Quién no quisiera preguntarle al Cuchi Leguizamón sobre cómo conoció a Eulogia Tapia, o sobre Maturana, o Balderrama. Muchas preguntas todavía giran en torno a él, una figura enorme de nuestro folclore y a la vez todavía con mucho por decir, quien falleció el 27 de septiembre del 2000. Ese día, el genial salteño pasó a la eternidad a los 82 (casi 83) años.
Compositor y poeta, pero también polemista, docente y abogado penalista, Leguizamón fue el creador de una de las más prolíficas y bellas obras de la música popular. Piezas inmortales, enumeremos: “La Pomeña”, las zambas del Silbador, de Balderrama, de Pañuelo, de Carnaval, de Juan del Monte, el “Carnavalito del Duende”, la “Chacarera del Expediente”, del Abeloriado y tantas otras más que hoy siguen viviendo con nuevas voces, nuevos arreglos y grabaciones.
La importancia del Cuchi en el folclore es inmensa, y quizás comparable a la que Piazzolla insufló en el tango: la de elevar a cierto plano universal lo regional. Para ello estudió sin cesar, y con absoluta devoción, las teorías de la composición académica: desde el impulso rítmico de Ígor Stravinsky al dodecafonismo de Arnold Schonberg, pasando por los maestros pianistas del jazz (Art Tatum, Oscar Peterson, Duke Ellington) hasta terminar, en una regresión inevitable, en el propio Beethoven, su verdadero dios: era “el definitivo”, decía.
Y Leguizamón es, en muchos sentidos, también el definitivo de nuestra música popular. Pinceló nuestro paisaje con melodías limpias y simples, dispuestas sobre armonías de extraordinaria belleza y color.
“Toda zamba encierra una baguala dormida: La baguala es el centro musical y geopolítico de mi obra”, confesaba quien a los 25 años conoció al poeta Manuel Castilla, la amistad que marcaría su devenir creativo.
Fue su más estrecha comunión artística pero no la única; el artista que organizó originales conciertos con campanarios y trenes también trabajó en colaboración con Jaime Dávalos, Armando Tejada Gómez, Miguel Angel Pérez y César Perdiguero.
Un documental imprescindible
Con motivo de este aniversario, hoy Claudio Koremblit estrena en el canal de YouTube de Archivo Armusa su ópera prima, “Gustavo Leguizamón creando la tierra”, un documental dedicado a quien definió como hacedor de un “caudal poético y sonoro que no tiene precedente ni equivalente en ninguna otra música popular de cualquier cultura”.
Destacó que esa potencia se da, principalmente, en el soporte instrumental: el folclore nunca tuvo en este ámbito elementos tan ricos, que solía interpretar al teclado, al que llamaba con humor su “cuero i’cebra”.
Este trabajo de Koremblit, quien fuera productor musical de “Badía y compañía” entre 1984 y 1988, toma como fuente una larga lista de allegados, que evocan y expanden su figura: sus cuatro hijos, Emma Palermo, Chacho Echenique, Leopoldo “Teuco” Castilla, Sara Mamani, Fernando Noy, Hilda Herrera, Manolo Juarez, Rodolfo Mederos, Juan Alberto Badía, Marcelo Pérez Cotten, Marta Rodríguez Santamaría y Blanca Rébori.
“Siendo su música una fuente incalculable de belleza y sabiduría -apuntó a Télam-, mi planteo fue aprender todo lo que pueda, descifrar los misterios, entender de qué se trataba su complejidad dentro de un campo tan tradicional y conservacionista. Cómo podía ser que un compositor de música popular, aferrado a su paisaje y al folclore de su tierra, tuviera intenciones tan originales y novedosas, sin salir del molde formal de una música de raíz que la vanguardia considera primitiva, simple y ‘bailable’”.
¿Qué significa en definitiva el Cuchi para nuestra cultura? “Un manantial de rejuvenecimiento para las formas tradicionales que no cualquiera puede beber -definió-. No fue un compositor más, fue un arquitecto brillante que diseñó un universo ideal por donde las canciones puedan transitar sin que la reiteración las vuelva obvias. Es una puerta abierta al futuro y una contribución de las más sólidas al desarrollo y el crecimiento de la música, de los músicos y de los oyentes”.
Un ejemplo de ese impulso por desarrollar el oído del público es, también, una de las escenas más entrañables del material: cuando el salteño hace una de sus primeras apariciones en la Televisión Pública de la mano de Juan Alberto Badía allá por 1984. “Ahora que estoy comprendiendo que la felicidad es estar sin saco en Buenos Aires, me voy a imaginar que para el año que viene será andar sin camisa”, dijo con ese tono bonachón que lo caracterizaba, antes de compartir sus canciones populares y eruditas.
Más allá del estreno en el mencionado canal de YouTube, el realizador planea proyectar el documental en distintos lugares del país cuando pase la pandemia. Ya anticipó que acá en Mendoza, el Municipio de Godoy Cruz sugirió la idea de presentarlo.
El Cuchi en streaming
Hoy a las 18 continúa vía streaming un festival que empezó ayer y que tiene como objetivo revisitar su obra. Se escucharán las voces de Sara Mamani, Suna Rocha, Laura Albarracín Lorena Astudillo, Lilián Saba-Marcelo Chiodi, Juan Falú y Liliana Herrero, entre otros. Falú y Herrero, justamente, son los que hicieron quizás el homenaje más conmovedor a este artista, en el disco “Leguizamón-Castilla” (Epsa Music S.A., 2000, disponible en Spotify), donde reversionan sus canciones, entremezclándolas con registros sonoros inéditos del compositor.
Este concierto también reunirá fondos en beneficio de los artistas afectados por la emergencia sanitaria por la pandemia y se reciben contribuciones al CBU 2850100640000843483598.