablo Cruz Guerrero: Si dividimos la vida de Luis Miguel en temporadas, la primera sería la búsqueda de identidad y en ésta se produce un choque emocional: luego de definir quién es, tiene que definir qué quiere hacer con eso que es. Y tomar ese paso en las circunstancias emocionalmente delicadas en las que está, es un acto de valentía y sumamente difícil.
-Macarena Achaga: es como si antes hubiéramos visto a Luis Miguel vestido y ahora lo vemos desnudo en muchos aspectos. Toda la oscuridad que no apareció en la primera temporada aparece toda junta acá.
-¿Qué rol ocupan en ese contexto sus respectivos personajes?
-CB: En esta temporada la relación paternal con mi personaje está consolidada al punto tal que no requieren de un protocolo para decirse las cosas a la cara. Se quieren, lo que le da una luz particular al vínculo que toma una relevancia muy particular y nos metemos en una oscuridad y una profundidad mayores.
-PCG: Patricio Robles, mi personaje, tiene un perfil compulsivo, obsesivo, perfeccionista, analítico, híper higiénico, que deposita su seguridad en su imagen, más allá de sus acciones. Eso funciona a la perfección en un ambiente tan banal como el que rodea la vida de Luis Miguel, donde se permiten pocos momentos íntimos, verdaderos. Robles seduce a Hugo López y se mete a trabajar con él, pero profesionalmente ocupa un lugar complejo porque sus intereses no siempre están aliados a los de Luis Miguel.
-En el caso de Michelle y Mauricio funcionan como cables a tierra...
-Fernando Guallar: Mauricio es amigo de Luis Miguel desde niño y acabó teniendo un papel muy importante, profesionalmente hablando, lo más parecido a un manager después del maravilloso Hugo López. No tiene necesidad de sacar interés de esa relación, es su amigo leal y siempre está cuando el sol más se eclipsa. Tanto Michelle como él son sostenes de Luis Miguel, no quiero pensar qué habría sido de él sin ellos.
-MA: En mi caso, la aparición de Michelle es como debe ser la aparición de una hija después de tanto tiempo en la vida de cualquier padre: una locura. Y Michelle viene a mostrarle algo sumamente humano y real, genuino. Me gusta pensar que ella va a tocar fibras que nadie pudo tocar antes.
-¿Por qué creen que la serie generó semejante furor?
-PCG: En la primera temporada vi una historia arriesgada, desde cómo el artista enigmático decidió tomar ese primer paso para contar su historia sin especulación. Y de parte del equipo creativo de no querer contar una historia convencional que tomó mayor profundidad cuando los contrastes y las texturas se volvieron más contundente, en comparación con el resto de las bioseries que vi.
-FG: Sí, y es muy atractivo conectar con la fragilidad de un mito como él y ver cómo funciona esta industria que es tan salvaje. El objetivo es que la gente lo desmitifique y empatice con el lado más humano, con que detrás de un icono, de un triunfador tan grande, hay una persona que ejerce un rol que no es fácil. Conectar con el mito detrás del escenario genera un morbo y una empatía que, a lo mejor, es lo que atrapa mucho.