El israelí radicado en Mendoza Gil Pereg asesinó a su madre, Phirya Sarusi y a su tía, Lily Pereg, en enero de 2019 y en su casa de Guaymallén. Luego de matarlas, Pereg cavó un agujero en el caótico patio de tierra de la vivienda, enterró allí los cuerpos –mutilados y atravesados con hierros de construcción- y cubrió el pozo con tierra.
Para intentar ocultar su la prueba fundamental del doble homicidio –por el que fue condenado en noviembre de 2021-, el hombre cubrió con piedras y cemento el agujero, por encima de los cuerpos. Pero una mancha de sangre sobre una bolsa de cemento y el rastrillaje de la zona -con perros rastreadores incluidos- llevaron a que los cadáveres sean hallados a menos de dos semanas de la desaparición de ambas mujeres (que habían llegado de Israel y de Australia).
El alemán Kurt-Werner Wichmann asesinó a una mujer identificada como Birgit Meier (41) en el remoto pueblito alemán de Luneburgo, a pocos kilómetros de Hamburgo. Los restos de la mujer fueron hallados enterrados en el suelo del garaje de la que había sido la casa de Wichmann, también con un bloque de concreto que había sido colocado arriba de la cavidad donde estaba el cadáver. Al igual que en el doble homicidio cometido por Pereg, Meier había sido asesinada antes de que se entierre y se intente ocultar su cuerpo.
Sin embargo, la principal diferencia entre el caso que conmocionó a todo Mendoza –y el mundo- hace 2 años y medio y el del asesino alemán, es que este último recién pudo ser resuelto 28 años después de que se denunciara la desaparición de Birgit Meier. El intrigante suceso, que está disponible en forma de docuserie en la plataforma de streaming Netflix (con el nombre de “A Fondo: La desaparición de Birgit Meier” y una duración de 4 capítulos) tuvo su punto de partida en agosto de 1989 cuando la víctima fue reportada como desaparecida. Pero recién se resolvió en septiembre de 2017, cuando un equipo comandado por el hermano de la víctima –también policía- dio con ese doble fondo en la fosa del garaje de la casa donde había vivido Wichmann.
Un detalle más que importante en el caso alemán es que el asesino se quitó la vida en 1993, por lo que el caso fue resuelto cuando tanto la víctima como el victimario estaban muertos. Y algo que queda más que evidenciado en la serie de Netflix sobre la desaparición de Birgit Meier es la inoperancia y gran cantidad de errores que cometió la Policía local en este caso.
Otra similitud entre ambos casos macabros es que los familiares de las víctimas jugaron roles claves durante la investigación, sobre todo los hermanos de las mujeres.
En el caso de los asesinatos de Gil Pereg, Moshe Pereg –hermano de las víctimas- viajó a Mendoza, incluso con investigadores privados, los días posteriores a la desaparición de Lily y de Phirya. Mantuvo reuniones con personal judicial y con efectivos policiales.
En el de Birgit Meier, fue su hermano - Wolgang Sielaff- quien terminó por resolver el caso 28 años después sin haber descansado en ningún momento.
El misterioso y tétrico caso de Birgit Meier que atrapa en Netflix
“A Fondo: la desaparición de Birgit Meier” fue estrenada en Netflix a fines de 2021. A lo largo de cuatro episodios –de una hora de duración cada uno, en promedio- se reconstruye todo lo que envolvió al misterioso caso que recién pudo esclarecerse hace cinco años y cuando habían transcurrido casi tres décadas de la desaparición de la mujer.
Muy por el contrario al estereotipo y la idea que suelen tenerse del primer mundo y en comparación con otros países, nadie puede siquiera comparar el desarrollo y la resolución del caso de Gil Pereg y su madre y su tía en Mendoza con el de Wichmann y su víctima. Incluso, con el esclarecimiento del asesinato de la mujer alemana se confirmaría a posteriori que el difunto homicida había asesinado -al menos- a otras cuatro personas en las inmediaciones anteriormente. Ni siquiera la diferencia de tiempo entre un caso y otro -30 años entre la desaparición de la mujer alemana y las de la madre y tía de Pereg- serviría como excusa, ya que las herramientas para búsqueda en el terreno fueron las mismas en 1989 que en 2019, y en Alemania y en Mendoza.
