La expectativa que tiene el público en la apertura de cines, teatros y presentaciones de espectáculos es directamente proporcional a la necesidad de los artistas de estar arriba de un escenario. “Tenemos una dependencia emocional de interacción con la gente”, nos dijo Javier Calamaro, que hoy se presenta en el Teatro Plaza, de Godoy Cruz, con su #Gira2021, iniciando así una temporada de show que, aunque corta, será sumamente nutritiva para los sentidos.
Durante los meses de encierro, Javier Calamaro realizó algunas presentaciones por streaming, con cada uno de sus músicos tocando desde sus casas. Menuda tarea de coordinación, teniendo en cuenta que absolutamente todo depende de la estabilidad en la conexión de internet. Un corte mínimo, podría haber provocado un delay que retrasara el tempo de alguno de los músicos, generando un verdadero desastre auditivo.
Sin embargo, todo funcionó a la perfección y Calamaro tuvo la oportunidad de utilizar ese material para dar lugar a su nuevo disco, “Cuarentennial”.
Pero no es lo único nuevo ni lo más importante en la vida de Javier: durante los meses de pandemia, la pancita de su esposa Paola creció hasta darle vida a una nueva integrante en la familia. Así, en noviembre fueron padres de Sacha.
En una charla exclusiva con Los Andes, el músico habló de su presentación esta noche, pero también de cómo fueron los meses de aislamiento y la experiencia de la paternidad.
-Qué intensa la agenda para este fin de semana...
-Sí, bien intensa: el 14 y 15 estuve en San Luis; el 16 en San Juan y el 17 en Mendoza. Muchos shows en pocos días. Como en la vieja época...
-Contame cómo surgió “Cuarentennial” y cuándo sale en formato físico.
-En realidad nunca pensé en lanzarlo en formato físico, porque ya no pienso en esos términos. Quería que quedara asentada una experiencia que fue para nosotros muy linda y muy novedosa, porque fue el primer concierto por streaming. Pero por otra parte, y significativamente, fue la reunión de los músicos. Fue muy experimental todo y podría haber terminado en desastre por una cuestión técnica, porque acá cada vez que vas a hacer algo luchás contra los elementos, que no son los vientos o las mareas, sino el delay entre las conexiones y no poder ensamblarse con el otro. Pero hay tanta relación, tanta onda y tanta simbiosis… porque Chapa (Leandro Chiappe) es el que me acompaña desde hace 20 años tocando tangos. Así que probamos con los tangos primero de una manera muy rudimentaria y funcionó. Pensé que cuando viniera un equipo de gente a mi casa y a su casa, y pudiéramos atomizar todo, iba a funcionar.
-¿Algún truco?
-Me inventé una técnica en el que todas las canciones tuvieran un tempo fijo para que todas las canciones estuvieran marcadas por una guía que yo preparé y le mandé al pianista para que más o menos nos agarráramos de la pista y funcionara lo suficientemente bien como para disfrutar, porque a partir de ahí era un desafío disfrutar algo que tenía mucho riesgo de ser un desastre técnico.
-¿Entonces esto fue un show por streaming y de ahí salió el disco?
-Exactamente, hicimos ese show y la gente que lo produjo tuvo la buena idea de grabar todo. Por eso la imagen es como una webcam medio precaria, pero el audio está perfecto. A mí me gusta mezclar y terminar bien las cosas, porque estudié para eso y porque me divierte. Me di cuenta que con esos elementos podíamos hacer una cosa que sonara bien y que además se viera, pero que por sobre todas las cosas fuera un testimonio de un reencuentro muy emotivo. Lo que está en el disco no es el concierto, sino que elegimos algunas canciones, cortamos lo que yo hablaba en el medio, porque sino hubiera durado dos horas.
-¿Fue tu primera experiencia en ese medio?
-Previamente venía haciendo experimentos en cuarentena. A todas esas cosas que yo iba generando -que empezaron por ser cosas para las redes, escritos, videos y declaraciones- le sumamos la producción de una canción que se me ocurrió hacer en ese momento, que se llama “Milagro”. Esa canción salió preciosa y tuvo un video muy especial, muy distinto a todo lo que yo había hecho, y probablemente a todo lo que haga posteriormente. Tuvo una fuerza tan grande, porque me caracterizo como mujer, y la realización de todo la hizo Paola, mi mujer.
-¿Tiene algo que ver ese tema con el nacimiento de tu hija?
-En realidad la pancita empezó a crecer un poco después, y hubo un montón de cosas que tuvieron que ver con el nacimiento de mi hija: todos los shows por streaming que hice posteriormente, incluso los conciertos en Córdoba (donde llegué a hacer dos conciertos con público) y antes un concierto en un autocine en la provincia de Buenos Aires. Cuando estaba listo para subir a los escenarios, me llama Paola y me dice que rompió bolsa, entonces ahí, cuando subí al escenario, la cabeza me hizo clic, taché canciones de la lista, algunas que no tenían que ver con cómo me sentía en ese momento, agregué otras, improvisé, y a partir de eso los shows que hice fueron enfocados a otro lado. Por ejemplo, no volví a cantar un tango duro para empezar a sumar canciones al repertorio, que se podrán ver en Mendoza.
-¿Cómo fue para vos vivirlo en esta circunstancia de pandemia y qué cosas te trajo la paternidad?
