“Se me pegó eso de Guillote, cuando tuve que interpretarlo en la serie de ‘Maradona’. Y me estoy transformando en un contador de anécdotas”, afirma como una humorada Leo Sbaraglia ante la demanda incesante de entrevistas y pedidos para participar de charlas, talleres y otras experiencias en plena cuarentena.
En tiempos de confinamiento, el actor no paró de trabajar. El almanaque coincidió con el reciente estreno de “La Red Avispa”, la película de Oliver Assayas para Netflix, donde compartió trabajo con un dream teen hollywoodense con Penélope Cruz, Edgar Ramírez y Gael García Bernal.
Pero en el medio de la incertidumbre le llegó una propuesta interesante que rompe con los moldes del teatro llevado a lo audiovisual, y combina parte de ese lenguaje con textos escritos por Santiago Loza. Se trata de “Amor de cuarentena”, dirigido por Guillermo Cacace, con la actuación de Dolores Fonzi, Jorge Marrale, Cecilia Roth, Camila Sosa Villada y Sbaraglia.
La idea es bastante particular. ¿Por qué? Porque todo sucede a través de WhatsApp. Un antiguo amor se comunica en tiempos de encierro. Quien recibe el mensaje (previa compra del ticket) escucha su voz, la reconoce y de alguna manera la extraña y le brinda compañía. Cada oyente selecciona la voz de quien guiará su trayecto.
Durante dos semanas, esa voz le irá enviando mensajes por la red en los que reconstruyen un vínculo amoroso imaginario y comparte fotos y canciones.
“Los que acceden a la experiencia están dispuestos a entrar en el juego. Es como cuando hipnotizan a una persona, lo hacen porque quieren entrar en el juego. Es una especie de quiero ser inducido a algo, y esta experiencia de alguna manera tiene que ver con lo mismo. Quiero ser hipnotizado por Marrale, por Roth, Camila Sosa, Dolores Fonzi o Sbaraglia. Entonces durante catorce días formás parte de ese dúo: para bailar hacen falta dos. Y de alguna manera el espectador u oyente que forma parte de esta experiencia accede y es parte de este juego teatral, un simulacro donde el que recibe también se pone en un rol de escucha, de pareja que escucha a este ex. Y al mismo tiempo te entretiene y te manda cosas preciosas, porque la poética de Loza es preciosa, te acompaña y te lleva a otro mundo”.
-En un momento particular para el arte, pero que se sirve de la tecnología, para una experiencia diferente, con textos teatrales. Un proyecto distinto a lo que surge en estos tiempos.
-Sí. Y además no es que uno aproveche esta coyuntura para hacer lo que se puede. Como no podemos actuar, vamos a hacer un proyecto en off. Creo que esto es algo que aún en circunstancias fuera de cuarentena es una experiencia rica en sí misma. Desde la idea de que una persona pueda vivir una experiencia sonora, íntima y que te mueve la frecuencia vital para ponerte en otro lado, me parece que es rico. Y artísticamente se han podido lograr capítulos muy interesantes y entrañables.
Un camino a Hollywood
Leo Sbaraglia es uno de los actores que debutó en cine muy joven y fue construyendo un camino en las grandes ligas. En el cine nacional tiene una vasta trayectoria con títulos “No te mueras sin decirme a dónde vas”, “Caballos salvajes”, “Cenizas del paraíso”, “Relatos salvajes” o “Acusada” por nombrar algunas.
Pero su trabajo ininterrumpido entre España y Argentina lo llevó a sus 50 años a convertirse en uno de los actores con un camino internacional, al que la industria del cine mira con zoom. Tal vez su debut con Pedro Almodóvar en “Dolor y Gloria” fue la punta de lanza para una floreciente etapa. La última película de Almodóvar sigue recibiendo reconocimientos y se llevó seis galardones en los Premios Platino al Cine Iberoamericano, además de su nominación a los Oscar y Goya.
El aventón de este filme de Almodóvar se une al estreno de “La Red Avispa” y “Ofrenda a la tormenta”, una esperada producción española que debuta el 24 de julio por Netflix.
-¿Cómo vivís la posibilidad de trabajar en el mainstream del cine, con actores consagrados en el mundo, y entrar en un mercado que a vos no te tenía tan presente?
-Sí. Hay un principio de realidad personal y es que yo no pertenezco a ese mundo. Desde el principio que yo no trabajo en Hollywood. Solo he coqueteado, hice una película. En el caso de “La Red Avispa” todos ellos hacen una carrera americana. Penélope Cruz, Edgar Ramírez vive en Los Ángeles, Gael García Bernal va y viene de Estados Unidos a México. Y en mi caso estoy en el banco de suplentes, de los actores latinos, que somos unos treinta que estamos dando vueltas. Somos 22 o 24 que vamos al mundial y yo estoy ahí como que a veces entro, otras no (ríe).
Un poco por decisión propia se dio así. Pude haber ido a Estados Unidos cuando me fui a España y no lo hice. Ese cambio tan importante, lo hice con España. Y fue una movida muy fuerte para mí. Empecé a trabajar allá, me hice un actor conocido, trabajé en películas importantes que se han transformado en culto, películas más exitosas como “Carme” o “Salvador”, series de televisión. Siempre moviéndome en un cine más independiente y de culto, que en algo más comercial; como hice en Argentina con un poco de todo. Y de pronto hay tres o cuatro generaciones que te conocen. Se renovó el público con “Relatos Salvajes”, con muchos jóvenes que vieron la película.
-A pesar de que han pasado varios años desde esa película, tu historia en el filme es de las más incómodas.
