Alejandro Dolina: “Me duele cuando se malbarata la mala palabra”

El genial conductor de radio, presenta una nueva versión de su show por streaming, luego del éxito del primero. La temática gira en torno a cuestiones filosóficas que involucran el confinamiento y la libertad.

Alejandro Dolina: “Me duele cuando se malbarata la mala palabra”

En la pieza de Dolina 2, es el nombre de un nuevo encuentro por streaming, cuyo subtítulo es La Libertad, tema en el que Alejandro Dolina discurrirá, muy a su estilo, esta noche a partir de las 21.30.

Anteriormente había hecho una presentación similar, bajo el mismo nombre, en el que se mostraba confinado y sujeto por las cadenas del tiempo, del espacio y de la lógica, de las que intentaba escapar convocando a una legión de sombras y fantasmas pertenecientes a poetas, músicos y magos. Un “unipersonal multitudinario” como lo definió Dolina.

A pesar del éxito obtenido -que podría haberlo desanimado a un segundo encuentro-, decidió insistir en invitar al público a su pieza.

En diálogo con Los Andes, Alejandro Dolina profundiza acerca de la soledad, la vigencia de la radio y el abuso de las “palabrotas”.

Si entro a la pieza de Dolina, ¿con qué me encuentro?

No mucho. A los efectos artísticos me vas a encontrar a mí solo y algunos temas que son recurrentes en el programa pero en este caso están en un formato un poco más íntimo, ya que anulada la posibilidad del diálogo, estoy yo bajo la forma de un soliloquio que siempre es un poco más complejo, más difícil para el que lo está llevando adelante. Es un coro de uno solo, aunque a veces es multitudinario porque hay algunas presencias fantasmagóricas que reemplazan a las presencias verdaderas. Te vas a encontrar ahí con los fantasmas de quienes participan, como “El trío sin nombre”, que son los chicos que cantan con nosotros.

Pero también a los escritores y pensadores que uno frecuenta. Y entonces ahí estamos con algunas canciones, pensamientos, historias, anécdotas, con un poquito de poesía y humor.

En este caso el problema es que estoy solo pero solo de toda soledad. Uno dice algo y está esperando una respuesta, aunque sea un murmullo, un silencio, pero acá ni siquiera es eso. Ponele que uno haga un chiste, -cosa que yo no hago muy seguido-, esos 3 o 4 segundos, a la salida de un chiste son tremendos, nadie responde.

No te pregunto si te sentís cómodo con el streaming porque de alguna manera vos lo hiciste toda tu vida, excepto que estabas acompañado

Yo creo que ese comentario que haces es correcto yo he hecho esto toda mi vida lo que varía ahora es esto que te estoy señalando: la soledad

¿Te preocupa eso?

Sí, claro, porque es un problema a resolver. ¿Qué hace uno? finge que no espera respuesta. Inventa unas continuidades, una manera de responderse uno mismo la pregunta. Y entonces la cosa fluye aunque más dificultosamente.

Supongo que te gustó mucho la primera experiencia para hacer una segunda, que no es igual

No, es otro asunto. En la primera sería la incomunicación el tema, o la imposibilidad de comunicarse. Esta es la libertad, que vendría a ser la imposibilidad de ser libre. Es un ciclo de imposibilidades (se ríe).

¿Metafórica y literalmente hablando?

En lo filosófico diría yo y también en lo cotidiano

El formato de radio en televisión o en teatro, lo hicieron varios, pero ninguno se mantuvo. ¿A qué atribuís tu permanencia?

El programa lleva 35 años, es mucho. En realidad nos hemos ido sustituyendo a nosotros mismos, porque ni el programa ni los compañeros son los mismos, tanto literal como metafóricamente, porque son otras personas. Pero aún los que están desde hace 15 años, y el programa, nos hemos ido modificando de a poco, sin darnos cuenta.

Tu humor es elegante y a la vez de corte barrial. Sin embargo el humor en general, ha tenido que resignificarse en muchos sentidos. ¿Tuviste que deconstruir tu forma de hacer humor?

En nuestro caso muy poco. A mí me parece que donde se ha dado esa deconstrucción es en todo aquello que tenga que ver con la gesta que la mujer está haciendo, en relación a una mirada más profunda acerca del patriarcalismo y su verdadero significado. Como nosotros nunca hacíamos chistes de lo que se había puesto la locutora, por ejemplo, no tuvimos que cambiar demasiado. Pero es cierto que yo ahora pienso dos veces el tango que voy a cantar. Hay un repertorio general de tangos y algunos son muy patriarcalistas y por ahí no está mal evitarlos. En ese sentido, algún cuidado hay que tener.

