Esta elección presidencial refleja el profundo cambio demográfico que se está produciendo en los Estados Unidos, consecuencia de la inmigración de las últimas décadas y de las diferentes tasas de crecimiento de los distintos grupos sociales, fenómeno que ese país ya había vivido en el siglo XIX y comienzos del XX con la inmigración europea. Ambos procesos muestran la singular capacidad de la sociedad americana para asimilar a sus instituciones y modo de vida a millones de personas venidas de todos los continentes.
Algunos datos son ilustrativos: la población hispana representa ya el 16,4% de la población total y el 10% de quienes votaron el 6 de noviembre. Las encuestas dicen que el 71% de de esos votantes lo hicieron por Obama y fue el voto decisivo para la reelección. Dentro de la población hispana es significativo que casi la mitad de los votantes cubanos americanos de Florida se hayan inclinado por el candidato demócrata, cuando tradicionalmente han votado al republicano. Más del 90% de los afroamericanos votaron a Obama y 60% de las mujeres y los jóvenes lo hicieron de igual modo. Hay coincidencias en los análisis acerca de que el Partido Republicano ya no puede ganar sólo con el voto blanco anglosajón, y que no supo atraer a esas “minorías” que ayudan a construir mayorías.
Las autoridades políticas argentinas insistieron con un latiguillo repetido: que los encuestadores se equivocaron. No ha sido así ya que predijeron con exactitud una elección que se presentaba muy reñida. La diferencia fue de poco más de 3 millones de votos sobre 123 millones de votantes; las características del sistema electoral hacen que la diferencia en el Colegio Electoral sea mucho más amplia. Obama ganó en 26 Estados y DC mientras que Romney en 24.
Simultáneamente con la elección presidencial se renovó la totalidad de la Cámara de Representantes (Diputados) donde el Partido Republicano retuvo la mayoría, lo que indica que el voto a Presidente y Legisladores no necesariamente coinciden. Se renovó un tercio del Senado y retuvo la mayoría el Partido Demócrata. En el Congreso habrá 29 legisladores de origen hispano, de uno y otro partido. En los Estados se votan numerosos asuntos, sea en consulta o en referéndum. En este caso se votó acerca del matrimonio gay o el uso medicinal o recreativo de la marihuana. Lo interesante es que los resultados no son uniformes.
En algunos se los aprobó y en otros se los rechazó. En California, el Estado más poblado de EEUU, donde ganaron los demócratas, votaron a favor de mantener la pena de muerte. En Puerto Rico, Estado Libre Asociado desde 1952, se realizó una nueva consulta para que opinaran si seguían como estaban o pedían ser una nuevo Estado de la Unión: triunfó esta posición, dando inicio a un muy interesante proceso institucional.
Es cierto que la política económica estuvo en el centro del escenario electoral, especialmente la fiscal y monetaria donde las posiciones de ambos partidos están muy enfrentadas. Aquí es donde aparece la temida expresión “abismo fiscal” de las últimas semanas. Es que EEUU tiene un enorme déficit fiscal del orden del 7% del PBI, consecuencia de una doble acción en la última década: baja de impuestos y suba del gasto público. La propuesta demócrata es subir impuestos y mantener el gasto; la republicana es la inversa.
La situación fiscal, al igual que la deuda pública, ambas insostenibles en tiempo, ocuparán el centro del debate en las próximas semanas y es posible que la solución que se encuentre muestre los efectos que en cada partido ha tenido el resultado electoral.
