Horacio Cabak: modelo de elite, sex symbol y el costoso precio del “sex appeal”

El furor por este chimento quedaría cifrado en un “revival” por partida doble: como erotismo añorado y como periodismo carroñero.

Horacio Cabak: modelo de elite, sex symbol y el costoso precio del “sex appeal”
Horacio Cabak dio positivo para coronavirus y contó todos los síntomas.

La agenda mediática fue succionada por Horacio Cabak. Su historia puede resumirse así: Cabak enferma de coronavirus y es internado con un diagnóstico de moda: neumonía bilateral. La mujer con la cual lleva casado 27 años, madre de sus tres hijos, recibe el celular del marido. El artefacto se convierte en una caja de Pandora cabaretera: Cabak no tiene una amante, sino, aparentemente, miles.

Los programas despliegan un juego de sugestiones nominales que el televidente adivina con facilidad: “Una de las amantes es muy famosa” (Rocía Oliva), “Otra de las amantes pertenece al círculo íntimo” (Belén Lanosa, la fotógrafa), “Cierta amante es panelista de este programa” (Mariana Brey).

El crucigrama de nombres se bifurca en tantas direcciones que Cabak tuitea: “levante la mano quien supuestamente NO se acostó conmigo”. Este sentido del humor daría a entender que Cabak transita el escándalo con templanza. De ningún modo: el conductor de La jaula de la moda sufre. Su matrimonio se destroza y sus hijos lo miran con desconfianza.

Infedelidad: Un clásico

Desde La Ilíada, las infidelidades son tópicos eficaces. El caso de Cabak no aportaría originalidad narrativa y precisamente en este carácter banal se esconde la llave del éxito. Estamos ante un chimento clásico haciendo lo que solía hacer el chimento en su época dorada: arruinar vidas.

La llegada de los reality shows, no como formato televisivo, sino como modo de existir, devaluaron el chimento poniéndolo al servicio de la confección autobiográfica. Un famoso ahora puede exponer su intimidad anticipándose a la intrusión del paparazzi.

Pero aún en la autobiografía más osada existen elementos ocultos, detalles preferentemente opacos. En Cabak, el poliamor era ese componente protegido, algo que su mujer interpretó como “doble vida”. El chimento vuelve a manifestarse como fuerza destructora impropia, aquello que envenena una singularidad. La desesperación de Cabak deja de ser un temperamento programado para ser una consecuencia real e indeseada.

El poder del chimento

Todo chimento es un rumor actuando como prueba; he allí su poder siniestro. Los chimentos se emparentan con las fake news porque están al servicio de algo que alegrará nuestro aparato cognitivo. ¿Qué nos entusiasma de la infidelidad de Cabak y su descomposición matrimonial? Aquí sucede algo interesante: Eros y Tánatos se alían en una operación de fantasía retroactiva.

Cabak –junto a Tomy Dunster, Matías Camisani o Iván de Pineda– perteneció a una camada de modelos de élite. El desenfreno sexual develado recientemente funciona como una magdalena proustiana: nos regresa al ensueño erótico de los noventa. Aquella monogamia que Cabak protegió en su juventud se revierte en el rumor contemporáneo; no importa que la infidelidad exista, importa el deseo de hacerla existir para recuperar una virilidad perdida.

El furor por este chimento quedaría cifrado en un revival por partida doble: como erotismo añorado y como periodismo carroñero. La destrucción de Cabak gracias a su promiscuidad es también un resurgimiento mediático nostálgico. Suerte de moraleja con delay de dos décadas: nadie puede convertirse en el sex symbol de una generación sin pagar las consecuencias.

*Este texto fue publicado originalmente por La Voz. Se reproduce aquí con la autorización correspondiente.

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