Nadie que se considere duro de corazón o de emocionalidad inquebrantable pasará la prueba de “Diecisiete”, la producción española estrenada en octubre de 2019 en Netflix y que está considerada una de las joyitas ocultas de la plataforma.
Un adolescente irredento, su hermano alcohólico y la abuela a punto de morir, montados en una furgoneta cruzando los áridos paisajes del norte de España buscando un perro perdido, pareciera ser la fórmula inverosímil pero infalible para una comedia dramática dominguera de argumento fácil y trillado.
Sin embargo esto no es lo que plantea la roadmovie de Daniel Sánchez Arévalo -ganador de un Premio Goya en 2007 por AzulOscuroCasiNegro y candidato a cinco más- cuya creación está más cerca de lo cotidiano y de la sensibilidad que despiertan los sinsabores de la vida.
Héctor (Biel Montoro) es un joven complejo, con una aparente alexitimia (incapacidad de mostrar sentimientos) que por momentos se acerca mucho a un posible cuadro de trastorno del espectro autista, con problemas de comunicación y de conducta, se encuentra internado en un centro para delincuentes menores, por robos reiterados. Faltando dos meses para cumplir 18 años, edad en la que quedará libre, le proponen entrar a un programa de reinserción social mediante el adiestramiento de perros abandonados. Es entonces cuando conoce a Oveja, un perro con el que pronto creará un vínculo que se rompe cuando el animal es adoptado por una familia y Héctor toma la decisión de poner en riesgo su libertad para recuperarlo.
Su hermano mayor, Ismael (Nacho Sánchez), un joven que a duras penas puede con su existencia y la responsabilidad de cuidar a su abuela en fase terminal, asume las riendas de la situación cuando el joven Héctor decide escaparse del centro donde está internado para rescatar al perro.
Así los tres (porque la abuela no se queda atrás) salen en un viaje que, como consecuencia de la relación distanciada de los hermanos, reformulará el pasado familiar para escribir un presente distinto. Evocando recuerdos y hablando acerca de sus realidades y los por qué del alejamiento entre ellos, el vínculo madurará y se fortalecerá.
Una película altamente efectiva tanto en la trama como en la elección de los actores, desconocidos para el gran público, construye el relato a través de unos personajes cercanos y cotidianos, y logra impactar en la sensibilidad del espectador.
“Diecisiete” es una propuesta solvente pese a que su argumento no tiene sorpresas, pero es entretenido por la cercanía de las situaciones que se plantean.
La verdad sobre “Oveja”
El perro que protagoniza la historia es realmente un animal rescatado de la calle por un centro de cuidado de mascotas.
Durante las siete semanas que duró el rodaje, Biel Montoro (Héctor) estableció una conexión especial con el animal, a tal punto que luego de terminada la filmación pidió autorización a sus padres (nunca había tenido una mascota en su casa) para adoptarla.
Algunas anécdotas ocurridas durante la filmación están relatadas en los backs de la película, en Youtube, como el momento en que el personaje de Biel debía enseñarle a Oveja a buscar un palo y traérlo de vuelta. Cuando el entrenador canino, que colaboraba en el manejo de los perros durante la filmación, levantó el brazo para arrojar el pedazo de rama, el perro se asustó y se escondió. Claramente había sido golpeado con objetos de ese estilo anteriormente.
Éstos y otros hechos hicieron que finalmente Biel y su familia decidieran, por primera vez, llevar un animal al hogar, adoptando a Oveja quien -luego de la película- también posó en la alfombra roja del Festival Internacional de Cine de San Sebastián junto al resto de los actores.