Algunos directores lograron una primera película tan sorprendente que se ganaron elogios desde un principio y salieron rápidamente del anonimato. Como suele ocurrir, tan mimado proyecto resultó complicado de hacerse realidad y a más de uno le costó recibir el aval financiero.
Si bien figuras como Martin Scorsese (“Who’s That Knocking at My Door”, 1967) o John Carpenter (“Dark Star”, 1974) también tuvieron una digna ópera prima, difícilmente esos primeros experimentos estén entre los filmes más lúcidos de sus respectivas carreras. Distinto el caso de los 10 cineastas presentes en la siguiente lista.
1. David Lynch - “Cabeza borradora” (Eraserhead, 1977)
¿Quién no ha experimentado pesadillas con ese bebé deforme, el hombre en el planeta y el pollo de la cena? A David Lynch le tomó casi siete años completar su delirante ópera prima, producida con la ayuda del American Film Institute y hasta préstamos de Jack Fisk y de su esposa, la actriz Sissy Spacek.
Tanto virtudes como excesos típicos del director están presentes en este primer acercamiento al cine, que abraza el expresionismo alemán, la parodia y el horror con imágenes difíciles de olvidar, dando lugar a múltiples debates y resignificaciones. Además está Jack Nance en otro debut de lujo.
2. Orson Welles - “El ciudadano” (Citizen Kane, 1941)
Después de éxitos en teatro y la histeria desatada con su transmisión radial de “La guerra de los mundos”, a los 24 años Welles firmó contrato con RKO Pictures dotado de privilegios: libre desarrollo, elección de actores y actrices y montaje final. Sin olvidar la crucial colaboración de Herman J. Mankiewicz en el guion.
Si bien el filme generó controversia por el retrato implícito del magnate William Randolph Hearst y falló en recuperar lo invertido, se consagró por su poderío técnico, narrativo y, especialmente, su cinematografía, que elevó las técnicas de cámara, los recursos y los efectos de entonces. En la música, vaya casualidad que sea otro debut: el del mismísimo Bernard Herrmann.
3. François Truffaut - “Los 400 golpes” (Les Quatre Cents Coups, 1959)
El director de la Nouvelle Vague creó a su alter ego Antoine Doinel (interpretado por Jean-Pierre Léaud), un adolescente rebelde, soñador e incomprendido que lidia con los regaños de su familia y de la París conservadora. Palabras más, palabras menos, una reflexión autobiográfica del crítico y realizador francés sobre sus años de infancia, aprendizaje y desolación.
Además de iniciar una maravillosa saga a lo largo de dos décadas, “Los 400 golpes” fue el puntapié de una carrera poblada de clásicos influyentes como “Jules y Jim” (Jules et Jim, 1962) y “La noche americana” (La nuit américaine, 1973), entre otros.
4. Robert Eggers - “La bruja” (The Witch, 2015)
La película, que tiene a Anya Taylor-Joy en el rol de una joven de familia puritana en la Nueva Inglaterra del siglo XVII, es una de las mejores referentes de terror de la última década. Le sobra personalidad, incomoda sin caer en el susto fácil y maneja los climas con lucidez.
Eggers está en ascenso: “El faro” (The Lighthouse, 2019) fue otra delicia de terror, mientras que se espera lo mismo (o más) por su sucesora “The Northman”, con Nicole Kidman, Alexander Skarsgård, Ethan Hawke, Björk y la colaboración repetida de Taylor-Joy y Willem Dafoe. La trama gira en torno a un príncipe nórdico con ansias de venganza tras el asesinato de su padre.
5. Quentin Tarantino - “Perros de la calle” (Reservoir Dogs, 1992)
Mientras trabajaba en un videoclub, Tarantino craneó una película de atracos con amigos, con un presupuesto menor a 30 mil dólares, de formato 16 mm y en blanco y negro. El proyecto llamó la atención del productor Lawrence Bender, quien le entregó el guion a su profesor de actuación, cuya esposa se lo dio al actor Harvey Keitel.
Al protagonista de “Calles salvajes” (Mean Streets, 1973) le gustó tanto que accedió a coproducir y protagonizar el filme y negociar que Tim Roth, Michael Madsen y Steve Buscemi se sumaran. Grabada y narrada en poco tiempo y con escasos recursos, se convirtió en un hit tras su paso por festivales y ganó más fama en el mercado doméstico luego de “Tiempos violentos” (Pulp Fiction, 1994).
6. Jean-Luc Godard - “Sin aliento” (À bout de souffle, 1960)
Basado en una historia de Truffaut, el director presentó un thriller poco convencional sobre un delincuente (Jean-Paul Belmondo) que escapa a París y se reencuentra con una amiga estadounidense (la icónica y bella Jean Seberg). Entretenida, de libertad absoluta en su narrativa visual y repleta de referencias y guiños al séptimo arte muchas décadas antes de la fórmula Tarantino.
7. Sofia Coppola - “Las vírgenes suicidas” (Virgin Suicides, 1999)
Tras su fallido debut como actriz en “El padrino III” (The Godfather Part III, 1990), la hija de Francis Ford Coppola demostró que su talento estaba detrás de cámara. Para la hazaña adaptó la novela homónima de Jeffrey Eugenides, basada en un grupo de adolescentes afectadas por el suicidio de su hermana más pequeña y las presiones familiares y sociales.
Para tan turbulenta tragedia, Sofia Coppola desterró viejos principios sobre la coming-of-age, con un aura pop psicodélico pero también desesperanzador. También la película dio inicio al lazo de la directora con la actriz Kirsten Dunst.
8. Charles Chaplin - “El chico” (The Kid, 1921)
El debut como director de Charlie estuvo marcado por sus propias desgracias.
El artista se casó con la actriz Mildred Harris, quien había quedado embarazada. Lamentablemente, el bebé falleció a las pocas horas por una malformación. Conmocionado y sin amor genuino de por medio, Chaplin afrontó un divorcio en medio de la creación de su largometraje, que le sirvió para exorcizar las penurias de la pobreza en su niñez, denunciar la explotación en la sociedad capitalista y hallar en el pequeño Jackie Coogan aquella paternidad trunca.
9. Jordan Peele - “¡Huye!” (Get Out, 2017)
Alabada por la crítica y éxito en taquilla, esta sátira de terror abandona los villanos sureños y se mete con los liberales de clase media, esos que hubieran votado por un tercer mandato de Barack Obama. Peele, quien había construido una sólida carrera en la comedia, amplió después su labor como productor múltiple en cine y tv e impulsó una era de películas “inspiradas” en la era Trump. Veremos cuál envejece mejor y cuál pasa al olvido.
10. Sam Mendes - “Belleza americana” (American Beauty, 1999)
Ya dedicamos una nota completa al año 1999, última cuna de grandes nombres y clásicos. Sam Mendes, quien venía de la órbita teatral, dio el salto a la pantalla grande al dirigir un guion de Alan Ball adquirido por el incipiente DreamWorks. Una película transgresora para entonces, que no teme en hacer pedazos el “american way of life” y sacar a relucir el patetismo humano.
Tres casos destacados más
Sidney Lumet con “12 hombres en pugna” (12 Angry Men, 1957), Steven Spielberg con “Reto a la muerte” (Duel, 1971) y George Miller con “Mad Max” (1979).