“Elige un trabajo. Elige una carrera. Elige una familia. Elige una maldita televisión. Elige lavarropas, autos, un reproductor de música. Elige buena salud, colesterol bajo, un buen dentista (...) Elige tu futuro. Elige la vida... ¿Pero por qué yo querría hacer algo así? Elige no elegir la vida. Elige algo diferente. ¿Las razones? No hay razones. ¿Quién necesita razones cuando tienes heroína?”.
Así comienza la adaptación de la novela de Irvine Welsh. Muchos pensaron que jamás existirían alguien digno de llevar su esencia al cine, aunque se equivocaron.
Un grupo de jóvenes adictos a la heroína. Tragedias y satisfacciones, las dos caras de la moneda. Trainspotting trasciende las épocas, y no sólo por su tema o sus brillantes actuaciones, sino porque su mensaje es crudo, sincero sin pasar a lo moralista.
Drogas, censura y una banda sonora inolvidable. Trainspotting marcó a toda una generación y hoy, 25 años después, continúa consagrándose como una de las películas de culto de este siglo.
Protagonizada por un joven e inexperimentado Ewan McGregor, Trainspotting marcó un antes y un después en su carrera, así como marcó a la historia del cine.
El comienzo de la gloria
Llevar Trainspotting al cine era todo un desafío. Su autor así lo creía y aseguró hasta el día del estreno que, si algo salí mal, su nombre no quedaría manchado.
“Que adapten una novela tuya al cine es todo ganancia. Te pagan muy buena plata, hacen visible tu libro y existe la posibilidad de que la película sea excelente y que todo lo que está bien me lo atribuyan como autor. Y si la película es mala, uno queda indemne. La culpa siempre se la van a echar al director y al guionista”, dijo.
Danny Boyle y Andrew MacDonald se acercaron a Welsh. Ellos querían ser quienes llevaran a la pantalla grande semejante obra. Boyle le escribió una carta al autor, querían su obra, la anhelaban.
Escribió, a manera de presentación, que MacDonald como productor y John Hodge como guionista, eran los mejores escoceses vivos después de Kenny Dalglish (ex jugador de fútbol) y Alex Ferguson (en ese entonces manager del Manchester United). No necesitaron más que esta referencia para alcanzar su encuentro con Welsh.
Se reunieron y todo fue maravilloso. Discutieron escenas, casting, posibles escenarios, canciones que podían funcionar. Cuando llegó el momento, Welsh había vendido los derechos a otro postor.
¿Qué sucedió? Jamás lo supieron. Aunque finalmente, sin muchas vueltas, compraron los derechos a quien les ganó de antemano. La película iba a filmarse.
Ewan McGregor fue la primera opción para el papel de Renton. Y aunque apenas había tenido un par de experiencias, Boyle lo había dirigido en Tumbas al ras de la Tierra.
Con apenas 25 años, a McGregor se le presentó la oportunidad de su vida. Dos meses después de leer el guion, se encontró con los directores y estaba listo para comenzar: había adelgazado diez kilos, llegó con la cabeza rapada y se había sumergido en el mundo de las drogas, hablando con especialistas en drogadicción, con adictos en recuperación y tras varias jornadas en un centro de rehabilitación.
Tal fue el compromiso con el papel que McGregor admitió que en algún momento pensó en tomar heroína. “Al principio, pensé, ‘¿cómo puedes interpretar a un adicto a la heroína sin haberla probado?’ Era joven y dije, ‘a la mierda, lo hago y punto’. Incluso John Hodge, nuestro guionista, era médico, así que creía que a lo mejor podía conseguirnos una poca y administrarla para que no muriésemos”, reveló el actor en una entrevista con The Hollywood Reporter.
McGregor sería su Renton. Ahora quedaba definir al resto de los protagonistas. Y con ello llegó el turno de Kelly Macdonald, una novata que debutó en el cine con este filme. La joven, quien interpreta a Diane una joven de 14 años, se presentó descuidada y sin maquillaje, con un aspecto que reflejaba lo que el director estaba buscando.