Precisamente en Mendoza, con la fiscal Claudia Ríos a la cabeza, el doble homicidio cometido por Pereg se resolvió en menos de un mes. El 12 de enero de 2019, un hombre de aspecto llamativo y con una personalidad extraña se presentó en una oficina fiscal de Guaymallén para denunciar la desaparición de su madre y su tía, quienes habían viajado a visitarlo. Según su relato, ambas mujeres habían salido de la casa de él –el viernes 11 de enero- con la intención de tomarse un colectivo para regresar al departamento que alquilaban en la Ciudad de Mendoza. Y, según contó el denunciante –quien no era otro que el propio Gil Pereg- desde ese momento no volvió a saber nada de ambas.
Si bien el relato de Pereg era verosímil, desde el principio algo no les cerró a los investigadores mendocinos. Y aunque este extravagante ciudadano de casi 2 metros de altura fue puesto en el casillero de “denunciante”, nunca quedó descartado del todo que pudiese ocupar el de “sospechoso” también. Incluso, cuando estuvo delante de los investigadores mendocinos, se prestó especial atención a sus actitudes y movimientos.
En el caso de 1989, de Birgit Meier en Luneburgo y que es el que aborda Netflix en su docuserie, la denuncia la hizo también la familia de la mujer que desapareció de la noche a la mañana sin dejar rastros. Y desde el principio las sospechas estuvieron centradas en el ex esposo, Harald Meier, de quien la mujer estaba divorciándose. Wichmann fue mencionado como un jardinero que había hecho trabajos a los vecinos de los Meier y que, incluso, en una fiesta coincidió con Birgit y que él la llevó hasta la casa. Pero esto pareció no ser sospechoso para los investigadores alemanes, que citaron al jardinero para escucharlo cómo les decía que solamente conocía a la mujer de vista. En ese momento, la Policía de Luneburgo no se detuvo, por ejemplo, en los antecedentes criminales y por delitos sexuales de Wichmann.
El rol clave de la Policía y la Justicia en Mendoza y en Alemania
Para bien en el caso de Gil Pereg y para mal en el caso alemán que se expone en la serie de Netflix, la policía y los investigadores tuvieron un rol protagónico. Mientras que en Mendoza la resolución fue casi inmediata (pasaron dos semanas desde la desaparición hasta el hallazgo de los cadáveres), en Luneburgo la policía dejó que el jardinero homicida se les escapara de en frente de las narices mientras Birgit era intensamente buscada, no una sino dos veces en 4 años.
De hecho, de no haber sido por Sielaff (hermano de la víctima alemana), probablemente Meier seguiría desaparecida y no se hubiese resuelto el caso ni comprobado que el asesino era Wichmann.
Tras “zafar” de ese primer interrogatorio en 1989, el jardinero asesino continuó con su vida, como si nada. Y Harald Meier siguió bajo el reflector y la lupa de los investigadores. Desde Hamburgo, sin incidencia directa sobre la policía de Luneburgo, Sielaff seguía intentando ayudar en lo que podía para esclarecer la desaparición de su hermana.
En 1993, sin demasiadas pruebas en contra del viudo de Birgit, las sospechas volvieron a centrarse en el jardinero Wichmann. La Policía llego a su casa con una orden de allanamiento, pero él no estaba. Lo llamaron por teléfono para avisarle que estaban en el lugar para interrogarlo y revisar la vivienda, y Wichmann dijo que estaba en camino para encontrarse con ellos. Pero, en realidad, ese llamado fue el aviso que necesitaba para escapar a la clandestinidad y, por supuesto, ni aparecer por su casa donde lo esperaba la policía. Aunque nunca llegó, los efectivos allanaron la casa y encontraron una habitación blindada que siempre estaba cerrada con llave. En el interior encontraron armas, drogas, picanas eléctricas, sedantes y hasta revistas pornográficas y propaganda nazi de la Segunda Guerra Mundial.
En cualquier otra circunstancia, una persona con esos elementos encontrados en su propiedad hubiese estado cercada por la Justicia y la Policía y se habría convertido en el sospechoso principal de la desaparición de la que se cumplían 4 años en 1993. Pero no en el caso de Wichmann (quien tenía 44 años entonces); y no por mérito propio, sino por impericia de la policía local.
La detención y el suicidio
En “A Fondo: La desaparición de Birgit Meier”, de Netflix, se pone en relevancia la inoperancia de la Policía a tal punto de que reconstruyen la manera en que el jardinero cayó detenido en abril de 1993 tras estar involucrado en un accidente automovilístico. El motivo por el que lo detuvieron es porque, al requisar el vehículo, encontraron armas y municiones en el baúl. Por eso lo trasladaron a la comisaría, aunque en ningún momento cruzaron los datos que hubiesen permitido confirmar que el detenido era el principal sospechoso por la desaparición de Birgit.