-Convertir esta circunstancia que es tan cruenta e injusta para toda la raza humana en un momento maravilloso de la vida, eso es lo que significa. Es y siempre lo va a ser. En el momento de nacer Sacha, cambiaron absolutamente las prioridades, cambió la visión de la vida misma y todo lo que acarrea. Empecé a verle la ventaja a esta circunstancia de estar todos encerrados en cuarentena. Ella nació el 2 de noviembre y ya de por sí no vino nadie a la clínica, lo cual fue maravilloso. Después estar acá en casa, luego de 10 días en neonatología -porque nació prematuramente- es una cosa increíble, es muy alucinante. No sé si hay un cambio de biorritmo en la Tierra o es el cambio de la visión que tengo acerca de todas las cosas, que se ven trastocadas y alteradas por esto que estamos viviendo: la paternidad.
-¿Ese es el “Milagro”?
-Esta época se transformó en algo milagroso, maravilloso, y no estaba contemplado cuando yo hice la canción “Milagro”, porque estaba viendo otra cosa y además es una reversión de una canción que tiene 17 años, pero de alguna manera todo lo que pasó a partir de que nació Sacha fue una sucesión de cosas maravillosas, incluido un trabajo muy lindo, una participación en un programa de tele que se está estrenando este domingo.
-Si no me equivoco es “Rock and football”...
-Exactamente, a mí me contrataron para participar como una especie de co-conductor, pero desde la cocina, porque a mí siempre me gustó cocinar pero nunca lo mostré. Y vino Maxi Pardo, quien es cantante y conductor del programa, y me dijo que quería que apareciera desde la cocina. A mí me encantó eso, lo pasé genial. Tuvimos un día de rodaje por cada programa, con mucha producción: 75 personas trabajando. Me dijeron “traé a tus amigos como invitados”, así que me reencontré con gente que no veía hacía mucho tiempo y aparecen uno o dos en cada programa, como Coti (Sorokin); Joaquín (Levinton) de Turf; Cucho, de los Decadentes; Willy (Walter Piancioli), de Los Tipitos; Hilda Lizarazu y Fabi Cantilo. Todos en cinco días de rodaje consecutivos, en un programa súper producido, medio hollywoodense, con un nivel espectacular, con una locación increíble en un campo en Pilar, en el norte de la ciudad de Buenos Aires.
-¿Sos espontáneo para compartir cosas de tu vida privada en redes?
-Sí, en realidad no quiero mantenerla demasiado a resguardo porque sería antinatural. De golpe me dan ganas de subir algo al Instagram, no veo por qué voy a discriminar algo personal de algo profesional, porque para mí es la misma cosa.
-¿Cómo es eso?
-Cuando salgo de mi casa para hacer una gira, un concierto, lo hago como una manera de hacer, entre otras cosas, terapia. Reencontrarme con mis amigos, conocer gente, viajar (que es el objetivo por el cual empecé a hacer música y sigo haciéndola). Siempre va a ser así, es una experiencia personal salir de gira. El resultado es toda la parte terapéutica que implica salir de gira y plantarse en un escenario. Para mí es una declaración de principios permanentemente, sean 45 minutos o sean tres horas de concierto. Porque estoy compartiendo, abriéndome a algo, y por otra parte estoy permeable para recibir una devolución de lo que estoy haciendo.
-Sos uno de los primeros artistas que viene Mendoza, así que hay muchas ganas...
-Bueno, eso es recíproco. Tengo unas ganas que es imposible describir con palabras, porque los momentos duros de la cuarentena fueron muy duros para todos los que dependemos, incluso emocionalmente, de la interacción con otra gente o con el público. La computadora la puedo hacer todos los días de mi vida, la música, los instrumentos, el software siempre va a ser un acto tan privado como compartido, tan íntimo como público, pero evidentemente a los músicos nos faltó eso, más allá de lo psicológico.
-La cultura está en una gran crisis...
-Hay una situación muy ingrata, que es el hecho de que hay 200.000 personas viviendo de la industria de la música, a través de los medios discográficos, y sobre todo de los conciertos. Es mucha gente que se quedó parada, entonces cada vez que hablás con alguien te tira una pálida. Fueron cargándose de negatividad porque era muy difícil encontrarle la vuelta, pero como dijo el maestro Friedrich (Nietzsche) “lo que no me mata me fortalece”. Así que salimos muy fortalecidos de esto. Este año trajo regalos que no me hubiese esperado.
-¿Cómo es salir de gira nuevamente por Cuyo, aunque sea relámpago, siendo padre recientemente?
-Hay una cosa que tendrías que aclarar: así como no se cerró Mendoza, San Luis y San Juan para mí, sí se cerró la provincia de Santa Fe. Yo tendría que haber empezado en enero haciendo gira y se cayó todo dos días antes, porque el gobernador decidió, de un minuto para el otro, que no iba a haber ninguna clase de evento público. Así que todavía es una circunstancia que estamos peleando y cada vez que me paré arriba de un escenario lo voy a seguir viendo como un logro extraordinario. Por suerte estamos autorizados en la región de Cuyo circunstancialmente, pero hay otras regiones que no abrieron. Son muchos conciertos en pocos días para el ritmo en el cual venimos y sé que va a estar buenísimo. Estoy muy agradecido con esto.
La ficha del show
Javier Calamaro en Mendoza
Fecha y hora: Hoy, a las 21.30.
Lugar: Teatro Plaza (Godoy Cruz).
Entrada general: $750 en www.entradaweb.com.ar (capacidad limitada). Se recomienda llegar al Teatro al menos media hora antes del comienzo de la función para cumplir con los requisitos sanitarios.