“Aquarius” (2016) es una película pausada, serena, parsimoniosa, que va haciendo entrar al espectador en ella tan lentamente que sus puntos de tensión terminan operando con doble eficacia.
Es, de alguna forma, una película hecha a medida para una Sonia Braga madura, autónoma y siempre sensual. Aunque el guion de Kleber Mendonça Filho fuera escrito previamente a su vinculación con el proyecto, es claro que -al menos- lo hizo pensando en ella: esa actriz fibrosa que ya es un mito de “latinidad” en el cine, por películas como “Doña Flor y sus dos maridos” (1976) y “El beso de la mujer araña” (1985).
Aquí interpreta a Clara, una crítica musical retirada y sobreviviente de un cáncer de mama. Un día, su vida austera y bella se ve alterada dramáticamente cuando un grupo de empresarios inmobiliarios le pide que les venda su departamento. Al negarse, caerá involuntariamente en una lucha silenciosa pero desgastante con ellos. Todos sus vecinos dijeron que sí, por lo que el edificio les pertenece.
Aunque se tematiza el avance inmobiliario feroz en Recife, esta película gira en torno a los sentimientos de Clara: el fantasma del cáncer que no la abandonará nunca, y que determinará la escena cúlmine de la película; su apego a sus objetos, a su casa, a sus recuerdos; sus inseguridades, su relación con sus tres hijos.
Abriendo un poco el lente a otras realidades, Kleber Mendonça Filho no deja de sentar postura sobre la desigualdad en su país, sobre los prejuicios y muchas cosas más.
Sonia Braga logra una actuación fantástica, al poder interpretar a una mujer madura llena de matices y contradicciones. La caída en el lugar común, que podría haber sido fácil y triste, se evita con mucha altura, y las escenas en las que ella vive su sexualidad dan prueba de ello.
La ficha
“Aquarius”. Brasil / Francia. 2016. 142′. Drama. Dirige Kleber Mendonça Filho. Actúan Sonia Braga, Maeve Jinkings, Irandhir Santos, Humberto Carrao, Fernando Teixeira, Carla Ribas. Disponible en Netflix. Nuestra opinión: Buena.
