A las afueras del Stade de France, una actitud desafiante y la expectativa imperaba entre la muchedumbre que acudía al escenario donde ayer se puso en marcha la Eurocopa, bajo un cordón de seguridad apretado al máximo.
Francia inauguró la 15ta edición de la máxima cita del fútbol europeo con un partido contra Rumania, apenas siete meses después de que el estadio nacional fuera blanco de atacantes suicidas cuando su selección enfrentaba a Alemania.
Un individuo murió tras uno de los estallidos fuera del estadio, en lo que fue el inicio de una oleada de atentados terroristas que dejaron 130 muertos en la capital francesa en aquella noche del 13 de noviembre.
El país ha permanecido en estado de emergencia desde entonces, sometiéndose a una movilización sin precedentes de sus fuerzas de seguridad al recibir a más de un millón de aficionados del fútbol durante el mes de duración que abarcar el torneo.
El agente de seguridad Samuel Leclercq fue uno de los 90.000 integrantes del dispositivo que incluye a policías, soldados y empleados privados con el fin de salvaguardar la cita deportiva de mayor magnitud que alberga Francia desde la Copa del Mundo de 1998.