En el camino de los bellos y espeluznantes “noirs” escandinavos, “El muñeco de nieve” se apunta con mucha dignidad. Logra conjugar bien una historia con los suficientes giros para sorprendernos, una estética prolija, blanca y fría, y actuaciones convincentes. Esto, en un género dado a los más pueriles efectos y manipulaciones, ya es bastante.
Probablemente no sea un thriller memorable, ni que nos lleve a querer volver a verlo, pero cumple su cometido de entretener y sorprender, al irnos retaceando con buen ritmo la información, en una sucesión de atmósferas opresivas e incómodas.
La dirección es de Tomas Alfredson, quien en su momento (allá por el 2008) tuvo cierta fama por “Criatura de la noche”, una historia igualmente fría aunque con un manejo de lo siniestro mucho más notable. Ahora, basándose en una historia de Jo Nesbø, logra una interesante versión del asesino serial nórdico, que en este caso deja su firma construyendo un muñequito de nieve cerca de sus víctimas.
Como protagonista tenemos a un detective alcohólico y perdulario, interpretado por Michael Fassbender, quien toma el caso de los asesinatos. La trama nos ofrecerá todo lo usual: desde los inevitables plot twists hasta las ingeniosas torturas que rayan el gore.
Los rastros de sangre en la nieve y esa iluminación triste que impone ésta en esos países dan un entorno sugestivo: los que sigan este tipo de películas amarán la pulcritud técnica.
¿Debilidades? Puede que el final no sea perfecto (ya no existen finales inimiginables) y que Charlotte Gainsbourg, en un misérrimo papel secundario, esté demasiado desaprovechada. Pero es una película que, a la hora de entretener y pasar con dignidad un buen rato, cumple.
La ficha
“El muñeco de nieve”. Estados Unidos / Suecia. 2017. 119′. Dirige Tomas Alfredson. Actúan Michael Fassbender, Rebecca Ferguson, entre otros. Disponible en Netflix. Nuestra opinión: Buena.