Como pasa con la mayoría de las producciones artísticas, el público alcanza a apreciar un producto terminado. Una obra, una película, una canción, un baile. Pero detrás de lo que nosotros podemos ver, hay un trabajo arduo que puede llevar semanas, meses o años.
Esto es lo que intenta demostrar en su nuevo largometraje el cineasta Miguel Zeballos. Fascinado por el particular trabajo que realiza García Wehbi y lejos de querer mostrar lo que vemos en el teatro, el director enfoca su documental en una mirada mucho más profunda e íntima de lo que implica una producción del teatrero.
“A decir verdad, yo soy el objeto de interés de la película. No formo parte más que siendo aquel sujeto que fue filmado durante cinco años. Miguel me escribió un mail diciéndome que quería hacer un documental sobre mi proceso creativo, no tanto los resultados sino los procesos, le interesaba la cocina y aquello que el público no ve. Cómo trabajo, cómo elaboro los procesos, la relación con los demás integrantes, y cuando me propuso este proyecto y me dio algunas coordenadas, me parecieron interesantes”, cuenta Wehbi sobre la propuesta.
Si bien se trata de un documental, también se suman elementos que tienen que ver con la ficción y el ensayo. Sin diálogos o monólogos frente a la cámara, el elenco muestra lo que representa todo el proceso de creación de la obra, lo cual resulta un parecido a un detrás de cámara.
“No hay reportajes ni cabezas parlantes hablando sino que él quería discretamente y si yo lo autorizaba, filmar los detalles de los procesos de trabajo para que se transformarse en un documental de observación. Como eso a mi me interesa y no me gustan los documentales de narrativa tratando de explicar lo que se ve, acepte y le di vía libre para que participe. Fue así que durante 5 años participó de 10 proyectos distintos tomando como eje esto, trabajar en la cocina de los procesos más que los resultados.”
Y asume que aunque se trata de un documental de observación, ya para el final se sumó una parte ficticia donde Wehbi también participa. “Propuso hacer algunos fragmentos de ficción donde él propone con mi presencia ficcionalizar escenas que no son de mi autoría pero que de alguna manera reflejan mi estética.”
En este trabajo, el director manifiesta una constante voluntad de saltar al vacío y es, de ese modo, que la película se niega a sí misma como obra cerrada, sino más bien, lo que intenta ser es un borrador, las notas sueltas que sobreviven a su propio proceso.
La herida y el cuchillo tuvo su premiere mundial durante el 21° BAFICI y transitó diferentes salas independientes. Hoy llega a Cinear a las 22 y estará disponible de forma gratuita hasta el jueves 7. A partir del 13 de enero estará disponible en alquiler por $30.
La expresión artística de García Wehbi
Emilio es el fundador de El Periférico de Objetos, un grupo paradigmático del teatro experimental e independiente argentino. Su poética intenta confrontar con las categorías estéticas establecidas, hibridando las disciplinas de manera que sus creaciones no puedan ser sometidas a ninguna definición precisa.
“Soy un artista interdisciplinario que trabaja tomando como centro las artes vivas, las artes escénicas, el teatro, la danza, la ópera, todas aquellas artes donde un cuerpo está presente. Al mismo tiempo lo que hago es tratar de discutir con las formas establecidas, las convenciones del teatro, de la performance, de la ópera y tratando de generar cierta rispidez y cierta tensión con los elementos establecidos para ampliar los campos perceptivos de la obra y el espectador”, explica sobre su trabajo.
“Trato de tener un gesto rupturista si cabe la palabra, en términos estéticos, y a la misma vez establecer un vínculo con el espectador que no lo piensa tanto como público o masa sino como sujeto individual, una relación subjetiva y personal como un sujeto individual que tendrá una percepción diferente al espectador de al lado, adelante o atrás. No hay una idea de que haya una obra exitosa en tanto y cuanto no todos tendrán la misma opinión. El espectador trabaja con la obra porque va construyendo una idea, una interpretación, una apropiación de la obra absolutamente personal.”