-Sí, impresiona. De hecho mi hija todavía no lo vio. Tiene catorce años y todavía no me animé a mostrársela. Es muy fuerte ese capítulo, muy poderoso. Pero de alguna manera vas haciendo cosas que renuevan el público.
-¿Era un anhelo pendiente trabajar con Pedro Almodóvar?
-Sí. Re-pendiente, esa idea, esa historia. Desde muy joven veía las películas de él y me pareció un director increíble. Era un adolescente y alguien me recomendó verlo, como el director español joven que la rompe en España. A “Matador” la habré visto a los 15 años, o “Mujeres al borde de un ataque de nervios”... Son películas que veía y me parecían una maravilla.
-Y del trabajo con Almodóvar, ¿qué rescatás?
-Una gran y profunda honestidad con su corazón. Un tipo que labura a corazón abierto, aunque aparente ser tan enfático. Pero su lenguaje, a través de sus metáforas, de sus películas, su poesía, logra transmitirte corazón. Es muy honesto. Aunque la película “Dolor y Gloria” parece que habla de su vida, no es así. Pero al mismo tiempo está siendo auténtico y la gente que es auténtica le agrega a la obra un valor re-importante.
Señor de las cinco décadas
Aficionado a la fotografía, Sbaraglia suele compartir a menudo en su perfil de Instagram postales de la cotidianidad que registra con un ojo entrenado; como de quien tiene jornadas arduas de rodaje y que sabe captar la imagen justa y potente.
Pero en estos tiempos, el actor se tomó la licencia de sacarle provecho a los canales virtuales de comunicación y comparte lecturas en Youtube, fotos y algo de su intimidad.
Esta charla se dio previa a su cumpleaños número 50, el 30 de junio pasado. Un aniversario redondo que vivió con el cariño que le llegaba incluso desde la virtualidad y el plus del cambio de década.
-Hoy estás muy presente en las redes sociales y despuntás el vicio de la fotografía.
-Tengo cantidad de fotos y no las publico todas. Tengo fotos muy preciosas que hago con el celular. Cuando era joven las hacía con la cámara, pero es muy incómodo llevarla a cuestas. Entonces empecé a hacerlas con el celular, teniendo ojo...; los teléfonos tienen ciertos trucos para hacer buenas fotos.
-En tu canal de Youtube compartís relatos, ¿qué te divierte de este feedback con la gente?
-La verdad es que lo hago como una cuestión natural. Hubo una idea al comienzo de una mirada más apocalíptica, entonces la idea de salir. “¡Hay que salir a los barcos salvavidas!”. Me pasó un poco eso, la idea de hacer y de poner el pecho. Voy a terminar hecho picadillo, me dije. Tengo amigos y amigas que me decían: “Leo hace mucho que no leés, te extrañamos”. Pero es una movida ponerse a leer, es tiempo, disponerse a eso.
-¿Pensás algún día dirigir una película?
-En algún momento me gustaría, pero no a corto plazo. Es un plan a largo plazo. Quizá de acá a los próximos diez años me gustaría haber hecho una película. Y no tengo ningún tema particular, pero creo que la infancia es un terreno precioso para contar. Y la relación padres e hijos, relaciones de amor, hay muchos temas que me interesan; que tienen que ver con cuestiones muy íntimas. Pero el tiempo dirá.
-Con tu cumpleaños se vino un cambio de década...
-Siempre me gusta festejarlo tranquilo. Lo que había pensado antes de la cuarentena era hacer algo tranquilo. Y esperar el verano para hacer un festejo con pileta, con familia, amigos. Tenía más ganas de eso. Lo pasé con mi hija, a la que veo y estamos en el mismo circuito cuarentenil, pero estoy contento. Creo que llego tranquilo a los cincuenta. Ya me hice a la idea, empezó el 2020 y dije: “Ya está”. Estoy procesando los cincuenta desde que empezó el año, como son números redondos...
-¿Te sentís satisfecho de cómo llegás a esta etapa?
-No sé si satisfecho es la palabra, porque los balances personales no tienen que ver con lo que se ve de afuera. Uno puede decir: “¡Ah! este tipo la tiene atada, hizo películas…”. Pero adentro hay cosas por resolver, por aprender. Pero dentro de todo lo que más me gusta es mirar hacia adentro y ver claramente lo que veo. No hay nada hacia adentro que no sepa, ni haciéndome el tonto o escondiendo algo. Lo que hay es lo que está, y siento que tengo muchas cosas por trabajar.
-Hacerlo es un ejercicio profundo y que no todos lo hacen.
-Claro. Y eso me da alegría, tener la sensación de que por lo menos me estoy ocupando de lo que me tengo que ocupar.
-Con la certeza de que has hecho un camino en el oficio al que no todos llegan.
-Si hay algo de lo que estoy orgulloso es de cómo fui manejando la profesión. Si hay algo en lo cual puse mucha pasión, amor y afecto en mi vida ha sido en la profesión. Y en ese sentido quizá me puedo arrepentir de algunas cosas. Me arrepiento más de lo que no hice, que de lo que hice. A veces cuando uno se cuida mucho, no perder el control o mostrarse de una manera y no de otra, esas cosas si podés verlas. Pero cuando sos chico vas aprendiendo y para eso está la experiencia, la vida y los años. No me puedo quejar.
Una voz en el teléfono
“Amor de Cuarentena” es una experiencia audiovisual en la que el público accede a una serie de mensajes y archivos a través de WhatsApp, que los invitan a ser partes de una historia ficticia desde el teléfono.
El proyecto comenzó en junio y acaba de estrenar nuevos capítulos. Quienes quieran formar parte del juego deben adquirir su entrada en www.alternativateatral.com. Parte de lo recaudado será donado a la Casa del Teatro.