Ningún artista supo transmitir al resto del mundo la realidad de su pueblo ni la filosofía del movimiento del que era parte como Bob Marley, además de popularizar los ritmos tradicionales de su país, pero toda la obra de este artista también puede leerse como una consecuencia directa de su propia vida.
Hijo de una afro-jamaiquina y de un descendiente británico de raza blanca, el “Rey del Reggae”, nacido el 6 de febrero de 1945 bajo el nombre de Robert Nesta Marley, tuvo que cargar con la discriminación de gran parte de su propia familia mestiza.
En su lucha por ser aceptado por la raza negra, a la que sentía sin ninguna duda que pertenecía, abrazó la música tradicional de su país, aunque también sintió influencias de artistas como Ray Charles o Curtis Mayfield, entre otros, que llegaban a la isla a través de emisoras radiales.
Junto a Bunny Wailer y Peter Tosh forma los Wailing Wailers, con quienes comienza a ganar fama en su país gracias a los discos registrados con Lee “Scratch” Perry como productor, y en Estados Unidos a través del cantante Johnny Nash, quien alcanza éxito con una versión de su tema “Stir it Up”.
En los primeros años de los ’70 se asocian al productor Chis Blackwell, fundador del sello británico Island, primero que se interesó en la música reggae. El viraje hacia un sonido más orientado a conquistar el mercado internacional, entre otras cuestiones, provocan la ruptura de Marley con sus compañeros. Wailer abandonó el grupo al sentir que el camino por el que los llevaba Blackwell se alejaba del estilo de vida rastafari, en tanto que Tosh optó por un discurso más radicalizado a nivel político.
Al frente de la banda rebautizada The Wailers, Marley siguió su camino hasta lograr acaparar la atención mundial de manera definitiva cuando la versión de “I Shot the Sheriff” registrada por la súperestrella Eric Clapton se convirtió en un éxito que despertó el interés del mundillo del rock y el pop por el reggae.
La proyección internacional del músico, que hasta allí se mantenía como un pacifista apolítico, lo impulsó a participar de un concierto gratuito en Kingston en 1976, cuyo objetivo era la reconciliación nacional entre las dos facciones políticas en violenta pugna en su país. Y lejos de encontrar paz, poco después de este concierto, un grupo anónimo fuertemente armado irrumpió en su vivienda a los tiros y lo hirió de gravedad, al igual que a su esposa Rita y a varios de sus colaboradores.
Tras este incidente, Marley se exilió en Londres, aunque en 1978 regresaría para volver a participar de un concierto humanitario, en este caso el “One Love Peace Concert”, en donde finalmente logró que los dos principales líderes políticos del país se dieran la mano sobre el escenario.
En medio de giras por todo el mundo y del imparable éxito, al músico le descubrieron una lesión en su pie que evidenciaba la presencia de un cáncer que avanzaba. Hoy son 40 años del día en que, en 1981, su voz se apagó. Volvía a su Jamaica querida desde Alemania, donde se hacía tratar. No pudo pisarla y falleció en Florida.