El rodaje duró apenas 7 semanas. Su presupuesto fue menor a dos millones de dólares y termino recaudando, sólo en salas, cerca de cien.
La banda sonora era exquisita. La escena inicial con Lust for Life de Iggy Pop de fondo explotó la cabeza de la audiencia. Esa batería adictiva que da inicio al tema, una fuga alocada del personaje principal y la introducción de los otros en un bizarro partido de fútbol.
En ese aspecto, la película mezclaba a los grupos ingleses del momento como Blur y Pulp, exponentes de la electrónica como Underworld y Born Slippy, y clásicos como Iggy Pop y Lou Reed, cuyo Perfect Day pareció especialmente escrita para la escena del colapso por una sobredosis. El CD de la banda de sonido fue uno de los soundtracks más vendidos de la historia.
El filme es recordado por varias razones. Refleja el espíritu y la realidad juvenil de la clase baja en la época de los ’80 y ’90, un retrato generacional de los jóvenes salientes de los escombros de la era Tatcher.
Retrata un desarraigo emocional, una desconexión con el mundo que los rodeaba, una juventud perdida que buscaba escapes de su misma realidad.
Censura y escándalo, dos ingredientes principales
Tras el estreno, las polémicas comenzaron. La primera piedra fue “incita a las drogas”, aunque si leemos la letra chica de la película, no es cierto. Trainspotting muestra tanto la satisfacción que podría generar, como los daños irreparables que traen consigo las drogas.
Sin un mensaje apuntado a la moral, muestra que las drogas empujan al abismo, llevan al ser humano a la basura más baja. El espectador será quien decida qué quiere pensar al respecto.
En los cines norteamericanos se estrenó una versión diferente. Podría decirse que estaba plagada de censura, porque fueron los detalles más escabrosos los que se reemplazaron, ocultaron u omitieron.
Pequeños cortes evitaron que la calificación fuera R (Restricted). Se cortó algún fotograma que impidió ver un fugaz desnudo frontal de Ewan McGregor, la escena de sexo fue más breve, para que no se notara que la chica disfrutaba tanto, y se eliminó el primer plano de la aguja entrando en el brazo.
Otro gran cambio fue el doblaje. Varias partes de diálogo fueron doblados para que el tono cerrado escocés no fuera tan evidente y resultara más sencillo de entender para el público de Estados Unidos; evitando así los subtítulos.
La escena donde la aguja ingresa con lentitud en el brazo, quebrando la piel y haciendo salir sangre fue realizada con un brazo de utilería, creado con materiales especiales para que pareciera uno real. Sin dudas, de las más enérgicas tomas del filme.
El costo de la campaña promocional en Estados Unidos fue superior al presupuesto de la película. Weinstein y Miramax instalaron a Trainspotting como el nuevo Pulp Fiction. Y resultó todo un éxito.
Trainspotting tuvo una segunda parte. En 2017, el equipo creativo y el elenco volvió a reunirse. Se trató de una adaptación de Porno, la novela de Irvine Welsh que continúa la historia.
20 años después de la historia original, Mark Renton vuelve a Escocia a enmendar a sus amigos, Daniel “Spud” Murphy y Simon “Sick Boy” Williamson, y el siempre problemático Francis “Franco” Begbie, quien acaba de escapar de prisión.
Ni siquiera se acercó al éxito que tuvo su precursora. Y es que, en una época y con un público totalmente diferente, el impacto social no tuvo siquiera comparación.
Sin duda alguna, Trainspotting (1996) formó parte de la cultura cinematográfica de toda una generación. Con escenas crudas y realistas, una mirada acertada del impacto de las drogas y la realidad de toda una generación, apostamos a que continuará en la retina del público al menos por un cuarto de siglo más.