El 9 de julio de 1822, se fundaba uno de los espacios culturales más importantes de Mendoza. Inicialmente denominada como “Biblioteca Mendocina”, se trata de un espacio ligado a las letras donde, de manera libre y gratuita, los ciudadanos encuentran su espacio de esparcimiento y nutrición literaria.
Para 1871, ya se conocía como Biblioteca San Martín. A punto de cumplir dos siglos, un tímido número para una instalación de esta índole, la provincia se dispone a darle el homenaje que merece.
Este domingo, el Teatro Independencia recibirá a grandes figuras de las letras y la música para brindar por un lugar histórico que ha dejado marcas en más de uno.
Estarán presentes el escritor Hernán Casciari y el músico Cucuza Castiello, junto a la Orquesta Filarmónica de Mendoza y un ensamble especial de músicos.
“Vamos a hacer junto con Cucuza Castiello que fue convocado por mi cuando me propusieron hacer algo con cuentos y canciones, pensé en él inmediatamente. Vamos a hacer canciones y cuentos, siempre con la filarmónica como marco así que nos hará muy bien”, contó el escritor cuando conversaba con Los Andes.
Además, se suman a la grilla la artista Lucía Miremont, junto a Carolina Cusa Nanfro y Ariana Lucía Gómez para darle paso al ciclo Letras y canciones compartidas.
Luego se proyectará el minidocumental Una biblioteca no es una isla, dirigido por Natanael Navas, con guion de Gabriel Dalla Torre.
Con este evento se inicia el camino hacia los 200 años de la Biblioteca Pública General San Martín, lanzando la campaña transmedia “200 razones para leer – 200 invitaciones a la biblio”.
Pero, ¿por qué homenajeamos las bibliotecas? “La biblioteca para mí, particularmente, en el sentido más genérico y amplio, me ha servido muchísimo en épocas donde no se podía comprar libros, las cuales fueron muchas, y en casi todos los lugares donde he vivido me he nutrido de bibliotecas. Como escritor no lo sé qué importancia tiene, pero como lector, cuando se come arroz todos los días, tener buena literatura es casi la única salida”, expone Casciari.
200 razones para leer
La propuesta impulsada por el Ministerio de Cultura se trata de una campaña transmedia que ofrece diferentes instancias de contenidos, a modo de previa por el bicentenario de la Biblioteca Pública General San Martín.
Se trata, literalmente, de 200 piezas numeradas que el público irá descubriendo a lo largo de todo un año bajo la forma de contenidos digitales como podcast, trivias y streamings en vivo. Asimismo, eventos, convocatorias artísticas, intervenciones urbanas y la edición especial de un libro y un documental históricos.
Se trata de una campaña colaborativa, accesible y sustentable que busca interactuar permanentemente con los diferentes públicos de la biblioteca, las instituciones educativas y culturales y las comunidades artísticas de la provincia, para tejer en red cada uno de sus contenidos.
El objetivo de “200 razones para leer” es instalar definitivamente a la Biblioteca Pública General San Martín en la agenda, el territorio y la historia provincial, impulsándola como un punto clave del entramado cultural contemporáneo de Mendoza.
Hernán Casciari, el hombre de las mil historias
Su nombre resuena, sus historias alcanzan a miles de personas. Tiene su propia Editorial Orsai, su comunidad es imparable. Hernán Casciari lo tiene todo y más de lo que imaginó.
“Siempre me pareció muy claro cuál iba a ser mi oficio. Nunca tuve muchas dudas respecto a eso, de que iba a vivir de escribir y posiblemente que era lo único que iba a hacer. Lo que no tenía idea es en qué se iba a convertir eso, en un mundo conectado”, reflexiona el escritor a sus 50 años.
“Cuando era adolescente no sabía que iba a existir internet, pensaba que iba a tener una máquina de escribir en un escritorio de madera, golpear la puerta de una editorial, algún día ir a una librería, y estaba conforme con ese destino. Esto es totalmente otra cosa y es increíblemente mejor que ese destino, es mucho más divertido, la comunicación directa con los lectores, la ausencia absoluta de intermediarios, no tener una editorial que te roba, hacer lo que se me antoja y soy tremendamente feliz.”
