Cono del silencio: un libro que confirma a Rubén Valle como un referente mendocino del microrrelato

El poeta, periodista y narrador acaba de su publicar su cuarto libro en este género que ha vivido un gran impulso en los últimos años y en el que el autor de Tupé tiene mucho para decir.

Cono del silencio: un libro que confirma a Rubén Valle como un referente mendocino del microrrelato
El periodista, poeta y narrador acaba de publicar su libro de microrrelatos "Cono del silencio".

El subgénero de los relatos breves vivió un curioso impulso en Mendoza durante la década que comenzó en 2010. Muchos autores locales, entre ellos (pero no sólo) algunos que ya habían publicado obras en otros géneros, comenzaron a producir sus textos, publicarlos e incluso algunos formaron un grupo que los reunía para lecturas en conjunto, aprendizaje mutuo y difusión de sus trabajos (la Cofradía del Cuento Corto, o CCC).

La cuestión fue particular dado que no se trataba de un género novedoso: por ejemplo, uno de sus más insignes representantes, el guatemalteco Augusto Monterroso, había publicado sus notables “minicuentos” en 1959. Más acá en el tiempo y en la geografía, de la argentina Luisa Valenzuela la editorial Alfaguara había publicado sus Cuentos completos en 1999.

Pero a pesar de esto, es cierto que por los años en que varios escritores mendocinos se dedicaron a darle nueva vitalidad a los microrrelatos, estos vivían cierto impulso gracias al surgimiento de nuevos autores, del estudio de estos en colegios y universidades, y de la profusión de concursos que los premiaban.

Fue por ese entonces, cuando la oleada del cuento corto mostraba esta vitalidad y hasta reunía a sus cultores en grupos dedicados a él, un autor mendocino que ya tenía una trayectoria importante en la lírica se lanzó a publicar sus propios textos para poner su voz a ese miniuniverso.

Rubén Valle, periodista y poeta destacado, autor de libros de poesía como Museo flúo, el premiado Placebos o Tupé, debutó en el género en 2013 con Desperté en el bosque después de haber soñado un bosque.

Lo particular de Valle es que trabajaba más bien fuera de los círculos y grupos. Tan luego él, que supo ser animador de una “cofradía” poética importante para la poesía mendocina de los 80 (Las Malas Lenguas), prefería por ese entonces hacer su tarea desde la soledad de su escritorio, publicando al principio en blogs y luego en ediciones digitales lo que terminaba siendo su primera experiencia fuera de la lírica.

Diez años y tres títulos después de ese debut, Rubén Valle regresa con Cono del silencio, un nuevo libro de relatos breves en el que termina de consolidar su estilo y su valía en este género, convirtiéndolo (al menos para quien esto escribe) en uno de los más destacados autores de relatos breves de la actualidad en Mendoza.

Las razones para conseguir serlo son varias. Primero, Valle esquiva hábilmente ciertos “vicios” de algunos microrrelatistas: por ejemplo, el excesivo laconismo, la recaída en el chiste, la inconformidad con el mero juego de palabras y hasta, a su modo, la aversión por escribir sólo prosas poéticas. Y, justo él, que es poeta, en este último aspecto, lo evita hábilmente no por la vía de negarle lirismo a sus textos, sino tratando de que sus relatos tengan algo más (siempre) que lo que podría decirse en versos, sea esto una narración o una observación de espontaneidad filosófica que no sólo propone una sonoridad poética, sino también un relieve narrativo que cuentos convencionales, más extensos, también tienen.

Portada del nuevo libro de Rubén Valle.
Portada del nuevo libro de Rubén Valle.

Otros aspectos destacados que la narrativa breve de Valle muestra en Cono del silencio es que consigue un lenguaje y un ambiente personales, a través del uso (también visto en su poesía) de ciertas estéticas cercanas a lo pop, pero también al dadaísmo o al absurdo. Los textos, además, tienen una densidad que a veces no abunda en el género: no se trata de ripiosidad o barroquismo, al contrario. Sus textos son límpidos, pero a la vez, cada parte de ellos va sumando una pequeña pieza al artefacto del relato de modo que en esa miniatura no sobra nada, pero tampoco falta algo, en el sentido de que no todo lo vuelca Valle en el terreno de lo “sugerido”, que es una herramienta utilizada a veces abusivamente.

Calidad poética, atención por el relato, originalidad en el tono y precisión en la brevedad: esas virtudes de los cuentos breves de Rubén Valle no abundan en otros. Por eso la publicación de Cono del silencio es una confirmación de que este autor también es, como en la poesía, un referente mendocino del género.

Dos cuentos de Cono del silencio, de Rubén Valle

No pisen al perro

“¡No pisen al perro!, ¡no pisen al perro!”, grita desesperada una chica de no más de 15 años. La gente que sube apresurada al micro mira para abajo o se frena de golpe por si acaso, pero no detiene su marcha. Y ella grita cada vez más fuerte “¡no pisen al perro!, ¡no pisen al perro!”. Alertado por los gritos, un policía se acerca a ver qué pasa. Por el lugar circula mucha gente, lo de todos los días. Es hora pico y es tal el ir y venir de adolescentes saliendo de la escuela que el policía fácilmente le pierde el rastro. Es evidente que nadie parece haber visto al perro pero por las dudas evitan pisarlo. Al cabo de un par de horas, cuando todos se han ido, la chica ladra agradecida a las ruedas de los autos.

No te mires

Cordelia Adams despertó con un tatuaje que no recordaba haberse hecho. Decía no te mires y estaba escrito en la espalda de una sirena emergiendo en medio de un mar bravío. Al principio se asustó. Un poco más tranquila, trató de reconstruir lo que había ocurrido en la noche. Cuando pasó frente al espejo, no pudo evitar enfrentarlo; de repente se sintió aún más desnuda y entendió todo. El tatuaje la tenía tatuada a ella.

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