Ahora que los shows en vivo nos parecen tan lejanos, que una peña con guitarreada y copa de vino en mano nos suena algo de otro mundo, nos vienen bien los discos grabados en vivos. Si son discos buenos, sabrán transmitirnos el calorcito humano que echamos de menos hace meses.
Apuntemos entonces para escuchar “Inkonexión”, que Raly Barrionuevo lanzó hace apenas un mes y puede rastrearse fácilmente en plataformas como YouTube y Spotify. Ya es el décimo segundo álbum como solista del cantautor y se trata de una recopilación de los shows que hizo en el Centro Cultural Konex de Buenos Aires en marzo del año pasado.
Aunque más que recopilación, digamos que es un resumen, porque sus conciertos suelen ser largos y el material que tenemos en “Inkonexión” suma apenas diez canciones. La condensación fue de todas formas impecable, pues nos sentimos en clima desde el comienzo, cuando las palmas del público marcan el ritmo de la chacarera y una sucesión luminosa de acordes largos nos abren el camino de la escucha.
De las diez canciones que oiremos, seis son de “La niña de los andamios”, el álbum que Barrionuevo editó en 2017. Aunque vale la pena el repaso, pues es un trabajo impecable, autobiográfico e introspectivo, quizás lo más llamativo del repertorio de “Inkonexión” sea la reversión que hace de sus propios temas más viejos. Con 47 años, Raly ya afianzó hace rato su estilo, por lo que puede darse el lujo de llevar a sus canciones hacia paletas nuevas e incluso lejanas.
Algo que hace también con las canciones más nuevas, como “Y seremos agua”, que forma parte de su último disco en estudio. Antes de cantarla, escucharemos cómo la preludia con un mensaje político a la audiencia (otra ventaja más de estar escuchando un vivo): “El agua, nuestro gran espejo de lo que somos como sociedad, como humanidad. El agua nos dice la verdad cuando está sucia, cuando está limpia, cuando hay sequía, cuando hay inundación… Un homenaje a nuestro monte, a nuestro agua, a esas luchas maravillosas”, dice Raly, militante del movimiento campesino y voz en contra de la megaminería.
Raly enhebra con su delicadeza de cancionista “La niña de los andamios”, “Agua de estos tiempos”, “La ocasión”, “Siete palabras”, “Tu memoria y tu mañana”, “Si acaso vuelves”, “A la libertad” y “Niña luna”.
Durante esas noches en el Konex, el público también conoció al artista plástico Darío Coronda (Krtu llamado también), quien pintó una pieza de dos metros por dos. Esa obra, germinada en la calidez de la peña, es la que ilustra la portada. Y a él le dedica la última canción, “Niña fuego de la América sagrada” (que data de 2012).
Cuando llegamos a ese final, para disfrutarlo enteramente ya hay que estar “desconectado”, pues una introducción pianística interpretada por Cci Kiu nos sugiere que entramos en el climax. Esa suerte de divagación de alto vuelo musical habla de la completa libertad con la que Raly Barrionuevo se maneja con sus músicos: son las bondades de editarse a sí mismo y no responder a nadie más que a su intuición, como él lo hace con Disco Trashumante, su sello.
Los álbumes en vivo fracasan cuando no logran condensar el aura del show y transmitirla a través de un amasijo electrónico de cables y megabytes. “Inkonexión” puede hacerlo: las palmas que se calientan al aplaudir, la sed que provoca la canción, los ojos cerrados en el momento más íntimo y los rulos de Raly electrizados en el punto más alto del fervor. Todo eso podemos llegar a sentir, y mucho más.
Pues sacar este disco en plena pandemia, y con este nombre, fue la mejor ofrenda musical de Raly para los argentinos en cuarentena. No queda más que recibirlo con los brazos abiertos y agradecer.