El 2016 no fue un año más para Amalia Díaz Guiñazú. Después de tener su experiencia en la televisión local y quince años en radio, la locutora y comunicadora mendocina fue quien representó a la provincia en el Plan General Belgrano, una iniciativa de la TV Pública que convocó a distintos periodistas de todo el país para participar del envío de noticias de la señal.
Esa fue la oportunidad que le abrió otras puertas para definitivamente hacer pie en la Capital y convertirse en la cara visible de las noticias. Hoy, en plena recuperación tras contagiarse de Covid-19 espera salir airosa del trance para continuar con todos los compromisos laborales que la retienen en Buenos Aires.
“Uno lo subestima, pero no es tan pasajero. Yo me cuido muchísimo y no pude evitarlo. El año pasado cuando la pandemia explotó yo seguí trabajando muchísimo. Pero esta segunda ola es muy agresiva y contagiosa”, confiesa la mendocina mientras cumple una estricta cuarentena, quien contrajo el virus en América TV tras participar del panel de “Intratables” y enterarse de que Diego Brancatelli diera positivo de Covid-19.
Del 7 a la televisión porteña
Con más de quince años de camino en emisoras mendocinas y Canal 7, en donde era la encargada del bloque de Espectáculos del Noticiero Central, Amalia necesitaba un cambio, romper una pared y forjar nuevas experiencias. Sin pelos en la lengua, intrépida frente a cámara, la mendocina desembarcó en la Televisión Pública y fue el comienzo de su raid en la pantalla porteña.
En 2018 fue blanco de las críticas de Aníbal Fernández por Twitter, en las que la periodista que en ese momento trabajaba en la señal Federal, no se quedó callada y le respondió al político.
“En el 2016 me llamaron en octubre por un programa del Plan General Belgrano, donde convocaban a periodistas y conductores de todo el país, para co conducir el noticiero de la TV Pública. En ese oportunidad hice espectáculos y una co conducción con Maby Wells en el noticiero. Luego volví a Mendoza y en enero me convocaron para los reemplazos del verano. Pero ahí surgió hacer un noticiero en la medianoche, estilo compacto con una línea editorial neutra. Con el tiempo, el noticiero comenzó a rankear muy bien y se veía mucho, y de 15 minutos pasó a 45 minutos”.
-¿Fue un desafío trabajar en la TV Pública por su alcance?
-Es televisión nacional y uno no puede tener ningún furcio y ser sumamente correcto. Y además estaba sola conduciendo, con un ritmo acelerado entre noticia y noticia. Pero no solo se ve en todo el país, sino en el resto del mundo donde las noticias de argentina llegan de esa señal. El nivel de popularidad y de reconocimiento de la gente fue muy grande y no me lo imaginé nunca.
-¿Te costó instalarte en Buenos Aires?
-Los primeros dos años iba permanente todos los fines de semana, porque estaba en pareja allá. Salía los sábados a la madrugada y volvía los lunes a la tarde, fueron dos años donde viajé cada semana y tuve un agotamiento importante por todos los cambios. Pero después de estar en escenarios grandes como La Fiesta de la Vendimia, y si bien es estresante el ritmo y las exigencias de los medios en Buenos Aires, al mismo tiempo tenés la experiencia suficiente. En mi caso nunca le tuve miedo a la cámara y eso me favoreció. Y sin querer me quedé.
-¿Te ofrecieron hacer radio?
-En Mendoza hice 15 años radio, pasé por Nihuil, La Red, en Montecristo, La Coope hasta Radio Dos. Pero ahora estoy probando distintas cosas, estoy conduciendo “El Garage” por El Trece, que es un programa que lleva 25 años al aire con repeticiones en todo el mundo, con un canal propio y tiene un público muy fiel. Y estoy en el Noticiero Central del canal de la Ciudad. En plena pandemia hice un casting y quedé en el canal. Y en el verano tuve un paso por la Nación+ hasta que hubo un cambio de autoridad, y una radicalización editorial a la que yo no quería pertenecer. Eso fue lo mismo que me pasó en la TV Pública. Después de la pelea que tuve con Aníbal Fernández en Twitter, la radicalización editorial es muy marcada. Y salir ileso de eso es complicado. Pero la pandemia me obligó un poco a instalarme, aunque tengo varios trabajos porque acá no podés vivir de un solo trabajo, no tenés calidad de vida en ese sentido.