Cuando los efectivos fueron notificados de esta coincidencia y se dirigieron a la celda de Wichmann, no hicieron más que constatar que el jardinero sabía que su suerte estaba echada y era todo cuestión de minutos u horas hasta que aten los cabos sueltos. Y, queriendo ganarles de mano antes de no tener salida, se suicidó ahorcándose tras colgarse eb la celda en la que estaba detenido con su cinturón.
Sin sospechoso, no hay investigación
Fue el 25 de abril de 1993 en que Wichmann se quitó la vida. Ni Harald Meier ni el hermano de Birgit, Sielaff, podían creer esta situación. Ni mucho menos lo que les deparaba el futuro de la causa por la desaparición de la mujer: al haber muerto el único sospechoso, la investigación se daba por concluida ya que no podía avanzar más (legalmente hablando).
Pasaron los años, pero el hermano de la víctima no aceptaba que todo quede en nada. Tampoco era suficiente para el esposo de Birgit y la hija de ambos, Jazmine. Sielaff se jubiló de la policía de Hamburgo y decidió seguir buscando a su hermana, con ayuda de investigadores, abogados, una antropóloga y un equipo que conformó para la ocasión.
La resolución, en Alemania y en Mendoza
Así fue como regresaron a la que había sido la casa de Wichmann (ni siquiera vivía la esposa del jardinero ya en el lugar). Y en septiembre de 2017, menos de un año y medio antes de que Gil Pereg asesinara a su madre y su tía, desplegaron una minuciosa búsqueda por el lugar. A diferencia de la vieja casa del israelí en Guaymallén, la casa de los Wichmann en Alemania se mantenía relativamente ordenada y cuidada. Varios años atrás, en uno de los tantos allanamientos, habían encontrado un auto enterrado en el jardín, por lo que volvieron a enfocarse en la búsqueda subterránea.
En la cochera, en tanto, encontraron una especie de fosa –como esas que se encuentran en los talleres mecánicos-, pero les llamó la atención la poca profundidad. Perforaron el cemento y, en un principio, no encontraron nada. Pero cuando una de las mujeres que participaba de la búsqueda apoyó el pie para intentar salir de la fosa, éste se hundió y así descubrieron que se trataba de un “falso piso”. El mismo que había querido simular Gil Pereg en enero de 2019 cuando enterró a su madre y a su tía y cubrió todo con cemento y piedras.
De regreso a Luneburgo, toda la atención de la búsqueda se centró en lo que había debajo de ese falso fondo. Y tras perforar cuidadosamente todo, encontraron los restos del cuerpo completo de una mujer en el lugar. Estaba desmembrado y su cabeza en el interior de una bolsa, y con un balazo en la cabeza que le había efectuado antes de enterrarla (la misma manera en que Pereg asesinó en Guaymallén a su tía). Una vez muerta, el cuerpo de Birgit Meier fue enterrado en esa fosa, que fue recubierta con cemento y que luego fue emparejado para simular un supuesto piso.
Tras asesinar a su madre (le dio 3 disparos) y a su tía (la asfixió), Gil Pereg mutiló los cuerpos de las mujeres para poder enterrarlas en un pozo de su descuidado patio. Y, al igual que Wichmann, rellenó el pozo donde estaban los restos de las mujeres con piedras y cemento para intentar aparentar también un falso fondo.
En septiembre de 2017, 28 años después del secuestro de Birgit Meier, además de esclarecerse el caso de la mujer (se confirmó que había sido secuestrada y asesinada por el jardinero Wichmann), se lograron esclarecer 4 asesinatos más ocurridos en el bosque de las inmediaciones de esa región de Alemania. Además de los restos de Meier (que fueron confirmados por análisis de ADN) se encontraron otros objetos pertenecientes a las víctimas de esos homicidios, por lo que se concluyó que el jardinero era el asesino de todos ellos. Incluso, se hallaron elementos pertenecientes a otras personas, por lo que nunca se descartó que Wichmann –muerto desde 1993- hubiera asesinado a otras tantas personas más.
En noviembre de 2021, en el Polo Judicial de la Provincia de Mendoza, un jurado popular dictaminó la culpabilidad de Gil Pereg por el doble homicidio de su madre y de su tía, mientras que la jueza técnica Laura Guajardo lo condenó a prisión perpetua.