Fue uno de los hombres de la noche. Sus manos, y sus pies, fueron fundamentales para evitar en distintas ocasiones lo que podría haber sido un quiebre en la historia tal como hoy se conoce.
El mendocino Esteban Andrada es el arquero de este Lanús que hizo historia el pasado martes al revertir la serie frente a River Plate cuando el marcador dejaba en claro que más bien parecía imposible.
El “1”, surgido en la cantera de San Martín, se hizo gigante una noche de octubre para permitir el pase de su equipo a la final de la Copa Libertadores.
El sueño hecho realidad, el duende del potrero que, cargado de ilusiones, se dio una vuelta por la cancha del Granate para desparramar postales que ya son parte de la retina del hincha. Y Esteban, el pibe que se fue a los 15 años con el sueño de jugar en Primera División, definirá con su equipo la final del torneo continental.
-¡Qué momento inolvidable vivieron!
-Estamos muy contentos, disfrutando de este momento. Fue algo increíble lo que hicimos. Por ahí escucho y leo que se quejan mucho del VAR y dejan de lado nuestros méritos. Fue importante lo que hicimos.
-Justamente sorprendió que Gallardo minimizara lo que hicieron ustedes y solamente dirigiera sus críticas al VAR y las polémicas que se sucedieron…
-Cuando nos convierten el penal ya no había esperanzas, fue muy duro y más aún cuando nos hacen el segundo gol. Fue más fuerte todo aún. Pensábamos que ya no teníamos chances de darlo vuelta…
-A Sand le preguntaron cuál fue más importante, si el primer gol que hace o el segundo y él dijo el segundo, ¿lo viste así?
-Y sí, aunque el primero también fue importante. Fue la motivación que encontramos para salir a jugar el segundo tiempo con otra cabeza. Fueron fundamentales los dos. River estaba bloqueado, nos dimos cuenta dentro de la cancha.
No podían reaccionar. Eso nos permitió encontrar el tercer gol rápidamente y fue un alivio muy grande para nosotros.
-¿Qué se dijo en el vestuario?
-Cuando entramos al vestuario, con el gol a favor, los referentes y el técnico levantaron en lo anímico. No se habló de cuestiones técnicas o tácticas, sino más bien de dejar una buena imagen, de que no podíamos repetir lo del primer tiempo. ¡O perdíamos 10-1 o lo dábamos vuelta para quedar en la historia!
-El primer gol que hacen, con la etapa inicial llegando a su fin, encuentra a Lanús jugando la pelota sin lanzar pelotazos ni centros innecesarios. Eso deja en claro la filosofía de este equipo de Almirón y la coherencia para sostener una idea pese a la derrota y las urgencias…
-Tal cual. Siempre intentamos salir jugando, que es lo que nos llevó a esta instancia. Recorrimos un camino muy largo para llegar acá y la verdad es que perderlo sería muy duro.
Nunca renunciamos a la idea que pide el entrenador y creo que ante River fue fundamental no perder la idea, aun cuando ellos presionaban muy bien. En la ida no tuvimos precisión y eso nos costó la derrota.
-¿Cuándo se dieron cuenta que se podía dar vuelta?
-En el segundo gol. Ellos se quedaron sin reacción. Fue sorprendente porque era muy difícil darlo vuelta estando 0-3 en el marcador. Fue fundamental no renunciar nunca a la idea de lo que pide Almirón. Ese fue el mérito más grande para poder dar vuelta la serie.
-¿Te sorprendió que River no se defendiera cuando estaba en ventaja?
-Lo que pasa es que el segundo gol los bloqueó, no tenían reacción. Además, jugar en nuestra cancha, con nuestra gente, fue importante. Si hubiera sido de visitante, no sé si lo dábamos vuelta.
-¿Cómo se vivió desde adentro el partido?
-Cuando uno está en la cancha lo toma con naturalidad. En las tribunas se veía por ahí que la gente estaba nerviosa, pero en mi caso trataba de estar concentrado en lo que hacía. El fútbol argentino es muy parejo y uno tiene que confiar en lo que hace. Nunca perdimos esa concentración y fue fundamental.
-Y ahora estás en la final de la Copa Libertadores, algo impensado cuando eras chico…
-La verdad es que no. Uno sueña con llegar a jugar en Primera División y mantenerse, pero para llegar a esta instancia recorrí un largo camino. Me fui muy chico de mi casa, cuando tenía 15 años, y fue duro. Con laburo y sacrificio estoy donde estoy y mi recompensa es esta final que hoy vamos a jugar.
-¿Cómo fueron tus inicios?
-Hice las infantiles en San Martín, donde llegué a jugar en la Liga Mendocina. Después me llegó la prueba en Lanús y acá quedé. Eso fue en el año 2007.
-Y desde entonces pasó mucho tiempo…
-En ese momento estaba Agustín Marchesín y Chiquito Bossio. A mí me subieron recién 2008-2009 y comencé a alternar con el banco de suplentes. Agustín estaba en su mejor momento en aquel tiempo y yo necesitaba jugar porque ya había cumplido 22 años y me fui a préstamo a Arsenal.
Eso fue fundamental para sumar experiencia.
-¿Por qué arquero?
-Cuando era chiquito, mi viejo me llevaba a entrenarme y siempre nos quedábamos un rato y él pateaba. Fue por eso. Íbamos a las canchas donde hoy está el Parque Agnesi. En aquel tiempo había un predio con canchas y estaba muy bueno.
-¿Es el mejor momento de tu carrera?
-Sin dudas, porque estoy disfrutando mucho esto que me está pasando. Ahora sólo falta dar un pasito más y, si llegamos a coronar, será la frutilla del postre.
-¿Cómo te imaginás la final que se viene con Gremio?
-Es una final y sabemos que ellos se hacen fuerte de locales y nosotros lo propio en casa. Estará muy parejo. Los dos tenemos las mismas chances.
-Fuiste clave con tus atajadas frente a River. ¿Cuál fue la más difícil?
-La de Scocco, porque si nos convertían nos liquidaban. Fue un mano a mano complicado que por suerte pude controlar. Si nos convertían, nos obligaban a tener que hacer más goles.