Apasionado, dedicado y sumido en la pasión por las letras que lo atraviesa, Hernán es reconocido por sus cuentos, historias, experimentos, blogs y revistas. Además de tener una comunidad fiel que lo sigue a donde sea y que hoy financia el proyecto “La Uruguaya”, una adaptación cinematográfica de Pedro Mairal.
“Mi rol especifico fue conseguir el dinero, después esta la directora general, de casting, de cine, yo lo que hice fue pedirles a los lectores de mis libros si tenían ganas de poner 600 mil dólares y lo hicieron. Del 2 al 13 de enero lo conseguimos, fue mucha gente confiando.”
“La uruguaya” relata la historia de un escritor que cruza a Montevideo a buscar dinero que le fue depositado en el país vecino ya que no quiere recibirlo en Argentina para que no se devalúe. En Montevideo tiene un amorío con Magalí Guerra, una chica mucho más joven que él. Este amorío forma parte de la trama principal, que habla de un problema mental que tenemos con el dinero y otro problema mental con lo extra matrimonial.
Por primera vez se embarca en un proyecto cinematográfico 100% financiado por su comunidad. Algo que considera divertido e interesante para salir de la rutina. Pero eso no es todo, durante la cuarentena, la venta de ejemplares de sus libros se disparó, lo que nos lleva a preguntarnos:
- ¿La gente retomó el hábito de la literatura en pandemia?
Yo no sé si particularmente la gente haya vuelto a leer, sino a reencontrarse con entretenimientos o evasiones que pueden ocurrir dentro de la casa. Seguramente debe haber crecido el uso de internet, pero sin embargo en mi experiencia como editor, se disparo el consumo del libro, al menos de nuestra editorial. Fue muy significativo el cambio y muy evidente el por qué, y el por qué tiene que ver con que había mucha gente con necesidad de evadir en casa sus responsabilidades. El libro es una herramienta para eso junto con otras nuevas como Netflix o lo que fuera.
- Publicaste tu proyecto “Seis meses haciéndome el loco” …
Si, fue un proyecto del diario El País de España, donde me pidieron que hiciera una novela que saliera en el diario tres veces por semana y me pagaban el doble en caso de que nadie descubriera mi autoría.
Invente un personaje esquizofrénico catalán de 33 años que quedo confinado dentro de un instituto psiquiátrico a los 17 años. Y un medico descubre que una forma de apalear su enfermedad es que escriba en un diario tres veces por semana. Entonces la gente recibía lunes, miércoles y viernes recibía un texto mío. Cuando terminó, lo compilé y muchos años después cuando se venció el contrato de confidencialidad con el diario lo publiqué en mi editorial.
- ¿Hoy sería posible llevar adelante un proyecto similar sin que nadie te descubra?
Supongo que seria posible, es solamente escribir diferente a como uno lo hace. A veces es extraño tener un nombre reconocido y que solo por eso te compren el libro.
- ¿Eso representa una carga extra al momento de publicar?
Al contrario, lo que se genera es una cotidianidad muy fuerte con los lectores que a veces es necesario romperla. Por eso estos trabajos experimentales son buenos para ver cómo funcionaría mi trabajo si no estuviese mi nombre en la obra.
- Hace años renunciaste un poco al periodismo, ¿cómo lo ves actualmente?
Nunca trabajé específicamente como periodista, pero no veo mucho periodismo. Veo determinados negocios, sobre todo en los medios tradicionales. El periodismo es algo que se extraña muchísimo, ese que tiene tres fuentes, que no esta contaminado por los intereses del dueño, extraño ese periodismo, pero al mismo tiempo soy realista y sé que es una practica que no podemos permitirnos por la sobreinformación que existe. Es como si extrañara al lechero que traía la leche a casa, ya no está, ahora vamos al supermercado a buscarla.
Comprendo perfectamente ese proceso, es un negocio gestado y dirigido por gente muy codiciosa, es muy difícil que no se convierta en lo que se ha convertido. Me parece que los pequeños medios independientes que surgen son los nuevos formatos, los que no tienen que ver con la publicidad. La publicidad es el verdadero contaminante de lo que en algún momento fue el periodismo.