La tasa de divorcios en Argentina creció al 50 por ciento en los últimos años, con lo cual la mitad de las familias rompen el vínculo de los padres, muchas veces con consecuencias nefastas para los hijos, quienes son los que suelen sufrir las consecuencias de estas decisiones, pero sobre todo, de las acciones previas y posteriores a la separación. Porque está comprobado que la disolución del matrimonio, en sí, no tiene consecuencias negativas sino los actos que por acción u omisión llevan a cabo los padres en las instancias previas a la separación y después de producirse la misma.
La aparición de determinados problemas, como la ansiedad en los niños y jóvenes, no se debe en sí al cambio en la estructura familiar, sino al tipo de interacción que los padres tienen después de la ruptura.
Según explica la psicóloga chilena Mónica Gabler “La separación de la pareja parental puede producir un daño irreversible en los hijos si éstos son involucrados en sus problemas, especialmente si el conflicto entre los padres es sostenido a lo largo del tiempo. Mientras más pequeño es el niño, mayor impacto tendrá en su desarrollo”.
La profesional agrega además: “esto se debe a que el niño se encuentra en proceso de estructuración del psiquismo -es decir, formación del Yo y de la personalidad- por lo que necesita que sus padres estén presentes en términos emocionales. De este modo podrán -o no- guiar, orientar, establecer límites y contener cuando sea necesario. Si los padres están volcados al conflicto, disminuye la disponibilidad emocional hacia los hijos, por lo que estos quedan desamparados”.
¿Cómo se puede reconocer si la separación es destructiva?:
-El conflicto entre los padres va en escalada, aun cuando haya cesado la convivencia.
-Los hijos están involucrados en las dificultades de los padres y son sus mensajeros.
-Ambos o uno de los padres habla mal del otro progenitor con el propósito de desprestigiarlo.
-Uno o ambos padres realizan intentos por alejar al hijo al otro progenitor.
-Cada uno de los padres se sostiene en una posición rígida respecto del otro por lo que no está dispuesto a ceder en ninguno de sus requerimientos.
Cómo ayudar a los hijos en este proceso
En las familias de padres divorciados, la cooperación entre los ex cónyuges, el apoyo mutuo y la ausencia de desavenencias entre ellos, tiene efectos positivos en padres e hijos.
Por eso se recomienda hablar acerca de la situación y los términos que se acordaron: los hijos tienen derecho a saber qué pasa en su entorno.
También escuchar a los hijos: mostrar que sus sentimientos son importantes, válidos y normales, aún cuando sean difíciles o dolorosos.
Una de las partes más complicadas para los padres en proceso de divorcio es evitar hablar mal de la expareja, Sin embargo es imprescindible ya que este tipo de destrato hacia el o la ex es una forma muy extendida de maltrato hacia los hijos y se llama “alienación parental”.
Por otro lado, es fundamental acompañar y responder preguntas de los hijos a medida que crezcan y maduren, aunque parezca que ya han hablado de los mismos temas antes.
Reconocer los acontecimientos reales. Por ejemplo, si uno de los padres se muda, es mejor reconocer lo que ha ocurrido y hablarlo con los hijos. No es responsabilidad del padre conviviente explicar la conducta de su expareja.
Intentar no usar a los hijos como mensajeros, ya que resulta ofensivo para los hijos cuando se les piden que “espíen”. Lo mejor es comunicarse directamente con su expareja por temas como horarios, visitas, salud o problemas escolares.
Las nuevas relaciones, las familias ensambladas y los nuevos matrimonios se encuentran entre una de las partes más complejas del proceso de divorcio; una nueva familia ensamblada puede generar estrés. Permitir que los hijos pasen tiempo a solas con los padres, sin la nueva pareja o la nueva familia, fortalece los vínculos.
Los padres también deben recordar cuidar de sí mismos, buscar amigos que brinden apoyo y pedir ayuda psicológica cuando sea necesario.
Mantener una actitud positiva: aún cuando la separación resulte no ser lo esperado, revisar los recursos personales para intentar encontrar sentido y planificar una nueva etapa de la vida.
Según una encuesta realizada en la Universidad Abierta Interamericana (UAI) en julio del 2021 por alumnos de la Cátedra de Psicología del Desarrollo de la Carrera de Musicoterapia, la sociedad percibe que la familia adquirió nuevas formas en un proceso constante de evolución cultural, en el marco del cuidado, solidaridad y cohesión en los vínculos internos.
La encuesta arrojó datos acerca de los sentimientos generales luego de la separación: El mayor porcentaje lo obtuvo la percepción de que “el divorcio mejora los vínculos internos en una familia”, sin embargo hay que destacar que el 70% de las respuestas provinieron de menores de 35 años, del AMBA (Área Metropolitana de Buenos Aires).