García Wehbi trabaja a partir de estrategias formales que incluyen conceptos como lo obsceno (aquello que está fuera de la escena), la crisis, el accidente, la provocación, la inestabilidad, lo extraordinario (lo que se aparta del orden), la memoria, la muerte y la violencia. Intenta que sus montajes sean un espacio para la convergencia de las distintas miradas.
- Durante tantos años de carrera, ¿has visto que tu estilo de producción se utilice cada vez más? Cada vez más sucede eso, yo hace 30 años que hago este tipo de experiencias y hace una década todo era más común y tradicional. De a poco las artes escénicas han incorporado los lenguajes de otras artes y se ha ido “modernizando” y ha adoptado formatos nuevos. No es extraño entender hoy que el lenguaje de las artes escénicas es un lenguajes de cruces, no es un arte puro como la música o la pintura porque se nutre de elementos de las otras artes para construir su discurso. En sí mismo el teatro es un lenguaje transdisciplinar.
- Todo este año la salida ha sido el streaming, ¿qué opinás al respecto? Tengo dos cosas para decir. Primero, esencialmente los artistas que han tenido que recurrir al streaming por supervivencia, ya sea económica y vital, lo tuvieron que hacer no porque estuvieran a gusto sino por una necesidad económica. Ahora visto esto, donde yo no abro ningún juicio de valor por la necesidad, a mí no me interesa lo más mínimo y no representa ningún tipo de lenguaje teatral. Puede ser interesante pero hay que pensar cual es el lenguaje propio del streaming como eso, no pensarlo como que se hace teatro vía streaming ya que una de sus características esenciales es estar ahí, con el otro, junto al otro, contra el otro. El vivo es el cuerpo presente, en el streaming eso desaparece. Podemos hablarlo como recursos que han aparecido, nuevos lenguajes como consecuencia de experimentar en ese lenguaje, que después puedan ser incorporados al lenguaje teatral pero en sí mismo no ha sido una fuente de creación muy importante.
- ¿Cómo ves a las artes escénicas argentinas en relación al resto del mundo? Creo que los procesos de los artistas en general son autónomos, creo que el teatro argentino tiene mucha vitalidad, mucha presencia en el sentido de que hay muchos artistas en artes escénicas y que a lo largo de las décadas el teatro ha ido desarrollando un lenguaje propio, singular y fuerte. De hecho, corroboramos esto cuando vemos en el exterior que artistas de distintas generaciones se han presentado en el exterior y siguen teniendo repercusión, eso dice que hay cierta salud en las artes de Argentina. Quizás por la falta de recursos hay poca posibilidad de profesionalización, pero eso tiene que ver con características socioeconómicas de un país tercermundista. Si analizamos dentro del contexto decimos que el teatro argentino es muy saludable que le falta mucho desarrollo pero como le falta a todo el país, porque vivimos en un país pobre en vías de desarrollo. Salvando esto, podría comprobar que en el exterior el teatro argentino tiene repercusión.
- ¿Qué fue de tu 2020? Mi 2020 fue paradójicamente con mucha actividad. A principios del 2020 edite mi primera novela que se llama “Maratonista ciego”, en marzo estrené dos semanas antes del aislamiento una obra que se llama ’65 Sueños sobre Kafka’. Cuando se largo un protocolo para las artes visuales yo monte la segunda parte de este espectáculo que había estrenado en marzo. Tuve la suerte de viajar a España a presentar dos espectáculos recientes, por lo que para un año tan catastrófico me siento un privilegiado.
- Y para el próximo año, ¿Qué esperas? Para el 2021 espero, más allá del teatro y la perspectiva de arte, pienso que ojalá las cosas mejoren para todos en términos sanitarios, aparezca una solución o paliativo a esta situación. Y después sí, que empecemos a retomar las actividades y podamos volver a lo que estábamos haciendo y esperando que el año que viene sea mejor que el que pasó.