Por otro lado creo que hay un uso indiscriminado de las palabrotas, que antes no sucedía. Tampoco nos afectó porque no las decíamos ni antes ni ahora. No por un tema de pacatería ni por someternos a reglas estrictas. Yo creo en la eficacia de las malas palabras, y me duele cuando se las malbarata, cuando no se las usa para escandalizar, que sería su verdadera función sino por pereza mental o por falta de recursos. Cuando alguien tarda en encontrar una palabra adecuada, disimula esa tardanza utilizando una mala palabra. Yo creo que es desperdiciar el valor escandaloso que tiene la palabrota y que sirve para provocar. Si nos acostumbramos a hablar con malas palabras, es evidente que el efecto decae.

¿Alguna vez no te divertiste en la radio?

Puede ser que alguna vez no, pero en general sí. Para mí es un recreo ir a la radio, lo contrario de una obligación de trabajo. Yo voy a ver a mis compañeros, a vivir una pequeña aventura del pensamiento, que por ahí no será tan rumboso, pero son pensamientos al fin. A mi me divierte mucho ese intercambio, ofrecerle eso al público que a veces se acerca, nos consulta, nos saluda. Para mi eso es un recreo diario, una bendición.

Y también me obliga a estudiar, leer historia, filosofía, cuentos ajenos para saquearlos, para trabajar en la charla inicial que siempre es sobre temas más complejos. Pero también me ha llevado a descubrir cosas que yo desconocía cuando empecé el programa. No tenía la menor idea del estructuralismo. Me lo había salteado en mis estudios del secundario y la universidad. Y pensé “yo tengo que saber esto, aunque sea para decir tres palabras pero sabiendo lo que digo”. Y cada día, al leer y preparar las charlas, estamos estudiando con más entusiasmo y provecho que el que teníamos en la secundaria y la universidad.

¿Porque lo aplicás de inmediato en el programa?

Exacto, no te va a servir el día de mañana, como lo que te dicen cuando te enseñan el binomio suma al cuadrado (se ríe).

¿En el programa improvisan todo?

Sí, es todo improvisación. Yo preparo el tema inicial, por ejemplo hablamos de Voltaire y lo preparamos. El resto es un título y todo improvisación. Cada uno entra y sale del personaje, son sujetos inconstantes. Eso tiene su gracia.

Eso hace que el oyente esté atento, no es la radio de fondo, sino un programa que uno se sienta a escuchar.

Te agradezco, pero de a ratos es otra cosa: solamente tres tipos que dicen cosas aburridas. Pero eso depende del oyente, que es el colaborador principal del programa.

Nosotros tenemos mitad y mitad entre los oyentes de la radio y los del online, aunque creo que un poco más en internet, porque la radio tiene la limitación del área de cobertura.

Su humor es un estilo que lo caracteriza y que se mantiene vigente
Su humor es un estilo que lo caracteriza y que se mantiene vigente

¿Por qué la radio sortea todos los escollos históricos y siempre sigue vigente?

Porque es el refugio de la palabra. Y la palabra es el idioma de la inteligencia, a mí me parece que es por eso. La palabra es más fuerte que la imagen, aunque vengan con eso de “mil y mil”. No. Para aprender una cosa es necesaria la palabra. Cuando dejamos de hablar dejamos de pensar. Para entender algo hay que remitirse a las palabras.

Los adolescentes no escuchan radio, ¿creés que en algún momento lo harán?

Lo interesante sería que descubran los contenidos de la radio. Cuando se dice que la radio no va a morir, no se refiere al aparatito que conocemos ahora. Se refiere a una manera de comunicación y a unos contenidos que no están en la televisión ni en internet. No sé qué decirte de la gráfica.

A los chicos les cuesta leer papel, no están acostumbrados

El tema es la complejidad con la que nos estamos comunicando. Cuántos bits son necesarios para describir lo que estamos diciendo. Si jugamos con un mazo de tres cartas, la complejidad del juego va a ser poquísima. Pero si jugamos con mazos completos o infinitos, nuestra complejidad también será infinita.

¿Te das cuenta que con vos no hay grieta? El oyente te sigue, más allá de su preferencia política.

¡Sin que me sea necesario ocultarlo! A mí me alegra que percibas eso, es algo que yo no podría decir, aunque a mí me parece que sucede y deseo que suceda. En estos tiempos no hay elogio mejor que me pudieras hacer. No sé si es del todo cierto y no sé si obedece a alguna clase de mérito. Por ahí soy tan inepto que no le molesto a nadie (risas).

Las entradas pueden conseguirse en www.entradauno.com

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