A raíz de la pandemia, muchos canales y plataformas del mundo volvíeron a emitir grandes éxitos fílmicos. Es el caso de “La vida es bella”, película multipremiada que regresó a las pantallas sobre todo en Italia para otorgarle un gran homenaje y un mensaje de aliento para los ciudadanos que luchaban contra el coronavirus.
Sin dudas que la trama de esa familia en medio del Holocausto quedó entre lo mejor del cine de la historia. Un hombre (Roberto Benigni) se esfuerza en construir una realidad paralela o fantasía para proteger a su hijo en un campo de concentración nazi. En sea misión usa recursos de comedia en medio de una tragedia.
La pregunta que se hacen los amantes de ese filme estrenado en 1997 es ¿qué fue de la vida de Giorgio Cantarini, el actor que interpretó a ese niño y que emocionó a todos aquellos que vieron el film?
La historia de Cantarini, que debutó a los cinco años, parece una película. El prestigioso Roberto Benigni buscaba a un niño especial para el rol y puso un aviso en el diario con una descripción de las características físicas requeridas para el personaje. Los tíos de Giorgio leyeron el aviso y relacionaron a su sobrino inmediatamente. Así, los padres de Giorgio accedieron a llevarlo una audición en la que había miles de aspirantes.
No hubo dudas, apenas los jefes de casting vieron a Giorgio sintieron que había llegado el Giosué justo. ¿Cómo contarle la cruda historia que planeaban filmar a un niño? “Me lo contaron como un cuentito”, explicó una década después Cantarini. “Es una historia sobre buenos y malos”, detalla el actor sobre el didáctico relato que le hizo Benigni para que pudiera comprender qué iba a filmar.
Al muchacho hoy podemos verlo en Instagram, en una modesta cuenta de poco más de 30 mil seguidores. Muestra preciosos paisajes y lee frente a cámara para sus fans. El 12 de abril cumplió 28 años. Explica en cada entrevista que entendió la profundidad del filme años después. “Fue duro ir procesando que había jugado a actuar algo que había ocurrido, el Holocausto”.
“Hasta los 18, quería ser futbolista. El cine era algo que me gustaba, pero podía haber terminado perfectamente en un campo de juego”, confesó al diario El mundo de España el año pasado. “Después del colegio, siguiendo el consejo de Benigni, con el que siempre he estado en contacto y que todavía me invita a los estrenos o a tomar un helado, intenté entrar en el Centro Experimental de Cinematografía de Roma. Conseguí mi diploma en 2014”.
Era tan pequeño cuando saltó a la fama que suele contar riendo que estaba en Hollywood el día del Oscar a La vida es bella como mejor película extranjera (1998), pero que no asistió a la gran ceremonia porque se quedó dormido. “Mi madre no quería despertarme”.
Tres años después del éxito que significó La vida es bella, al niño de la cara de ángel pudimos verlo en Gladiador. Más tarde, en otras cuatro películas. El parate se debió a que sus padres prefirieron que se enfocara en sus estudios. Giorgio era demasiado chico para saber tan temprano si la actuación era su vocación.
“En los casting, los directores me conocían, pero se habían quedado con mi imagen de niño. Solo me presentó a trabajos de calidad hoy. Tuve un pequeño papel en Lamborghini, the Legend, de Bobby Moresco, con Antonio Banderas y Alec Baldwin. Fue bonito volver a rodar a lo grande. Además, llevé al teatro El montaplatos, de Harold Pinter, con mi amigo Miguel Ángel Gobbo Díaz. Después, rodé como protagonista la serie de la Rai Aus-Adopta un estudiante”.
En 2005, llegó el turno del baile para el eterno Giosué: en su país fue convocado para Ballando con le stelline (Bailando con las estrellitas), segmento del programa italiano de TV Ballando con le stelle (Bailando con las estrellas), en Rai Uno, con conducción de Milly Carlucci.
Su vida hoy transcurre entre Italia y los Estados Unidos. Durante unos meses se mudó a Nueva York para estudiar. Visita a parte de su familia en Florencia algunos meses, mientras que vuela a Los Ángeles con frecuencia para tomar contacto con otra parte del clan.
En pareja con Marial Bajma-Riva, una colega, Giorgio no esconde la admiración por la mujer con la que convive. “Es una extraordinaria actriz italiana. Ganó el premio como mejor intérprete joven de obras clásicas en el Teatro Griego de Siracusa”.
Más allá de la actuación, escribe guiones y sueña con dirigir además de actuar. Mientras experimenta con la filosofía del “ensayo y error”, rodó con su cámara dos cortos, uno en Grecia.
A diferencia de otros niños prodigio del cine, Giorgio no sufrió depresión, incomprensión ni dramas y mantuvo los pies sobre la tierra. En una entrevista concedida al diario La Stampa afirmó: “Nunca sentí un gran impulso por actuar, aunque sin duda es un arte que me intriga. Pero me interesa mucho más el oficio de guionista”.
Lejos de apasionarse por la fama, Giorgio declaró a ese mismo medio: “Mucha gente trabaja en televisión por haber aparecido en Gran Hermano. Yo ni siquiera he visto ese programa y me enorgullezco de ello. Los chicos que participan en ese concurso no se dan cuenta de que los espectadores se ríen de ellos y no con ellos”.
Después de aquel “accidente” que lo llevó a debutar en la actuación, el muchacho nacido en Orvieto, en la provincia de Terni, región de Umbría, continúa su camino “piano piano”, como le gusta decir (despacio). La vita é bella será siempre un recuerdo hermoso, pero a la vez el karma: nadie podrá olvidarse del despierto y tierno niñito que todavía hace llorar a los que vuelven a refugiarse en ese drama mítico.