“Si no vuelve Beltrán no juego más al fútbol”, decía uno de los pibes del pueblo, cansados ya de hacer kilómetros y kilómetros para jugar a la pelota. Muchos de ellos estaban en infantiles cuando el club bajaba la persiana. Una puñalada al corazón. Cicatrizada la herida, había que volver al ruedo. Entre los mismos pibes se fueron ‘pasando la bola’ casi como lo hacen en el campo de juego.
Los dirigentes se hicieron eco de la inquietud, les gustaba la idea de volver. La ilusión fue tomando fuerza cuando en la plaza distrital los pibes comenzaron a entrenarse. “Los mismos chicos fueron sumando gente, llamaron a uno y a otro, ellos mismos se encargaron de armar el plantel. Todo lo hacían gratis”, contaba el vice Ariel Bosco, que es la segunda máxima autoridad del club y a su vez técnico de las infantiles.
La gente del pueblo acompañaba el equipo en gran manera. Pagaba su entrada y el Fraile jugaba siempre con un gran marco. Milton Salas, DT de Primera, regaba la cancha, los jugadores marcaban el campo de juego y pintaban las tribunas. Se salió tercero.
Entendían que la falencia había sido el rendimiento físico. Y en el pueblo estaba ni más ni menos que Rubén Socías, profe de basta trayectoria en el fútbol mendocino. Y fue Socías quien no dudó en arremangarse y darle una mano al club del pueblo. Y pronto se vio su mano: el equipo fue una aplanadora y logró ascenso y título de Primera en un 2015 que quedará grabado a fuego en la memoria de todo beltranino futbolero.
“Hoy los chicos tienen tatuados el escudo de Beltrán, las camisetas de Boca, River y Godoy Cruz ya no se ven tanto en el distrito. Hemos recuperado el sentimiento de pertenencia y esto es gracias a este grupo de chicos”, se emocionaba Bosco.
“El festejo, las fotos, las notas dentro de dos semanas se termina pero lo que este plantel le ha dado al club quedará para toda la vida”, agregaba. Lo hizo desde las cenizas, como el Ave Fénix. Beltrán volvió y lo celebra todo el fútbol mendocino.
Fernando Milton Salas: "Orgulloso por lo que el grupo hizo por el club"
“Es un sueño festejar tanto en tan poco tiempo. Estoy muy contento por ellos, era lo que más querían. Los mismos jugadores te enseñan, estoy estudiando más ahora que cuando iba a la escuela. Lo que yo he vivido con ellos creo que nunca lo voy a volver a vivir si es que tomo la profesión de entrenador. Todo lo que estos jugadores han hecho por Beltrán te da un orgullo enorme. Salir campeón es la frutilla del postre, un premio al esfuerzo”.