¿Qué tanto habla “Don’t Look Up” de todos nosotros? Parece que bastante. Si no no se comprendería la explosión de comentarios que ha desatado durante la última semana. Casi todos hemos querido esbozar una opinión sobre esta sátira de Adam McKay desde nuestra pequeña porción discursiva del mundo. Internet y su legión de idiotas, diría Umberto Eco.
Netflix logró lo imposible: no que un 24 de diciembre se hablara más de un cometa apocalíptico que de la estrella de Belén, sino que la gente se volcara más al contenido de la cinta, a veces analizándolo con una increíble disección sociológica, que de las estrellas que la protagonizaban. Ninguna espera un Oscar, pero todas están ahí: Leonardo diCaprio, ferviente ambientalista, a la cabeza, más Jennifer Lawrence, Meryl Streep (quien se sacó el gusto de parodiar a Trump), Cate Blanchett (en el papel más frívolo y ridículo de su carrera), Ariana Grande, etcétera, etcétera...
Esta crítica feroz al mundo contemporáneo fue trending topic a nivel mundial durante cuatro días en Twitter y todavía es una de las diez cosas más vistas en Netflix.
¿El argumento? Ya lo sabemos todos: dos científicos alertan que un cometa destruirá el mundo y [spoiler] finalmente sucede. Pero el curioso recurso de McKay fue mostrar como fábula distópica algo que a todas luces es el mundo de cada día. Logra, a través de pocos personajes, provocar risa donde hay irracionalidad e impotencia. Los CEO’s, políticos y periodistas de la película son meras caricaturas de los reales.
“Don’t Look Up” generó también grietas, pese a ser una buena película. Aun con sus carencias e imperfecciones, se levantó como una ficción imprescindible, como una inmensa herramienta de comunicación de masas, poniendo también el dedo en la llaga. Porque , extrañamente y en contra de la tendencia que abarca incluso buena parte del cine de autor, no es una película para nada demagógica: muy pocas personas quieren una tragicomedia que los refleje.
Sacudió conciencias como si pisoteara un hormiguero y eso, pese a sus detractores, es algo bueno. Nadie piensa que “Don’t Look Up” cambiará el mundo, pero al menos, como esos dos científicos de Michigan, hizo el esfuerzo.