Por Dis. Int. Noelia Serna
Por ser atemporal, este estilo no pasa de moda a la hora de decorar nuestros espacios. Se adapta a diversos tipos de ambientes - preferentemente de dimensiones amplias - y busca desnudar la nobleza del material tanto como sea posible.
COLORES Y TEXTURAS. Los colores que acompañan muy bien a este estilo son blanco, negro, gris, beige, habano pero no podrían agregarse muchos más debido a que las tonalidades no deben empañar ni distraer. Para aportar calidez al ambiente, en esta gama de colores pueden funcionar muy bien los linos, algodones y, especialmente, la arpillera.
EL METAL. Acero, hierro, aluminio y chapa son materiales característicos y pueden encontrarse en mesas, sillas, lámparas así como cualquier tipo de accesorios que desee utilizarse.
RECICLAR. Reutilizar materiales con pintura gastada u óxido decapado es un recurso que funciona a la perfección con esta estética.
Así, para el equipamiento se utiliza la madera al natural, acero sin tratar, cueros, materiales usados, añejos y texturas que -con sus terminaciones crudas- aportan contraste y calidez.
AL "NATURAL". Muros de ladrillo y de hormigón, vigas y cañerías a la vista son rasgos fundamentales de este estilo que busca desnudar la estructura. Lo hace no sólo en lo que a la arquitectura respecta sino también en la manera de colocar mobiliario e iluminarias, los que pueden revelarse puros, en toda su materialidad.
Este modo de concebir los espacios empezó a utilizarse en la década del 50 y fue incorporado entonces por jóvenes neoyorkinos – la mayoría artistas y soñadores - que comenzaron a mudarse a antiguos depósitos y fábricas -generosas tanto en metros como en luminosidad- y buscaron con sus escasos medios pero frondosa inventiva, embellecer estos sitios.