Estos tiempos que estamos viviendo son desafiantes hasta para un optimista empedernido como Diego Torres. Él, de todas formas, se define como un “guerrero”: “Por eso amo el rugby y su filosofía de ir para adelante como equipo, unidos por un mismo objetivo. Es un deporte de alto impacto pero también de caballeros a la hora de respetar al rival. En este mundo complicado esa es una buena enseñanza”.
El cantante y actor contesta desde su casa en Miami, con mangas cortas y el look relajado que cultiva desde hace años. La pandemia lo tomó justo ahí, aunque estaba grabando un reality como jurado en Colombia. “Estaba entre la gira, conciertos, grabando en Colombia cuando aparece este virus y de un día para otro se detuvo todo. Nadie es ajeno a esta dificultad, y todos nos estamos reinventando, pero la parte buena es que puedo trabajar en mi casa, seguir haciendo música y que a través de este cuartito mágico puedo hablar con periodistas en todo el mundo y sentir que estamos conectados”.
Según su visión, sus canciones siempre “han hablado de lo bueno y lo malo de la vida, de la gente que se va y deja un vacío pero una huella imborrable”, fusionando ritmos. “Esa combinación de decirte algo nostálgico pero con una cadencia rítmica es parte de mi sonido, pero ese espíritu de lucha se transmite naturalmente en las canciones, se dio así”, en referencia al color esperanza de su paleta de canciones.
En su último lanzamiento, “Amanece”, Torres vuelve apelar a la unión de varios artistas a los que invita a subirse esta senda. La chispa de la canción comenzó con Jorge Villamizar, cantante de Bacilos, aunque cada uno tenía enfoques distintos hacia dónde querían llevar el tema. “Me vio tan convencido que me dijo ‘sentite libre hermano, y hacé lo que quieras con la letra’, y así me fui al estudio. Siempre sentí que era coral, ni yo solo ni en dueto”.
Ahí aparecieron Catalina García, la hipnótica cantante colombiana de Monsieur Periné, y el catalán Macaco. “Pensé en una mujer, porque tenía que estar representada y es todo para mí, y Catalina tiene una voz muy linda; Jorge porque era con quien había comenzado esta canción y Macaco porque me gusta y tenemos un conocido en común. Le mandé la canción, y le dejé los espacios para que él haga su flow como quisiera. Él con muy buena actitud me dijo ‘yo te escribo lo que sea, y si no te gusta lo cambiamos’”.
Torres revela la trastienda de un artista de su proyección a la hora de elegir featurings, colaboraciones: uno podría pensar que hay muchos ejecutivos marketineros ideando planes para abrir mercados, aunque él simplifica diciendo que la llave es un conocido en común.
“En mi historia, siempre fueron por vínculo personal o ganas de querer compartir la canción. Me pasó cuando estaba en La Habana componiendo con dos amigos, Bea (Beatriz Luengo) y Jotuel (Romero), que hicimos ‘Hoy es domingo’. A las tres semanas estaba en los Grammy y en un momento se sentó en mi mesa Rubén Blades. Empezamos a hablar y compartimos la noche. Cuando se va saca su tarjeta y me dice ‘Cuando necesites un pitcher, llamame’ (por el lanzador de pelota en el béisbol). Me fui con la tarjeta como si fuera el número de la chica que te gustó toda la vida. Estuve un mes para llamarlo… y cuando le mandé el tema, a los cinco minutos tenía la respuesta diciendo ‘me encanta la idea que cantemos juntos, ¿cómo seguimos?’ Así se dio todo”.
Diego asegura que algo parecido ocurrió con Juan Luis Guerra, Ivette Sangalo o los gitanos de Ketama.
– Surfeaste todos los cambios en la industria musical: desde la época en que los discos se vendían de a millones a los unplugged, y ahora te adaptaste al universo de los singles y los featurings. ¿Extrañás algo?
– Extraño el físico… yo necesito el disco, el librito, la información. Yo me volví a comprar los discos de vinilo, y de hecho hacemos encuentros musicales con mi hija donde yo disparo longplays y ella dispara temas desde Spotify. Es la marca más clara de dónde viene cada uno. Hoy las cosas están en el aire. Pero el disco siempre va a existir, y todos mis últimos singles son parte de un disco que la gente se lo va a encontrar en el futuro. Y paralelamente grabé un sinfónico con la Filarmónica Joven de Colombia en un concierto que di en el Arena de Bogotá en diciembre, que es una cosa especial… con 120 músicos, un coro y un quinteto, una cosa divina. Los contenidos son lo que vale.
– A tu manera supiste reinterpretar el reguetón, la música colombiana con tus raíces pop rock. ¿Qué onda con el trap, la música joven del momento?
– Yo no soy un tipo prejuicioso, al contrario. Mi vieja me enseñó que la música es música, habrá buena o mala, que te guste o no. Me encanta el movimiento del trap, que haya movidas nuevas. Si el día de mañana tengo una canción que pueda combinar una melodía con un artista de trap o alguien rapeando y todo quede bien y nos sintamos cómodos, está bueno.
– Con la versión 2020 de “Color esperanza” zanjaron las diferencias que tuvieron con Coti. ¿Volverías a trabajar con él?
– Sí, claro que sí. Después de ese tiempo en el que cada uno tomó su camino, nos pasaron un montón de cosas, creo que estaba bueno volver a reencontrarnos. Yo estoy agradecido con el aporte de Coti, creo que es bueno y sano, y eso sucedió, tanto como con Cachorro López. Ojalá que la vida nos vuelva a reencontrar, como nos pasó con esta versión donando los derechos que dimos para esta ocasión. Era cerrar algo que había que cerrar.
Por Diego Tabachnik. Este texto fue publicado originalmente por La Voz. Se reproduce aquí con la autorización correspondiente.