Las fronteras ya no son nítidas, el arte traspasa los límites y une naciones. Así se produjo en este proyecto, donde dos compañías de teatro de sombras se combinaron para llevar adelante una historia que combina lo mágico con lo ancestral.
La compañía Teatro Lumbra de Brasil y la compañía Pájaro Negro de la provincia de Mendoza se unen en este proyecto que cuenta una historia relacionada con nuestras raíces.
Boitatá narra la historia de una heroína que viaja al interior de la selva amazónica con su hijo Jacinto y un grupo de expedicionarios y nativos con el afán de encontrar una ciudad perdida que, según unas escrituras, corresponden a una civilización antigua.
“Es la posibilidad de encontrar belleza dentro de un infierno verde, lleno de una vegetación de dolor y misterio”, explica Pablo Longo, productor general del proyecto.
“Su heroína va hacia lo desconocido y en ese viaje lleno de peligros deja lo que más ama. Entra en un laberinto de ríos que bien puede ser el interior de su persona, y la Boitatá no es más que la representación de sus miedos.”
La cinta propone un viaje interior, donde la esencia es esta historia es muy luminosa. “Nuestra heroína se debate con la materialidad de este mundo, con los tesoros y riquezas que puede encontrar, para luego descubrir que el tesoro más importante es aquel que no tiene precio.”
La película se transmitió durante toda esta semana, incluido hoy, a través del canal de Youtube de la compañía. Sin embargo, como se trata de un proyecto nacido en pandemia, el productor admite que sus anhelos son continuar con la proyección en las salas.
“Queremos generar proyecciones presenciales. Estamos disponibles y a la escucha de nuevas propuestas para ir a presentarla. En cuanto a la virtualidad, seguramente abriremos ventanas en diciembre siempre en el mismo sitio: el canal de YouTube de Teatro Lumbra / Clube da Sombra.”
La historia detrás del filme
Más allá de expresar las necesidades personales, el despertar interior y el despoje de lo material, la historia tiene todo un trasfondo histórico y ancestral plasmado en su guión.
El productor, quien trabajó en conjunto con el director Alexandre Fávero, cuenta que la historia tuvo dos vertientes iniciales. Por un lado, la historia real del Coronel Fawcett, quien también inspiró al personaje de Indiana Jones. Se trata de un antropólogo inglés que se aventuró en la selva amazónica creyendo que allí se encontraba una ciudad milenaria, en su último viaje se perdió junto a su hijo y nunca más se supo de él.
Por otro lado, la historia se vincula a la Boitatá, un ser mítico de los pueblos de la Amazonía que serpentea por la selva y se alimenta de la luz de los ojos que la miran de frente, luego se eleva al cielo iluminando la noche. Esta serpiente, es dadora de vida y muerte, así como nutre con su cauce toda la vegetación también puede inundarla cuando se ve amenazada.
Claro que la idea de la Boitatá le daría un sustento diferente a su narrativa, “a la vez que nos uniría al universo mítico de la selva: mientras más entra en la selva, más la selva se apodera de ella”, explica.
Un trabajo que cruza fronteras
Boitatá comenzó siendo un proyecto que sería llevado a los escenarios latinoamericanos en conjunto entre ambas compañías. Pero con una pandemia de por medio, los planes se vieron totalmente modificados.
Ambas compañías se conocieron en 2011, aunque su primer trabajo en conjunto llegaría en 2018 con “Ojos Perdidos”, una versión anterior a Boitatá. A partir de allí, la idea de llevar adelante este proyecto comenzó a gestarse.
Los desafíos fueron muchos, incontables. Desde la puesta en escena de recrear una selva en pleno otoño mendocino, grabar y enviar cada fragmento para que fuera editado a 2000km de distancia, la incertidumbre de no poder materializar lo que ocurre del otro lado de la pantalla.
“Fue difícil, por momentos angustiante. Sin embargo, en el camino fuimos encontrando métodos de trabajo, dinámicas que nos permitieran un mejor diálogo sobre la configuración de la estética, del sistema de construcción de las escenas, de los planos a filmar. La idea fue cerrando al punto que tomó cierta claridad sobre cuál era el objetivo”, relata.
Este proyecto audiovisual viene a generar un puente entre dos fronteras vecinas, uniendo el arte de diferentes espacios, cultural, modos y tintes. “Boitatá es una demostración de que el arte trasciende las fronteras, las culturas, los idiomas. Mientras fuimos desarrollando la película también fuimos desarrollando una amistad enorme, y creo que es lo que más rescato”, dice seguro su Pablo.
“Concretar el proyecto, en medio de una pandemia, es aún más importante que todo lo que la obra pueda transmitir, sin embargo, se transmite esa voluntad de vivir, de sentirnos vivos y sobrevivir al dolor.”