Los sueños fueron hechos para cumplirse. La vida es el hoy y el ahora. Con esta filosofía, dos de los actores más queridos por los argentinos se animaron a cumplir un deseo que tenían hace años.
Durante los últimos días, Boy Olmi y Carola Reyna han estado bajo el foco de atención de todos, viajeros o no. ¿La razón? Con lo necesario en mano y su casilla rodante lista, pusieron marcha y se vinieron para Mendoza. No pararon durante casi las dos semanas que duró aquella aventura sobre ruedas, en donde las montañas se volvieron su hogar y las personas que se cruzaban en su camino su familia.
Desde la costa atlántica, Boy Olmi respondió a la llamada de Estilo y contó todos los detalles de su experiencia viajera por las rutas mendocinas. El vino, el agua del río, las montañas y el camino del Inca. Un recorrido que lo llevó por la historia, la esencia, el despertar de la naturaleza y una conexión extraordinaria con ellos mismos.
”Parte de muchas cosas este sueño. Con Carola tenemos muchos años de compartir la vida y yo soy muy curioso de emprender aventuras nuevas que nos sorprendan y nos coloquen en ese estado de asombro que nos dan los viajes y las aventuras”, dice apenas comenzamos a compartir historias del viaje.
La emoción de una experiencia única puede escucharse entre líneas en sus palabras. Esa satisfacción de haber concretado un sueño, después de dos años totalmente inestables que nos hicieron comprender que la vida es una sola.
“Hay una gran diferencia entre el viajero y el turista. Yo me considero mucho más viajero, aventurero. Y por eso nos dimos bola a un viejo sueño que era viajar un poco por nuestra cuenta”, dice.
El actor admite que el viaje es parte de su vida, la carpa es una compañera fiel y la naturaleza es ese espacio que siempre lo recibe con los brazos abiertos. Tras aventuras en las alturas, como fue su viaje al Aconcagua, o por la historia, como su visita a Las Malvinas, ahora tocó una nueva. Y si bien dice que tanto él como Carola conocen la provincia por cuestiones laborales, ahora quisieron descubrir esa otra cara profunda de una de las regiones argentinas más espléndidas.
”Se nos abrió un universo que la verdad se multiplica por muchas más veces que quisiéramos ir. Es una provincia con una riqueza enorme”, admite sincero.
En primera persona
Arriba del motorhome, el viaje había comenzado. “Dormimos en una estación de servicio en la primera noche de aventura y cuando llegamos allá, nos empezaron a abrir la puerta amigos y personas muy queridas por nosotros”.
Desde dormir a la luz de las estrellas en los olivos de la bodega de Miguel Zuccardi en Maipú hasta establecer una carpa a los pies de la montaña. Durante los 12 días que duró el viaje los dos actores experimentaron una conexión completamente ancestral con el espacio que los rodeaba.
”Pasé mi cumpleaños allá, bailando bajo la luna al pie de la mujer embarazada que veneraban los Incas, uno de los últimos lugares por donde pasa el camino del Inca. Es un lugar mágico rodeado de cordilleras, miras para un lado o para el otro y continúa. Así que tuvimos días gloriosos ahí”, dice Boy Olmi, quien contó que también tuvieron espacio para reunirse con colegas artistas y disfrutar de momento únicos, rodeados de la Madre Tierra.
Y continúa: “Bajamos al Valle de Uco a la Estancia San Pablo, ahí se hace uno de los mejores vinos a 1700 metros de altura. Íbamos guiados, porque nos acompañaba gente, amigos, encuentros, el río y mientras pasábamos eso, se daban estas experiencias. Ahí tuvimos el privilegio de conocer ese viñedo, pudimos andar a caballo, caminar bajo las estrellas”.
Días más tarde, un sueño más se cumplió cuando visitaron algo que tenían pendiente. De cara a un monumento histórico completamente significativo de nuestra tierra, Boy se encontró con la naturaleza en su mayor esplendor.
“Fuimos al Cañón del Atuel, que era una deuda pendiente porque sabía que había algo maravilloso para descubrir. Es uno de los lugares que sorprenderían a cualquier persona del mundo. A mí me encantó y como teníamos el motorhome pudimos dormir alrededor del cañón, a la luz del fuego”, recuerda.
La libertad, la conexión, los sueños, la esperanza, la transformación, el encuentro... Todo aquello que la pandemia nos había hecho resignar volvieron a sentir los dos artistas. “Nos permitió estar en contacto con el aire puro, la naturaleza y solos. Evitamos las grandes ciudades durante todo el viaje y las grandes agrupaciones de gente. No estábamos en la casa de nadie, pero sí en la montaña de todos. Es una buena manera de decirlo, de definir Mendoza para nosotros”, afirma Boy Olmi.
La conexión que no se olvida
Con una dedicación y compromiso profundo por el medio ambiente y las causas sociales, ambos reconocieron la importancia de este encuentro: “Ha sido una conexión con la Pachamama, la tierra que nos está llamando para cuidarla y que debemos prestar atención”, dice.
E insiste que el llamado de la tierra tras una pandemia, la deforestación, la minería a cielo abierto, la contaminación de las aguas, los incendios, entre miles de sucesos más que ocurren a diario, deben ser las preocupaciones más importantes del ser humano hoy en día.
”El mundo está pidiendo a gritos un cambio que tiene que ver con una situación ambiental y social. Hay mucha gente que sigue haciendo negocios y sigue pensando a corto paso, sin pensar que le estamos haciendo mucho daño a nuestra casa que es la tierra”, reflexiona.
Y agrega: “En este momento lo que pasa con los océanos, el petróleo, los cultivos intensivos y la minería, que son cosas movidas por la ambición, sin darse cuenta que el verdadero negocio es vivir en paz y armonía. Es una responsabilidad que tenemos todos, los gobernantes y la gente. Estar en contacto con la montaña, el agua y ver lo sagrado que es el universo, nos conecta mucho con eso”.
En cuanto a su propia experiencia, cuando le preguntamos cuál fue su parte favorita del viaje, dijo sin dudar un segundo: “Te diría que lo más bonito fue Mendoza”.
”Recorrimos la ruta 89 que es la que va de Las Vegas al Valle de Uco y nos paramos en un cerro muy alto a comer y desde la altura se veía la vida desde arriba. Cada lugar fue increíble, la montaña siempre nos conecta con la pequeñez al lado de lo importante”, explica.
Y si hacen un balance de su viaje, la respuesta es clara: “Hay que darle mucho lugar a los sueños y a los sueños postergados, porque la vida es lo que está ocurriendo mientras nos preguntamos de qué se trata. Y aunque el motorhome no sea muy accesible, siempre se puede viajar con una mochila, una carpa, una colchoneta. Lo importante es salir al camino y escuchar la voz del corazón. La aventura es la vida misma”.