Jesús de Nazaret fue más allá de la fe religiosa de su tiempo. Los religiosos de entonces, los sacerdotes, el sumo sacerdote y los grupos piadosos -como los saduceos y los fariseos- lo condenaron a muerte
Y su novedad, su mensaje liberador, como buena noticia para los pobres, se lo fue dejando en el olvido, preocupados todos en la definición de dogmas y de otros intereses menos dignos.
De la Navidad no nos pudo hablar Jesús; la que si nos habla es su madre. Nuestra María de la Navidad "es buena noticia", pues ella se pone del lado de las mujeres humilladas, como ella lo fue por sus contemporáneos, para quienes no fue más que una madre soltera. José, su prometido, después de serias dudas la recibió con amor como esposa, cuando supo de su sufrimiento y de su verdad.
María, esperando a Jesús en su visita a su prima Isabel, también embarazada, le dice que está muy alegre, porque Dios ha mirado su humillación, y que Su misericordia llegará a todas las generaciones. Y añade que Dios derriba a los soberbios y a los poderosos de sus tronos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. (Lucas 1,50-51)
Navidad ya no es -para los cristianos creyentes- una buena noticia: es una fiesta con mucho consumo. Es la gran fiesta del dios mercado y aunque, todavía, se llenan los templos para ese día, más se llenan los supermercados.
Quienes así lo sientan en sus corazones, en esta Navidad 2018 podemos unirnos a la alegría de María por lo que Dios obró en ella, por Su misericordia que llega a todos y por la confianza que nace de la fe ante un mundo mayoritariamente soberbio e insensible que continúa fabricando armas, pobreza y hambre en perjuicio de gran parte del planeta y de la población actual.
Me ha parecido bueno y oportuno compartir con los lectores un texto del gran amigo y poeta mendocino Jorge Sosa.
Navidad
Aquí estamos, mi amigo,
aún seguimos estando y eso es lo importante.
A pesar de la urgencia, la rutina y el tedio,
y el horario que pesa en cada instante,
aún seguimos estando a la hora precisa
de reponer el alma y renovar la sangre.
El tiempo ha transcurrido con su eterna paciencia.
Desde aquella sorpresa son dos mil almanaques.
Usted verá, mi amigo, si hemos sido coherentes
con su vida y su muerte,
o se nos escaparon mayúsculos detalles.
Usted vino y la cosa ya no fue lo que era,
se armó una antología de bondad por el aire,
por usted supimos que el amor era verbo,
por usted comprendimos qué es un semejante.
Después nos olvidamos, usted sabe, mi amigo,
que el olvido es materia de breve aprendizaje.
Después pasaron cosas que dañaron la vida,
renovados desprecios, reiterados desaires,
el odio imperativo que nos cerró las manos,
la injusticia vidente, profeta de los males.
Después fuimos después y no nos dimos cuenta de
que estábamos marchando hacia el atrás de adelante.
A lo mejor prefiere que empecemos de nuevo
( que a veces es temprano de tanto hacerse tarde).
Digo, nacer de nuevo en el nombre de todos,
renacer, que es la forma de volver a la madre.
Es el 2018 mi amigo, ahora andamos a pilas,
y viajamos por cable, y nos superponemos en ciudades de hojaldre,
engendramos inventos que lastiman a todos
y estropeamos el aire.
Son pocos los que comen y muchos
los que andan con mañana en el hambre.
Es el 2018 mi amigo, y aquella epifanía,
hoy queda a contramano y por distinta calle.
Hay que armar el pesebre y juntar los pastores,
y llamar a los magos con estrellas fugaces.
Hay que vencer el odio con el sol en el nido y
hacer que la alegría vuelva y se derrame.
Más de dos mil años fueron. Que no sean en vano.
Que cada pueblo sea un Belén memorable.
Que Dios regrese a todos
y que futuro tenga la esperanza en la idea y la paz en la sangre.