Es muy diferente lo que pasa en Mendoza con Buenos Aires, hay muchas diferencias culturales y costumbres. Esta megalópolis te hace vivir con indiferencia, velocidad y un sálvese quien pueda que no tiene nada que ver con lo que pasa en otras ciudades más chicas. Quizá en Mendoza no tenés tantas posibilidades de trabajo, porque no hay una industria de los medios grandes, pero tenés la posibilidad de subsistir porque todo es más chico. Acá necesitás plata para todo, a veces se te va un sueldo en taxis para llegar de trabajo en trabajo.
-Con todas esas dificultades y cambios, ¿pensas en volver?
-A mí Buenos Aires me cuesta mucho, es una realidad. Lo que sucede es que en Mendoza no tenía espacio. Hoy me pregunto porque estuve diez años luchando para hacer lo que acá pude hacer en unos años. Aunque sigo siendo empleada de América, y es una empresa donde me hice y aprendí mucho. Pero siempre estoy pensando en volver, aunque con una vida laboral acá, pero mi mamá vive en Mendoza y vuelvo por ella. Pero acá tengo un crecimiento profesional que necesito. Y a veces uno cree que irse, formarse, prepararse para volver es mejor. Y no es así, dejaste un espacio y es difícil volverlo a ocupar. La competencia profesional es muy ladina y no se perdona tan fácil. Yo tengo la mejor relación con las autoridades del Canal y la gente siempre me trató muy bien. Aunque a veces uno se tiene que ir para legitimar tu capacidad, como ocurre en todos lados y en otras profesiones.
-¿Son más crueles los medios en Buenos Aires?
-Es terrible, pero también es profesional y te lleva a crecer. Si sos profesional trabajas, sea en el medio que sea y tu empresa sos vos. Y en Mendoza hay buenas escuelas, buenos profesionales y eso se nota, pero no hay lugar y posibilidades. Yo extraño muchísimo, pero realmente para crecer hay que desprenderte. En Mendoza tenés cierto padrinazgo, amigos y eso suma, pero así todo yo no pude pasar una pared. Acá el medio es una picadora de hacer carne porque hoy estás y mañana no estás, cambia la administración o jefes del canal o la empresa y ya no estás más. Pero podes hacer carrera, el medio te es indiferente, no es cruel ni malo, si sos profesional tenés oportunidad.
Desde que estoy en Buenos Aires no dejé de tener trabajo y no me contrataron sin hacer un casting previo. He pasado por cuatro canales, en todos hice casting y en todos quedé. Nadie te regala nada, claro que es más complejo porque hay mucha más gente.
-¿Qué te gustaría como desafío nuevo en la televisión?
-Me gustaría conducir un programa de juegos, preguntas y respuestas, algo más lúdico. Y siempre sueño con un programa de viajes más cultural, lo cual es bastante imposible ahora. Pero en este momento trabajo más en publicidades, que combino con el periodismo. También me encantaría volver a hacer el noticiero de medianoche y conducirlo con el formato que tenía, que era muy europeo. Hoy en la televisión argentina no se necesita más un programa de opinión o interpretación, porque confunden mucho a la gente. Con instituciones tan devaluadas como la nuestras, querer hacer un periodismo de interpretación es muy difícil. Aunque a mí nunca me bajaron línea de ningún tipo.
-¿Qué es lo más impensado que te pasó durante estos años?
-Me ofrecieron estar en el “Bailando por un sueño”. Después me relacionaron en una relación sentimental con Martín Bossi, con quien soy amiga desde hace mucho. Y nos sacaron una foto mala leche en una degustación de vinos a la que fuimos juntos. En certámenes como el Bailando la verdad no me interesa participar, si viene una asociación que necesita de mi ayuda y es la única manera, tal vez lo piense. Y lo otro loco que me ofrecieron y lo rechacé fue hacer un noticiero erótico para Venus y Playboy (ríe). Me dijeron: “Tenés una cara muy sensual y tenés que aprovecharla”. El pago era en Euros y el programa salía en España y Portugal. Le agradecí, pero no, todo quedó ahí… ¡Terrible! (ríe).
-¿Y los programas de la farándula?
-No. No es que diga de esta agua nunca beberé. Yo hice muchos años espectáculos, pero tuve una pelea interna entre farándula y chimentos, y hacer espectáculos y cultura. El hecho de meterte en la vida del otro, tarde o temprano te pasa factura y te abarata. La vida da muchas vueltas y no se sabe, pero no es lo que quiero. Hablar de la vida de los famosos es contrario a la vocación que uno tiene de comunicar. Es muy liviano hablar de la gente que hace tele como si no hubiera un sacrificio detrás.